Opinión
Carestía y Eucarestía
Por Manolo Saco
La inflación de 2005 se puso en un 3,7%, casi el doble de lo previsto por el gobierno, y un poco menos que la del año 2002. Según el ministro Pedro Solbes, la mayor culpa de la subida la tiene el creciente precio del petróleo que repercutió en un 13% de incremento en el precio de los combustibles.
Desde hace más de un año el mundo contempla con estupor el alza del precio del petróleo hasta unos niveles que ni los más expertos ni clarividentes fukuyamas se habían atrevido a imaginar. Desde que tengo uso de mi escasa razón, el futuro agotamiento del petróleo era como una maldición milenarista, como un cercano fin del mundo con que nos amenazaban cíclicamente desde los medios de comunicación. Era algo parecido a esa advertencia que aseguraba que la población del planeta crecía de forma exponencial mientras que los alimentos sólo lo hacían de forma lineal.
Recuerdo que cuando era niño, el año 2000 estaba para mí lejísimos en el tiempo (claro que cuando George Orwell escribió en 1948 su novela del gran hermano “Nineteen Eighty-Four”, el año 1984 le parecía lejanísimo), pero era la nueva fecha milenarista en la que ocurrirían todos los males, y por la que apostaban los profetas de toda laya. Ninguno supo ver que un tercer factor, la tecnología, encontraría para esa fecha bolsas de petróleo y nuevas formas de producción de alimentos que cubrirían con mucho la demanda. ¿A qué precio? Bueno, si os parece, podemos suscitar ese tema otro día.
A donde quería llegar es que la subida casi exponencial del precio del petróleo en tres años no se debe a la escasez, como se nos aventuraba por entonces, sino a un nuevo factor disonante en la economía mundial, los países asiáticos emergentes, con China y Corea a la cabeza, con crecimientos del PIB cercanos al 10% anual. Ha sido el disparo de la demanda de petróleo para engrasar la nueva economía, y no la carestía (en su primera acepción del diccionario de la RAE) la que ha provocado la carestía (en su segunda acepción del diccionario de la RAE).
Yo, como no soy economista, me lo tomaba a broma cuando me avisaron en 1985, un año después de haber constatado que, afortunadamente, las predicciones de Orwell habían fracasado. Había ido a China para cubrir un viaje institucional de Felipe González por parte de Televisión Española. En una entrevista para el telediario, yo le hacía ver al entonces ministro chino de Comercio (de nombre gracioso que se pronunciaba más o menos “Ya Sí”, aunque vaya usted a saber cómo se escribía), mi admiración por los millones de bicicletas que se adueñaban del paisaje callejero de las ciudades de aquel inmenso país. Creo recordar que me dijo que tan sólo en Pekín circulaban más de cinco millones de bicicletas. Y a continuación me confesó que “si China cambiase su parque de bicicletas por motos –ya no digamos coches- no tendría suficiente petróleo para abastecerse”.
Veinte años después, la mitad de las bicicletas han sido sustituidas, no ya por motos sino por automóviles, su actividad económica creció casi exponencialmente, y la presión de su demanda energética es tan brutal que la OPEP, ahora sí, dice que apenas le queda margen para alcanzar la máxima producción posible de petróleo. No es que se haya agotado, es que no se puede extraer a mayor ritmo.
Ahora China, el gigante dormido, ha despertado y se está cobrando sus años de sopor económico. Y no lo puede parar ni Solbes. Así que preparémonos para lo peor, pues la riqueza de unos es siempre la pobreza de los demás. Aunque los ultraliberales quieran hacernos creer lo contrario.
Por cierto, meditación para hoy:
Carestía (1ª acepción del diccionario de la RAE): falta o escasez de algo...
Carestía (2ª acepción del diccionario de la RAE): precio alto de las cosas...
Eucarestía (Diccionario de Manuel Saco): cuando el precio de las cosas sube la hostia...