Opinión
Bassem Youssef
Por Eugenio García Gascón
Bassem Youssef es un cirujano del corazón que saltó a la fama poco después de la Revolución del 25 de enero de 2011 que apartó del poder a Hosni Mubarak, cuando aireó una serie de grabaciones satíricas sobre personajes relacionados con la revolución.
Youssef se ha hecho muy popular en Egipto y cuenta con su propio programa de televisión, Al Barnamay, que justamente significa "El Programa", donde no deja títere con cabeza, y cuyo tono de humor oscila entre la sátira y el sarcasmo.
El fiscal general de Egipto, que ha sido designado recientemente a dedo por el presidente Mohammed Morsi, ha denunciado a Youssef, y también ha habido media docena de otras denuncias de particulares, por desacato al islam y al presidente Mohammed Morsi.
Ayer un tribunal de El Cairo interrogó a Youssef y lo dejó en libertad bajo fianza de casi 2000 euros. Este no parece que vaya a ser el final del episodio, y es muy probable que el popular humorista tenga que acudir a los tribunales de nuevo.
Youssef se presentó en el juzgado con un birrete gigante que imitaba al birrete que recientemente le pusieron a Morsi en la cabeza cuando fue honrado con un título de doctor honoris causa en filosofía en Paquistán.
El cómico tiene un ingente número de seguidores y se ha convertido en uno de los personajes más populares del país. Se calcula que sus programas los han visto más de 15 millones de personas.
Las amenazas legales no parece que vayan a disuadir a Youssef de su propósito: denunciar el sistema político, y especialmente al presidente Morsi, que en la actualidad es la única institución que ha sido elegida democráticamente.
Morsi es un islamista que contó con el apoyo de los Hermanos Musulmanes, y justamente los Hermanos Musulmanes y el presidente Morsi constituyen el foco central de las críticas de Youssef.
En ese país existe una rica tradición satírica que muchas veces ha circulado por las calles de boca en boca. Hacerlo en la televisión de una manera tan abierta es para muchos egipcios una novedad, y es natural que se haya convertido en una cuestión controvertida.
El culebrón, que sin duda tendrá más episodios, muestra con claridad la animadversión que existe entre islamistas y laicos, un problema que parece de difícil solución.