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 Casado olvida su distanciamiento de la ultraderecha y asume parte del discurso de Vox de cara al 4M

En la dirección del PP creen que si Ayuso logra frenar el auge de Vox y forzar la desaparición de Ciudadanos, Casado tiene  una oportunidad de llegar a La Moncloa, por primera vez desde que llegó a la presidencia del partido.

El líder del PP, Pablo Casado, en la tribuna del Congreso.
El líder del PP, Pablo Casado, en la tribuna del Congreso. Mariscal / EFE

Pablo Casado vuelve a reivindicar al PP como un partido de derechas —según él, de "centroderecha"—después de varios meses apelando al "centro" y marcando claras distancias con Vox. El líder del PP dijo 'no' a la ultraderecha tras la moción de censura impulsada por Santiago Abascal contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el mes de octubre. Un discurso que le valió los aplausos de los dirigentes territoriales del PP que llevaban años pidiendo a Casado un discurso claro contra Vox que desembocara en una ruptura formal, después de sus incesantes vaivenes. Pero esa ruptura ha durado escasos meses. 

En una Junta Directiva nacional celebrada en noviembre el conservador repitió hasta en 40 ocasiones que el PP estaba el "centro", tenía vocación "centrista", se encontraba en la "centralidad" del tablero y suponía una alternativa "centrada" y "moderada" al actual Gobierno. Tras la debacle en Catalunya, en la que los populares firmaron un nuevo fracaso histórico pasando de 4 a 3 diputados, Casado volvió a repetir que el PP debía seguir "en la centralidad" porque las elecciones se ganan desde ahí. 

Pero el máximo líder del PP no ha tardado ni un mes en cambiar ese discurso. En la Junta el martes tras el anticipo electoral en la Comunidad de Madrid, y en un plano compartido con la presidenta Isabel Díaz Ayuso, y su número dos, Teodoro García Egea, Casado evitó realizar mención alguna al partido ultra y tampoco reivindicó la "centralidad", alejada de "los extremismos" y la "radicalidad", como venía siendo habitual en sus intervenciones. Tampoco criticó a los "populismos" de derechas. 

Ayuso parte como clara favorita para ganar las elecciones, pero su mayoría absoluta no está garantizada. Es más, algunas encuestas señalan que tampoco podría revalidar el gobierno sumando a Vox, lo que preocupa a una parte del PP madrileño. Según confirman fuentes populares a Público, la presidenta ha solicitado a sus compañeros de filas que no critiquen al partido ultra, pues su objetivo principal es atraer a todo ese votante en la candidatura del PP. 

En Génova consideran que la victoria de Ayuso es el primer paso para alcanzar La Moncloa, pese a la estrepitosa derrota en Catalunya de hace apenas un mes, donde los de Abascal les multiplicaron en votos y triplicaron en escaños. En la dirección del PP creen que si la dirigente madrileña logra frenar el auge de Vox y forzar la desaparición de Ciudadanos, Casado tiene -por primera vez desde que llegó a la presidencia del partido- una oportunidad de gobernar. Ese es el principal motivo por el que Génova ha impuesto la candidatura de Toni Cantó, exportavoz de los naranjas, en las listas madrileñas. Tanto Ayuso como Cantó son dos perfiles bien valorados por los simpatizantes de Vox. 

Seguridad ciudadana, okupación, inmigración, ETA...

Para completar esta "vuelta a las esencias" tradicionalmente de derechas, Casado puso el foco en cuestiones que había apartado de su discurso tras emprender su giro "al centro". En la citada Junta Directiva, Casado habló sobre la "seguridad ciudadana", una cuestión en la que Vox hizo mucho hincapié durante la campaña catalana, al denunciar la "inseguridad" que se vivía en las calles de muchas localidades. "Hay seguridad en las calles, pero se empieza a ver más delitos, más delincuencia por la crisis económica", dijo Casado.

A renglón seguido, pasó a abordar uno de los mantras 'estrella' del partido ultra: la migración irregular. Aunque Casado no habló de "menas", como sí hacen los dirigentes de Vox para referirse a los menores no acompañados, a los que vinculan con la "delincuencia", el líder del PP pidió un acuerdo de estado para hace frente a la "inmigración ilegal y también en la okupación y usurpación de viviendas. El Gobierno no está haciendo absolutamente nada", aseguró.

Otro de los asuntos que monopolizó el discurso de Casado fue el "terrorismo de ETA" porque, a su juicio, todavía no se ha derrotado "de manera efectiva" a la banda terrorista, que anunció el cese definitivo de la actividad armada el 3 de mayo de 2018. "Tendremos que seguir diciendo que la derrota efectiva de ETA será cuando no haya una contraprestación a aquellos que no condenan el terrorismo o los que dicen que tiene explicaciones políticas", señaló. 

Por último, Casado realizó una encendida defensa de la "cultura de la vida", a la vez que se mostró contrario a la "cultura de la cancelación", en referencia a las estatuas derribadas de colonizadores. Respecto a lo primero, en la campaña electoral de 2019, el conservador planteó cambiar la ley del aborto de plazos, aprobada en 2010, por la ley de supuestos del año 1985. Casado también citó la eutanasia, a la que el Congreso dio su 'sí' definitivo la pasada semana, con el voto en contra de PP y Vox. 

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