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La hora gitana del Congreso

Hasta cuatro miembros de la comunidad romaní se sentarán en las Cortes en un hito histórico sin precedentes.

Congreso de los Diputados.

A. Moreno

Todo parece indicar que el Congreso de los Diputados que se conformará tras las elecciones generales del próximo domingo batirá un récord sin precedentes en cuanto a representación de la comunidad gitana. Cuatro diputados y diputadas del colectivo romaní marcarán un hito trascendental en la historia del máximo órgano de decisión política de España.

Hasta ahora, la presencia de gitanos en la cámara legislativa había sido residual, desde que Juan de Dios Ramírez Heredia tomara asiento en su escaño en las elecciones constituyentes de 1977. En estos 42 años, solo tres gitanos han pisado las Cortes, y uno de ellos tan solo un mes por una sustitución.

El domingo, la minoría mayoritaria habrá dado un salto crucial. Los cuatro candidatos, además, expresan con exactitud aritmética la diversidad política del país: dos mujeres y dos hombres integrantes de los partidos con mayor reflejo en el arco parlamentario: PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos. El más mediático de todos ellos, Juan José Cortés, encabeza la lista popular por Huelva. El partido de Pablo Casado apostó por él como bandera de la campaña en favor de la prisión permanente revisable para delitos de especial gravedad, como el sufrido en su propia familia con el dramático asesinato de su hija a manos de un pederasta.

El ‘cortocircuito’ de Juan José Cortés: se lía con el nombre de Casado y habla del Gobierno de “Pedro Iglesias”

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Junto con Juan José Cortés, otros tres integrantes de la comunidad romaní accederán con toda probabilidad a la cámara legislativa. A Beatriz Carrillo le acompaña una larga trayectoria en el activismo social y político, heredado de su padre, viejo militante socialista desde la clandestinidad. Ocupa el puesto número tres de la candidatura del PSOE por la provincia de Sevilla y afronta el proceso electoral con "ilusión" y "entusiasmo", consciente del momento histórico que supondrá la irrupción en el Congreso de los cuatro diputados gitanos. "Es un hito, un nuevo rumbo" en la andadura de la comunidad romaní, excluida secularmente de los ámbitos del poder.

"Es hora de que se escuche la voz de las gitanas y los gitanos en las Cortes Generales", declara Beatriz Carrillo. Presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas y titulada en Antropología, llevará su compromiso social al Parlamento para combatir la "indiferencia hacia un pueblo en situación de subordinación, desigualdad y exclusión social". Beatriz Carrillo está convencida de que "se puede hacer mucho" desde el Congreso de los Ciudadanos para revertir la adversa realidad de su comunidad, sometida históricamente a insoportables tasas en materia de educación, sanidad, vivienda o desempleo.

Beatriz Carrillo, en la inauguración de la cumbre.

Beatriz Carrillo.

"Es una oportunidad y asumimos la responsabilidad, pero tenemos que trabajar duro", sostiene la candidata, natural de Puente Genil (Córdoba). Su primer cometido es acabar con el antigitanismo, que vuelve a recobrar vigor de la mano de la ola ultraconservadora que recorre Europa. Carrillo se marca como objetivo reformar la Constitución para visibilizar a la comunidad gitana en la Carta Magna y reconocer su lengua, su historia y su cultura. "Lo demás caerá en cascada", afirma. Beatriz Carrillo confía en que la nueva legislatura saque adelante la Ley Integral de Igualdad de Trato y No Discriminación, que proteja a grupos especialmente vulnerables, como es el caso del colectivo que representa. "Estamos ante un punto de no retorno. La democracia nos lo debe", asegura.

Similares objetivos, aunque desde una plataforma política distinta, estimulan el compromiso social de Sara Giménez, candidata número 3 de Ciudadanos por Madrid. Abogada y activista de Secretariado Gitano desde hace 18 años, fue fichada por Albert Rivera en un acto del 8-M de 2018. "Se acercó y se interesó por mi trabajo, ya que habían tomado la decisión de incorporar a personas con perfil del campo de la igualdad", explica, poco antes de viajar a Andalucía para proseguir su campaña electoral.

"Tenemos que llegar a acuerdos por encima de los colores políticos", reclama Sara Giménez

La inminente presencia del mayor número de gitanos en la historia del Congreso es una prueba, a juicio de Sara Giménez, de la "madurez del pueblo romaní". "Hay muchas batallas pendientes", puntualiza. La desigualdad se visibiliza de "forma alarmante" en el ámbito de la educación, donde las cifras de absentismo escolar son escandalosas. "No hay políticas estatales serias", lamenta.

La abogada Sara Giménez. representante de España en el Comité Europeo contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI).

La abogada Sara Giménez. representante de España en el Comité Europeo contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI).

La candidata independiente de Ciudadanos apuesta por implementar políticas transversales que hagan frente a la discriminación de grupos especialmente vulnerables y sitúa también la Ley Integral de Igualdad de Trato y No Discriminación como herramienta legislativa indispensable. "Tenemos que llegar a acuerdos por encima de los colores políticos", reclama Sara Giménez.

Más de 750.000 personas integran la comunidad gitana en España, casi la mitad en Andalucía. Su infrarrepresentación en las instituciones públicas ha sido evidente. Con la entrada de estos cuatro diputados en las Cortes se habrá dado un paso de gigante, todavía inferior al porcentaje que le correspondería en función de su población.

"Es un momento histórico reclamado por los gitanos desde hace muchos años", asegura. Sara Giménez dice sentir el apoyo de infinidad de gitanos y personas del colectivo mayoritario a la labor que ahora inicia. "Siento que vamos a ser referencia para muchos jóvenes, porque vamos a estar en los lugares de decisión política", argumenta.

Es consciente de que el avance en los últimos treinta años ha sido muy notable, tras una larga historia de discriminación y persecución, que fue felizmente atajada con la promulgación de la Constitución de 1978. "Pero nos queda mucho por hacer. Hay que romper prejuicios y estereotipos. Por el simple hecho de ser gitanos somos relegados en el empleo o el alquiler de vivienda", protesta.

Ismael Cortés, cabeza de cartel por Unidas Podemos en Comú en Tarragona, considera que la significativa entrada de gitanos en el Congreso evidencia un "cambio generacional y en los modos de hacer política" al computar como un valor electoral la diversidad. "Desde Juan de Dios Ramírez Heredia nos habíamos quedado huérfanos", subraya. "Es un acontecimiento muy positivo. La voz del pueblo gitano tiene que ser oída en el Parlamento", sostiene este doctor en Estudios Internacionales en Paz y Conflicto, licenciado en Filosofía y Antropología, y titular de una larga trayectoria profesional en el campo de los derechos humanos y el diálogo intercultural.

Ismael Cortés.

Ismael Cortés.

"Conocí al equipo de Pablo Iglesias y [Jaume] Asens y me ficharon como independiente por mi perfil técnico y analista", aclara Cortés. El número 1 de Unidas Podemos en Comú por Tarragona ha estudiado a fondo el fenómeno del antigitanismo y el repertorio de prácticas de persecución de los gitanos, a quienes la mayoría hegemónica consigna como un "colectivo subalterno, inferior y hasta extranjero". "He visitado guetos gitanos, como en la Mina de Barcelona, y la situación es deplorable. Me recordó las zonas rurales de Bosnia y Serbia, que aún padecen las secuelas de la guerra", describe Ismael Cortés. "Hay un claro estigma contra el gitano", sentencia.

Por eso, juzga impostergable aprobar la Ley Integral de Igualdad de Trato y la sitúa como el "caballo de batalla" clave de su labor política en el Congreso. Ismael Cortés es partidario de activar medidas en sanidad, empleo, vivienda y educación que corrijan los graves desequilibrios que lastran la vida de la comunidad romaní. Y asegura: "La cultura gitana tiene que ser reconocida como parte de la cultura nacional". Cortés equipara el antigitanismo con el antisemitismo y reclama un revulsivo social similar al experimentado en EEUU en los años sesenta cuando la población afroamericana fue integrada en todos los ámbitos sociales, desde el cine a la política, el deporte y la cultura. "En España no se ha producido inclusión alguna en los espacios de representación pública. Desgraciadamente no", concluye.

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