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El país de las ocurrencias

Algunas propuestas de Ciudadanos enmascaran crecimientos del paro y del fraude.

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, durante la presentación de su programa económico. EFE/Zipi

OCTAVIO GRANADO

Durante los últimos meses, en varios de los medios de comunicación ha existido una especie de “furor” por descalificar las propuestas de Podemos, en la línea de identificar lo utópico con lo imposible. Como soy de los que a este respecto debo hacer “mea culpa”, tengo que lamentar ahora lo que está sucediendo con algunas de las iniciativas que están publicitando estos días los portavoces de Ciudadanos, y concretamente de dos de ellas.

La primera, la asunción por este partido de una histórica reivindicación de los colectivos de autónomos, que no es otra que la de que los autónomos coticen según lo que facturen, en vez de “una cuota fija”. Reivindicación que nos lleva, por eso se formula, a cotizar menos. Se pretende incluso que quienes ganen menos del SMI se den de alta gratis, cotizando al final de año un 7,2% de lo ganado neto (si fuera el SMI, sería el 25% de lo que cotizan ahora).

En realidad, la relación de los trabajadores autónomos con la Seguridad Social es una relación de engaño mutuo: Yo cotizo por una base mínima (la base de los autónomos no es fija sino mínima, y puede modificarse con mucha facilidad a libre voluntad del interesado), y cuando comienza el periodo de carencia en el que va a calcularse mi pensión, subo la cotización hasta la máxima, y así obtengo una buena pensión habiendo pagado mucho menos que un trabajador por cuenta ajena. Esto, en términos tributarios, es algo que bien podría entrar dentro de la denominación de “planificación fiscal”.

¿Cómo solucionan los sistemas de Seguridad Social de todo el mundo compaginar la elección de bases de cotización con el cálculo de las pensiones? En primer lugar, calculando éstas con toda la vida laboral (usted no cotizará pero luego no cobrará más de lo que no ha pagado). En segundo lugar, con sistemas de complemento a mínimo que dejarían fuera de los mismos a buena parte de los beneficiarios en España (más de dos millones), por bajar mucho más los niveles de renta incompatibles.

En tercer lugar, con sistemas de cotizaciones mínimas como el español, o el francés, por los cuales un empresario no puede cotizar por debajo del trabajador mejor pagado de su negocio. Pero no hay ningún sistema, de los que yo conozco, en el que un trabajador pueda generar una pensión X pagando una cuota inferior en ¾ al de al lado (los académicos autores de esta genialidad deberían revisar en sus apuntes la Ley de Gresham).

Si la propuesta de C's sobre la cotización de los autónomos pretende conseguir mejorar la acción protectora del sistema, es un disparate

Si lo que se pretende es bajar las pensiones a los autónomos, reduciéndoles las cuotas en un primer momento, convertir el sistema de pensiones de reparto en un microsistema de capitalización para los autónomos, o posibilitar la aparición fantasmagórica de millones de autónomos que coticen cantidades irrisorias generando derechos imposibles (por ejemplo, ¿Cómo se calcularían las prestaciones de incapacidad?), la propuesta es una base para la discusión. Si se pretende conseguir mejorar la acción protectora del sistema, es un disparate.

Por no hablar de la irrupción de los “falsos autónomos” por millares, de la multiplicación imprescindible de los inspectores de trabajo, o de muchos otros inconvenientes. El tema es lo suficientemente serio para no despacharlo con una frivolidad, y hay experiencias internacionales que serían útiles (la participación de cuotas en Alemania, los cheques de cotización para servicios en Francia…).

Por no hablar de que los autónomos no están viendo subir sus cotizaciones: En el último mes había 72.664 autónomos más que hace un año, pero cotizaron un 0,76% menos. O del “gap” fiscal que existe entre trabajadores por cuenta propia y por cuenta ajena en España. Conclusión, yo dejaría los asuntos de Seguridad Social para alguien que tuviera un conocimiento algo preciso de lo que dice.
Otro tema más discutible es la relación entre obra pública y salida de la crisis.

En el año 2008 yo defendía para la circunscripción en la que me presentaba por el PSOE (Burgos) que era más urgente un parque tecnológico que engordar la lista de carreteras a reivindicar, y que de Madrid a la frontera había que aprovechar la línea que pasa por Aranda de Duero para el transporte de mercancías.

Mis compañeros no estaban de acuerdo, pero mis resultados electorales fueron buenos. Pero entonces había en España tres millones de personas trabajando en la construcción. Ahora hemos conseguido con mucho esfuerzo que haya un millón, y hay más de dos millones parados.

En el último mes había 72.664 trabajadores autónomos más que hace un año, pero cotizaron un 0,76% menos

La semana pasada, un representante de una de las empresas más prestigiosas de empleo nos alertaba del riesgo de la cronificación del desempleo, en un colectivo de trabajadores de edad madura sin alternativas de ocupación. Devolver el peso a la innovación debe hacerse, pero las partidas presupuestarias no pueden salir solo de la inversión, por mucho que todos tengamos ejemplos sobrados de ineficiencia en los últimos 20 años.

A no ser, que como en el tema de los autónomos, lo que estemos fabricando con estas propuestas sea un discurso poujadista, dirigido a generar un nuevo grupo social, aunque sea en el plano simbólico y político.

(Nota : Para quienes no lo conozcan, Pierre Poujade fue un político francés que se caracterizó por defender la rebelión fiscal de comerciantes y clases medias, el “sentido común” como alternativa a la racionalidad y a la intelectualidad, el nacionalismo, y cuyas posiciones le llevaron a promover alternativamente el voto a candidatos de la derecha y la izquierda. ¿Les suena?).

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