Este artículo se publicó hace 2 años.
El mundo mira a Chile
Pablo Iglesias
Madrid-Actualizado a
El mundo mira a Chile. El país en el que el Neoliberalismo se impuso por la vía militar en 1973, vivió un estallido social en 2019 que tuvo al menos dos traducciones institucionales.
La primera fue la elección popular de una convención constitucional con la misión de redactar una nueva Constitución que superara y sustituyera la de Pinochet de 1980. Los representantes de los chilenos en la Convención han redactado ya esa nueva constitución que será sometida a referéndum el próximo 4 de septiembre. Se trata, según muchos juristas, de un texto constitucional moderno que garantiza una mayor justicia social y más derechos para las chilenas y los chilenos ante los desafíos que se le presentan al país en el siglo XXI.
La segunda consecuencia institucional de la crisis social fue la elección de Gabriel Boric como presidente de la República de Chile frente al candidato de la ultraderecha, José Antonio Kast. Boric formó hace apenas dos meses un gobierno con representantes de varios partidos políticos de izquierda y de centro-izquierda y con figuras independientes. El gobierno ha planteado una agenda de reformas para racionalizar la organización administrativa del país, para asegurar la paridad de género y el reconocimiento de las diversidades sexuales, para garantizar el cuidado del medio ambiente, para mejorar los derechos laborales de los trabajadores y para el desarrollo de unos servicios públicos muy debilitados por décadas de dominio neoliberal.
Bueno, hasta aquí todo normal. Hay una voluntad social mayoritaria de cambio y esa mayoría se expresa en las urnas eligiendo una asamblea constituyente -que ha hecho su trabajo redactando el borrador de nueva constitución más moderna y democrática que tiene que votar la gente- y eligiendo a un nuevo presidente que ha hecho un gobierno plural para implementar un programa reformista. Normalidad democrática en Chile.
Pero ay amigos, frente a los cambios democráticos hay siempre una parte de la derecha y la ultraderecha que tiene problemas para aceptar el veredicto de las urnas. Y esos sectores tienen mucho poder. Y lo cierto es que, desde que Boric asumió la presidencia, la derecha y la ultraderecha de Chile están haciendo valer su enorme poder para atacar con una agresividad salvaje al gobierno y a la convención constitucional que eligieron los chilenos.
Cuando hablamos del poder de la derecha y la ultraderecha chilena, ¿hablamos del poder que dan las urnas? No. Hablamos del poder que da tener a la inmensa mayoría de los medios de comunicación trabajando a su servicio.
Un veterano político chileno, poco sospechoso de radicalismo, el socialdemócrata Camilo Escalona, señalaba el otra día, en una entrevista en la revista The Clinic, a la derecha empresarial chilena como un actor que pretende anular al gobierno y decía, cito literal: ellos manejan los medios de comunicación. Y las imágenes que han generado del gobierno son tremendas.
Hoy en la base queremos conocer a los poderes mediáticos chilenos. Vamos a contar quienes son los dueños de lo que ven, escuchan y leen millones de chilenas y chilenos y cual es su modus operandi para debilitar al gobierno y a la convención que eligieron los ciudadanos
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