Opinión
Líderes de derechas

Por Anibal Malvar
Periodista
Obviando los delirios de José Félix Tezanos con su CIS, todas las encuestas parecen coincidir en el estancamiento electoral del Partido Popular, mientras Vox no para de crecer. Gran parte se debe a la falta de carisma y formación de Alberto Núñez Feijóo, me parece a mí. Ya nadie lo considera moderado ni leído, las dos etiquetas con que aterrizó en Madrid. Hay barómetros de liderazgo que incluso arrojan esta sorprendente conclusión: muchos votantes del PP ven más dotado a Santiago Abascal que al gallego para ser presidente del país. Y lo prefieren.
Abascal sí que es un líder facha adaptado a la estética de los tiempos. Aprendió bien las lecciones de Steve Bannon, ex asesor también de Donald Trump y conocido por su elaborada estrategia para alcanzar el poder: "Llénalo todo de mierda", aconseja textualmente a sus asesorados.
Abascal 'llena todo de mierda' con mucha más gracia que Feijóo. Su porte pecholobo contrasta con las melifluas sonrisas y andares del actual líder del PP, que siempre parece el mayordomo incluso de sus guardaespaldas. Aunque se escaquearan los dos de la mili, el de Vox da más perfil para iniciar la II Reconquista Española contra el islam, que es lo que anhela nuestra heroica carcundia. Abascal, además, gasta pistola, y eso siempre excita mucho a la guapa gente de derechas. El arma como metáfora fálica, que describía Umberto Eco en su ensayo sobre el fascismo.
El votante fascista de hoy reclama líderes excéntricos, vanidosos, alocados incluso, disparatados, insultantes, violentos, irresponsables. Prefieren al loco que al bobo. El caso más flagrante es el argentino Javier Milei, hoy rodeado de escándalos, entre ellos el vínculo con el narcotráfico de su candidato para las elecciones legislativas. La motosierra fue su único mensaje político, y votaron motosierra 14,5 millones de argentinos (55,69%).
En cuanto a su marca personal, parecía que los responsables de su imagen pública estaban inspirados por el David Lynch más alucinado. Milei reconocía en entrevistas que hablaba con su perro muerto con ayuda de una medium, también se comunicaba con Murray Rothbard, ideólogo del anarco-capitalismo, vía psicofónica, se presentaba a los actos como si hubiera dormido con el traje puesto, se caía inopinadamente, y esos pelos, ay, esos pelos. "Me avergüenza ser de un país que vota a un señor con esos pelos", me dijo una amiga porteña muy pija.
Los pelos de Donald Trump son también serio asunto de debate político. Su personaje fue creado con tanto tiempo y esmero que ha conseguido que la mal llamada cuna de la democracia vote directamente a un golpista. Además, como recuerda el periodista Roberto Montoya en su excelente libro Trump 2.0 (Akal, 2025), es el "primer presidente delincuente convicto de la historia" de EEUU.
Para triunfar como líder derechista en esta extraña contemporaneidad política que se extiende por todo el orbe se requiere excentricidad, disparate, osadía tóxica, evidente desajuste mental, egolatría patológica, ansias de humillar incluso a los propios aliados, desprecio por el votante, inmensa capacidad de odio indisimulado. Es época de caudillos democráticos, lo cual es gran oxímoron.
Feijóo no da el perfil como es evidente. Sus fotos con el narco Marcial Dorado no le dañaron demasiado, ni los escándalos de nepotismo con su hermana y su prima Eloína cuando era presidente de la Xunta. Feijóo se autofagocita él solo, con sus constantes torpezas estratégicas. La gran tragedia de Feijóo es que no puede dejar de ser Feijóo.
En el PP se van dando cuenta de que en lo que resta de legislatura Feijóo no solo va a tener que hacerle oposición a Pedro Sánchez. Su mayor enemigo será Abascal, que ya acaricia el 20% en intención de voto según inquietantes sondeos y no para de nutrirse de ex populares. Demasiados rivales para este burócrata de limitada oratoria. Un señor nada raro. Y eso es fatal en estos tiempos de tiranos tuneados.
Comentarios de nuestros socias/os
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros socias y socios, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.