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España prioriza el suministro de gas de EEUU ante la crisis con Argelia por el Sáhara y la guerra en Ucrania

La guerra en el norte de Europa y el cambio de posición de España sobre la soberanía del Sáhara Occidental dibujan un nuevo tablero geopolítico en el Magreb con importantes consecuencias energéticas. 

Una vista de la planta de tratamiento de gas de Krechba, a unos 1.200 km (746 millas) al sur de Argel.
Una vista de la planta de tratamiento de gas de Krechba, a unos 1.200 km (746 millas) al sur de Argel. AFP/STR

El tablero geopolítico está patas arriba y cada vez menos analistas se resisten a aceptar su descomposición. Las resistencias y ofensivas ante lo nuevo que viene, y para llegar a ello en la mejor posición posible, son evidentes. La guerra entre Rusia y Ucrania es, sin duda, el síntoma más visible, pero no el único. Las tensiones entre las superpotencias (Estados Unidos y su aliada Unión Europea, Rusia, China…) se dirimen en diferentes mapas. 

Más allá de Ucrania, el Mar de China es punto de disputa entre Washington DC y Pekín. Siempre, Oriente Medio es un conglomerado de encontronazos entre los intereses de las grandes potencias y esto se condensa especialmente en Palestina y su ocupación por parte de Israel. El Sahel y el Magreb se están convirtiendo en balanzas donde miden las influencias las superpotencias, dos regiones clave para controlar los flujos económicos, energéticos y migratorios del continente africano.

En este volátil contexto, la cuestión del Sáhara Occidental se ha convertido en protagonista tras décadas de olvido. La historia se ha acelerado para el pueblo saharaui en el último año y medio. También las relaciones entre Argelia y Marruecos (primera y segunda potencias, respectivamente, de la región) se han deteriorado a pasos agigantados. El pasado mes de agosto, Argelia rompía relaciones diplomáticas con Marruecos, el motivo de fondo, el Sáhara Occidental.

El cambio llevado a cabo por el Gobierno de Pedro Sánchez, comandado por el ministro de Exteriores José Manuel Albares, con respecto a la soberanía del pueblo saharaui –adoptando como "la opción más seria y creíble" el plan de autonomía marroquí que no reconoce la libre determinación del pueblo del Sáhara y que prevé la anexión de este territorio a Marruecos– trastoca también sus relaciones con Argelia.

Del gas argelino a los metaneros 'yankis'

La decisión, contraria a los dictámenes de la comunidad y a las propias resoluciones de las Naciones Unidas, tiene unas consecuencias energéticas tan importantes como graves, sobre todo por la coyuntura inflacionaria en la que España –y el resto de Europa– lleva sumergida desde hace varios meses. Argelia es el principal suministrador de gas del Estado español y sus importaciones representan el 29% del total, según los datos de 2021 de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES).

La ocupación del Sáhara Occidental por parte de Marruecos es un asunto prioritario para Argel y ya lanzó el primer aviso a España en octubre del año pasado, cuando cerró el grifo del gasoducto que conectaba al país magrebí con Rabat y después con la Península Ibérica. Por entonces, Sánchez y Albares no habían respaldado los postulados de Mohamed VI sobre la antigua colonia española, por lo que el suministro gasista quedó garantizado con un incremento de la capacidad del MedGaz, la infraestructura que conecta Argelia directamente con Almería sin pasar por Marruecos.

Ahora, España ha tomado partido sobre la configuración del Magreb y Argelia ha respondido. Si el presidente español era recibido por Mohamed VI el pasado 7 de abril en Rabat, el primer ministro italiano, Mario Draghi, viajaba a Argel este lunes para reunirse con el presidente argelino Abdelmayid Tebun. Ambos firmaban un suculento acuerdo sobre el gas: aumentar gradualmente los suministros de gas argelino para Italia, hasta los 9.000 millones de metros cúbicos adicionales anuales entre el 2023 y el 2024 a través del gasoducto TransMed. España queda descolgada como plataforma de entrada a Europa del gas de Argelia.

Y es que también la guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la importancia del gas en un contexto en el que se daba por hecho que la transición hacia energías más limpias y verdes era una realidad imparable. Estados Unidos dobla su apuesta y quiere aumentar sus exportaciones a la Unión Europea en plena crisis con Rusia, gran exportador a Centroeuropa hasta ahora. Argelia se decanta por Italia tras la intervención española en el Magreb. Sudáfrica y Argelia planifican un gran proyecto conjunto para que un gaseoducto cruce el continente africano de sur a norte y tenga salida hacia Europa. 

Desde que empezó la guerra de Ucrania en febrero los EEUU han incrementado un 30,4% sus exportaciones de gas a España

Sin embargo, la respuesta de Argelia no parece pillar desprevenida a España, pues el contexto bélico en el norte de Europa ha sido una oportunidad para incrementar la llegada de metaneros a la península ibérica. Tanto es así, que EEUU ya ha superado al país argelino como principal importador.

Según los datos de CORES y de Enagás, en marzo de 2022 los norteamericanos enviaron 16.264 GWh de gas, frente a los 11.139 GWh que llegaron por por el MedGaz. Washington sigue sacando ventaja de los conflictos geoestratégicos que se producen al otro lado del Atlántico; se presenta como referente energético para la UE ante un inminente cierre del suministro ruso; y se prepara para llenar parte del vacío que podría dejar una posible ruptura de las relaciones comerciales entre Argelia y España.

Desde que empezó la guerra de Ucrania en febrero los estadounidenses han incrementado un 30,4% sus exportaciones de GNL a España. No en vano, Argelia también ha incrementado la capacidad de bombeo de gas natural en un 25% desde que empezó la guerra, algo que no parece vaya a mantenerse demasiado en el tiempo si se tiene en cuenta que Argel empieza a ver como socio preferente a Italia, a quien venderá a partir de 2023 el triple de gas que al Estado Español.

El Magreb, el siguiente tablero geopolítico tras Ucrania

El Magreb se convierte en una región crucial por varios motivos. Las tensiones geopolíticas también se dibujan en las líneas de sus mapas. Estados Unidos ha acercado posiciones a marchas forzadas con Marruecos, atrayendo a Israel (que reestablecía a través de los acuerdos de Abraham las relaciones con Rabat) al sur del Estrecho de Gibraltar. La entrada israelí en la ecuación (siembre con el Sáhara de fondo) supuso, por un lado, un jarro de agua fría para buena parte de la población marroquí que vio en ello una traición de su patria al pueblo palestino.

Por otra parte, aumentaron las suspicacias en Argelia que ve en la proximidad con Israel y la guerra que desde finales del 2020 mantiene Marruecos con el Frente Polisario en el Sáhara Occidental un aumento de la militarización de la zona. Para Argelia, desde entonces, la cuestión del Sáhara es una cuestión de Seguridad Nacional.

El Magreb se militariza. La consultora norteamericana Global Firepower sobre aspectos militares se hacía eco de ello en su informe del año pasado. Argelia se situaba en el puesto número 27 de los 140 los ejércitos mejor valorados, muy por encima de Marruecos, en el 53. El presupuesto de Defensa anual argelino en 2020 (9.200 millones de euros) duplicaba al marroquí (4.295 millones de euros).

La tensión en el Magreb aumenta y el cambio de postura del Gobierno español sobre el Sáhara traspasa la posición únicamente sobre la excolonia, es visto como una toma de posición con respecto al futuro de la región. Y esto se dirime también en las relaciones comerciales, como las del gas, en las que, de momento, hay un gran beneficiado de los cambios que se están produciendo en los últimos meses… Estados Unidos.

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