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Guindos, al BCE La difícil crisis de Gobierno de Rajoy

El presidente tendrá que sustituir al ministro de Economía en medio de la crisis en Catalunya y las batallas internas entre Sáenz de Santamaría y Cospedal. Reactiva su agenda para contrarrestar su imagen inmovilista.

El Ministro de Economía, Industria y Competitividad, Luis de Guindos, durante su intervención en el pleno del Congreso. | J.P.GANDUL (EFE)

No habrá crisis de Gobierno hasta marzo, si es que la hay. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sigue negándose a realizar los cambios que muchos piden en privado aunque tenga una oportunidad de oro para hacerlo.

La candidatura de Luis de Guindos a la Vicepresidencia del Banco Central Europeo (BCE) era la excusa perfecta, pero el inmovilismo habitual del jefe del Ejecutivo y la negativa del ministro de Economía a arriesgarse a quedarse sin un sueldo fijo han retrasado el momento. "Si soy elegido por el Consejo, dimitiré", prometió el candidato retrasando, así, su hipotética salida hasta finales de marzo.

De Guindos restó importancia a las consecuencias que ello podría tener incluso para sus propios objetivos. El presidente del BCE, Mario Draghi, no se inmiscuyó en las peticiones que instaban a los gobiernos a proponer a una mujer para la Ejecutiva del dicho organismo encargado de las políticas monetarias de la Eurozona, pero sí criticó que, por primera vez, sea un ministro en activo quien se postule para el cargo. Considera que eso podría minar la independencia que, según los tratados, debe tener dicha institución.

"Es cuestión de semanas", respondió el titular de Economía dejando entrever que esa situación no le perjudicaría. De hecho, confió en las "posibilidades" de España para volver a la cúpula del organismo del que fue expulsada en 2012 y se negó a cesar en su cargo hasta tener confirmado su destino.

Rajoy, por su parte, se dedicó a alabar las cualidades de su elegido en Twitter. De la crisis de Gobierno, ni una palabra. Movido por el temor a crear sensación de inestabilidad con la crisis en Catalunya aún abierta y la dificultad para mantener equilibrios de poder en su equipo, todo apunta a que el presidente se limitará -llegado el caso- a cambiar sólo un peón por otro. "No será una crisis, será una sustitución", dejó caer ya el viernes el portavoz, Íñigo Méndez de Vigo.

Son muchas las voces que piden en secreto cambios en la línea del Ejecutivo, caras nuevas con ideas frescas que le hagan remontar en las encuestas y dejar atrás la amenaza de Ciudadanos. Pero quienes querían una gran remodelación, tendrán que esperar.

En el punto de mira de los conservadores lleva tiempo Soraya Sáenz de Santamaría. La fracasada Operación Diálogo en Catalunya, los errores del CNI -que depende de la vicepresidenta- en el referéndum del 1-O, y hasta la decisión de recurrir preventivamente al Tribunal Constitucional la investidura de Carles Puigdemont pese al informe en contra del Consejo de Estado hicieron florecer las críticas.

Tanto es así que incluso en algunos mentideros ya se le buscaba una salida digna como candidata -junto al vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado- en las quinielas para sustituir a Esperanza Aguirre en el Ayuntamiento de Madrid y optar a la Alcaldía en las próximas elecciones municipales de 2019. Sin embargo, como adelantó CuartoPoder, fue el propio Rajoy quien frenó la rebelión. Después, incluso premió a un sorayo reconocido, José Luis Ayllón, nombrándole su jefe de gabinete.

Por esa misma razón, el presidente ha de tener cuidado para no desequilibrar la balanza entre Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Hasta ahora, ambas son sus número dos -en el Ejecutivo y el partido, respectivamente- y sus ministerios son independientes entre sí. Sus departamentos -Presidencia y Defensa- reciben fondos reservados de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Mientras una aceptaba un ministerio menos visible mediáticamente, la otra perdía la Portavocía del Gobierno. Y, cuando compensó a la primera uniendo a su cartera la de Administraciones Territoriales, premió a la segunda con un puesto en Moncloa que compagina con el que ya tenía en el Partido Popular. Todo, al 50%.

Ahora, también un delfín de Cospedal está en el centro de la diana de todas las críticas. Se trata del ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, inmiscuido en numerosas polémicas no sólo por la actuación policial del 1-O en Catalunya, sino también por las retenciones de la AP-6 por las nevadas o el incumplimiento de las cuotas de refugiados, entre otras muchas. No obstante, su puesto permanece asegurado.

Del mismo modo, el titular de Hacienda, que tiene los PGE del 2018 ya preparados aunque su negociación con Ciudadanos y PNV permanezca paralizada, seguirá en su cargo. Cristóbal Montoro -también cuestionado, sobre todo, por los barones del PP que esperan la reforma de la financiación autonómica- era, de hecho, uno de los posibles candidatos a absorber la cartera de De Guindos. Incluso se barajaba la posibilidad de ascenderle a una Vicepresidencia económica que, pese a restar peso a Santamaría, inclinaría la balanza a su favor, dado que se trata de otro de los conocidos comunmente como sorayos. No obstante, él mismo se ha autodescartado de dicho puesto: "¡Yo ya tengo bastante con lo mío!", bromeó con los periodistas en una conversación informal en los pasillos del Congreso.

Quien sí podría unir su cartera a la de Economía es el titular de Energía, Álvaro Nadal, también cercano a Sáenz de Santamaría y uno de los más apoyados en las apuestas de los pasillos. Su hermano gemelo, el secretario de Estado de Presupuestos, Alberto Nadal, y la mujer de éste, Eva Valle, directora de la Oficina Económica de Moncloa, también suenan en las quinielas.

En el otro lado, se encuentra la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, no especialmente cercana a la ministra de Defensa pero que sí forma parte del llamado G-8 que, en el anterior Ejecutivo lideraba José Manuel García-Margallo y que era especialmente crítico con la gestión de Santamaría. En este caso, Rajoy se vería obligado a buscar sustituto para ella también.

Para no ahondar en rivalidades internas, el presidente podría optar otra vía y elegir a alguien externo al Gobierno. En este ámbito, los nombres más sonados son el consejero de Iberdrola Fernando Becker -que acaba de abandonar su puesto-; el exdirector del Instituto de Crédito Oficial (ICO) Román Escolano; la exsecretaria general del Tesoro Rosa Sánchez-Yebra; y el presidente de la Xunta, Alberto Núñez-Feijóo, que también se ha autodescartado.

Mientras los rumores corren de boca en boca, De Guindos eludió responder sobre su posible sucesor y, tras elucubraciones varias, todos en Moncloa y Génova zanjan la conversación con su conclusión habitual: "Sólo Rajoy lo sabe".

El presidente, por su parte, permanece callado y nada hace prever que vaya a anunciar el nombramiento hasta que se agote el plazo. De aquí a marzo, mientras espera la inhabilitación de los independentistas pendientes de la Justicia, sus esfuerzos se centrarán en impulsar su agenda para contrarrestar, precisamente, su imagen de inmovilismo. Este jueves, será el protagonista de un coloquio organizado por ABC-Deloitte y el viernes llevará al Consejo de Ministros una gran batería de medidas -hasta cinco anteproyectos de ley- entre las que se encuentra la ampliación de los delitos penados con prisión permanente revisable. Ya el lunes reunirá a los barones del PP, los ministros y los presidentes autonómicos para limar asperezas y fijar una postura común que contrarreste la fuerza de Cs y le permita negociar mejor con el PSOE la financiación autonómica.

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