Opinión
San Mazón Localizable

Por Israel Merino
Reportero y columnista en Cultura, Política, Nacional y Opinión.
-Actualizado a
¡Paren las rotativas de la Historia! Enciendan piras y pateen a los viejos profetas y despabilen al Pere Abad ese con un manguerazo de agua fría; despierten a los buenos poetas y autores de gestas, tú, que esta sí que no se la esperan, qué va: Carlos Mazón, el pibe de Alicante que preside la Comunitat Valenciana, ¡nos ha cogido el teléfono! Descorchen la botella de champín de cuando se casó la niña y pidan tusi rosita por Glovo, Dios del cielo, que el presidente de la Generalitat… ¡¡¡estaba cumpliendo con sus funciones!!!
Menuda sorpresa tan grata, supongo, me llevé ayer – hoy, cuando escribo esto – al despertar temprano y abrir los diarios para ver qué tal iban las cosas por Valencia y Catalunya, que las previsiones pintaban cabronas, y descubrir en los titulares de primera plana que había sido una noche complicada, con llamadas a emergencias y varios rescates aunque sin muertos que enterrar, y encontrar en todas, toditas las entradillas de cada noticia que clicaba la siguiente frase: “Esta vez, el president Mazón ha estado localizable en todo momento”.
Como uno tiende a pensar regular, pasé enseguida de los diarios con una línea editorial de izquierdas – yo entiendo, portadista jefe del periódico, que la solitaria noche sin muertos te puso entre cachonda y vengativa – hacia los de la otra cuerda, más liberal y derechista, y me encontré exactamente la misma movida: “Esta vez, el president Mazón ha estado localizable en todo momento”. Hostias. Esas entradillas sí que no podían ser irónicas, claro; los compis de los diarios conservadores, ahora sí, estaban tirando como información seria y relevante… ¡que el presidente de una comunidad autónoma estuviera localizable durante una alerta roja!
Claro, con esas entradillas y el primer y segundo y tercer café del día, yo ya estaba extasiado, como una coneja a la que le ligan las trompas por la Seguridad Social, y empecé a bichear con la ruedita de la radio la una y la otra y la siguiente emisora, cruzándome en todas, también en las cadenas televisivas por las que zapeaba como si el mando fuera un apéndice más de mi cuerpo, el putito titular: “Esta vez, el president Mazón ha estado localizable en todo momento” – ja, ja, ja; como escriba el entrecomillado una vez más, me pillo los ******* con la tapa del horno –.
Desde esta columna, quiero sumarme a la oleada de felicitaciones, algunas serias y otras un pelín irónicas, que mis primitos periodistas han mandado al compañero Carlos Mazón por coger el teléfono mientras caían ciento setenta y siente litros por metro cuadrado en la tierra que preside. Qué grande es. Sé que es difícil, yo lo entiendo, trabajar cuando uno es proclive a la sobremesa y siesta, pero en estos tiempos difíciles donde la función pública es cada día de mayor nivel y calidad, se agradece que un tipo como Carlos, mi nuevo héroe, despunte por su excelencia y humanismo; es la cayena del guiso, que diría mi yaya. De hecho, qué coño, quiero ir más allá de una simple felicitación: que Mazón haya cogido el teléfono es tan, tan celebrable que propongo a León XIV, conociendo la condición de católico del president, su inmediata canonización en vida. San Mazón Localizable, podría ser su epíteto. Estoy seguro de que los futuros santos padres usarán su nombre cuando quieran transmitir sobriedad, también en el desempeño del reinado terrenal. De hecho, no me cabe duda de que las estatuitas que se imprimirán del president tras su canonización descansarán sobre las tumbas de los doscientos seres humanos que ahogó el lodo mientras él hacía no sabemos qué en un restaurante de lujo de Valencia. Ni una, ni una sola duda tengo
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