Opinión
La responsabilidad de los empresarios
Por Público -
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JORGE CALERO
Catedrático de Economía Aplicada
La propuesta o, más bien, amago de propuesta de un nuevo contrato para jóvenes, efectuada por la CEOE, me ha recordado de nuevo un comentario atribuido a Wernher Von Braun. Von Braun, director técnico del equipo de cohetes V-2 alemanes que cayeron en un número de 2.780 principalmente sobre Londres y Amberes en 1944 y 1945, fue años después director de un centro de la NASA. Preguntado entonces sobre su responsabilidad en la destrucción causada por los V-2, Von Braun contestó que él tenía responsabilidades sobre el departamento que hacía que los V-2 se elevaran, la responsabilidad sobre dónde caían residía en otro departamento.
La historia es probablemente apócrifa, pero ilustra el sinsentido al que puede llevar la falta de una visión de conjunto y la excesiva compartimentalización. De visión de conjunto, desde luego, carece la propuesta de contrato ultrabasura a la que asistimos hace pocos días. Relegar a los jóvenes a la precariedad y la falta de derechos es una pésima estrategia no ya en el largo plazo, sino en el medio. Una pésima estrategia desde el punto de vista del conjunto de la sociedad, pero también desde el punto de vista específico de los propios empresarios.
Porque los emprendedores tienen al menos un triple ámbito de intereses: por una parte, les conviene reducir los costes y, entre ellos, los laborales. Por otra parte, también les interesa disponer de una demanda suficiente para sus productos. Y, finalmente, los empresarios están interesados en incrementar la productividad y, por tanto, la mejora de la competitividad de sus empresas
Para ello, un elemento imprescindible es la mejora del capital humano con el que trabajan las compañías. Los dos primeros intereses entran en conflicto: a los empresarios les interesa que los trabajadores de otras empresas tengan salarios lo más altos posibles (para que puedan comprar sus productos), mientras que los trabajadores de su empresa tienen salarios lo más bajos posibles. El primer interés se contrapone, también, con el tercero: una fuerza de trabajo mal pagada y precaria es un pésimo punto de partida para incrementar la productividad y la
competitividad.
Al centrarse únicamente en la reducción de los costes laborales de un grupo de trabajadores tan estratégico como los más jóvenes, el amago de propuesta de la CEOE desatiende objetivos que también son relevantes desde posiciones estrictamente egoístas de los empresarios: ¿qué capacidad de demanda tiene un mercado de jóvenes que o son ni-nis o trabajan poco y en precario, que no pueden independizarse ni formar familias?
Sin necesidad siquiera de utilizar argumentos altruistas, la responsabilidad del empresariado queda seriamente en entredicho cuando se plantean propuestas cuyos efectos sólo son positivos para pocos y en el corto plazo. Esta crisis se ha agravado debido a una acumulación de comportamientos poco responsables (no hace falta volver a mencionar los eventos acaecidos en los mercados financieros); la dificultad de la situación actual no deja margen para más comportamientos irresponsables.