La incógnita de Alba García
Sumar designó a su aspirante a lehendakari, Alba García, que unos meses atrás había defendido la camiseta de Elkarrekin Podemos en las elecciones al Ayuntamiento de Bilbao.
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Parece mentira, pero hace no tanto tiempo corrían las incertidumbres en las tertulias del politiqueo vasco porque los portavoces de Sumar y de Podemos no habían descartado aún conformar una candidatura compartida. Las apuestas, eso sí, cotizaban a la baja. En Madrid, los amores terminaron de romperse cuando Yolanda Díaz ofreció un ministerio a Nacho Álvarez contra el criterio de la dirección morada. Después, el divorcio electoral gallego sonó como un portazo. Por si no fuera bastante, Irene Montero plantó su candidatura a las elecciones europeas y los diputados de Podemos llamaron a las puertas del Grupo Mixto.
En esto, Sumar designó a su aspirante a lehendakari, Alba García, que unos meses atrás había defendido la camiseta de Elkarrekin Podemos en las elecciones al Ayuntamiento de Bilbao. Puesto que Podemos defendía la candidatura de Miren Gorrotxategi, era difícil no ver el asunto como una OPA hostil, un órdago a la mayor o una oferta a hechos consumados. Se repitió como un eco el esquema de la negociación ministerial y el ambiente terminó de enrarecerse entre codazos y miradas con el rabillo del ojo.
Los periodistas, siempre propensos al chismorreo, atosigan a García con menciones a Podemos y le preguntan por qué abandonó sus viejas siglas. Ella sale del apuro como buenamente puede, diciendo que Sumar tiene futuro y sugiriendo tal vez que Podemos no lo tiene. Las divergencias, añade, no responden tanto a desencuentros ideológicos como a desconfianzas personales. Si las encuestas aciertan, los recelos mutuos se cobrarán un alto precio en escaños. EiTB Focus dice que Sumar se queda en cero y Elkarrekin Podemos retiene dos plazas. El Sociómetro dice que Elkarrekin Podemos desaparece y Sumar gana un asiento.
García es la candidata más desconocida y sus siglas son las más novedosas, de modo que camina sobre un desfiladero de interrogaciones. Es bilbaína, tiene 35 años y se formó como psicóloga. Ha trabajado en diferentes colectivos sociales y desempeñó un papel coordinador en SOS Racismo. Dice que las privatizaciones son de juzgado de guardia, que Oskidetza ha abierto un nido de precariedad y que la Ley vasca de Educación promueve la segregación y beneficia a los centros concertados. Como se preocupa por el cambio climático y el ecologismo, reivindica el transporte público y propone el uso gratuito de las líneas de Cercanías.
En estos tiempos que corren, con las candidaturas repletas de nombres frescos, García es joven entre jóvenes y encarna un ciclo político marcado por el recambio generacional y la reforma de los liderazgos. La chavalada, advierte García, tiene los pies en la tierra y conoce de primera mano el viacrucis de los contratos basura y el laberinto inmobiliario. Pero no vale llenar las papeletas de savia nueva si las mujeres no ocupan la primera línea de combate. García advierte que el feminismo es algo más que una celebración el 8 de marzo. Los hombres no deberían seguir monopolizando todos los protagonismos.
A primeros de marzo, Yolanda Díaz se acercó a dar aliento a su candidata en un evento dedicado al sector de los cuidados. "En Euskadi el 96% de los abortos se están derivando a clínicas privadas", denunciaba García. Unas semanas después, recaló en Bilbao la ministra Sira Rego con un discurso enfocado a la vivienda. Y es que los jóvenes vascos, como en tantos otros sitios, se las ven moradas para pagar los alquileres. No faltaron unas palabras para el lehendakari Urkullu, que hace apenas unas semanas dispuso una ayuda de 300 euros a la emancipación. Los cheques vivienda, dice García, terminan en los bolsillos de los tenedores.
Con los comicios vascos a la vuelta de la esquina, Sumar celebró su asamblea fundacional en Madrid y coronó a Díaz como coordinadora general. Dicen que la participación fue escuálida pero la Vicepresidenta segunda asegura que sus siglas no tienen carácter provisional sino que han venido para quedarse. El tropiezo de las elecciones gallegas y la reciente tangana con IU Madrid han dejado sobre la mesa un puñado de dudas razonables. Ahora las urnas vascas tienen algo de examen de reválida para una formación que nació sembrando expectativas. A ver si Alba García contribuye a despejar la incógnita.
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