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El PCE era una fiesta o los primeros 100 años del PCE

Con una gran representación en el actual Ejecutivo, el Partido ha sacado pecho durante la celebración de su primer centenario. Discursos memorialistas, pero también con gran perspectiva de futuro, han resonado ante miles de asistentes. Los acordes y la voz de Silvio Rodríguez han cerrado esta jornada histórica.

Yolanda Díaz interviene en el acto central de la celebración del centenario del PCE.
Yolanda Díaz interviene en el acto central de la celebración del centenario del PCE. Guillermo Martínez

El centenario del Partido Comunista de España (PCE) ha pasado sin pena pero sí con gloria en el acto central de su celebración. En el auditorio Miguel Ríos, en Rivas Vaciamadrid, ha retumbado la voz de un plantel de primer orden: Enrique Santiago, secretario general del PCE y secretario de Estado para la Agenda 2030; Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Asuntos Sociales y vicepresidenta del Gobierno; Unai Sordo, secretario general de CC.OO.; Pepe Álvarez, secretario general de UGT; y Marga Sanz, coordinadora general de Esquerra Unida del País Valencià. Sus diatribas, conscientes del poder actual de los comunistas en el Gobierno, sin parangón desde los tiempos de la Segunda República, se han centrado en el pasado de la organización y su futuro, como si de un filosófico "¿de dónde venimos?" y ¿a dónde vamos?" se tratara. Sin embargo, el "¿quiénes somos?" ha quedado algo de lado: la palabra "marxismo" no se ha pronunciado en ninguna ocasión y las ansias de "socialismo" tan solo las ha explicitado Santiago.

El retraso ha marcado la jornada repleta de abrazos, fotografías, arengas y encuentros. Abajo, unas 500 sillas blancas aguardaban a los militantes inscritos en la jornada. Más arriba, en las gradas, hasta 10.000 personas, tal y como afirman desde el Partido, se han concentrado para ejercitar la vista y poder otear al orador del momento. Silvio Rodríguez, el colofón de la histórica cita, ha marcado también su inicio cuando pasados 30 minutos de la hora del comienzo su voz y los instrumentos de su elenco han dejado de ensayar.

Los únicos que se han acercado a la prensa, mucho antes de que el sol cansara a los presentes, han sido los líderes sindicales y la ministra de Trabajo. A los tres les han preguntado sobre la situación de esa suerte de revolución institucional que son la continuidad de los ERTE y la subida del salario mínimo. La imprescindible correlación de fuerzas ahora se mide en declaraciones enfrentadas entre la patronal y las organizaciones laborales. La banalidad, en muchas ocasiones, es la única que no se puede levantar de la mesa de negociación.

La mujer comunista también cumple 100 años

El sobrio escenario por el que han desfilado los invitados a la fiesta tan solo estaba adornado por la cartela que cubría el atril. Las primeras manos que se han posado en él han sido las de Marga Sanz, casi a la misma hora en que debería haber terminado el acto. Los asistentes aún ocupaban sus localidades previo pago de un par de euros a modo solidario cuando la valenciana ha repasado la historia de la mujer dentro del PCE. Citados han quedado los nombres de las máximas representantes (Dolores Ibárruri, las 13 Rosas, Matilde Landa y Aurora Picornell, entre otras) de esta tradición relacionada con la lucha por la emancipación de la mujer que, según la política, aún continúa en el presente. Así lo demuestran los éxitos de las convocatorias por el 8 de marzo, ha asegurado. Ese día, el 8M, en el que el movimiento feminista llamaba a la huelga general y las dos grandes centrales sindicales convocaban temerosos paros parciales.

Este repaso a la memoria se ha detenido en el papel que todas ellas jugaron al estallar la Guerra Civil, su militancia en las Juventudes Socialistas Unificadas y el soporte que ellas, las familiares de los presos, les dieron durante su cautiverio. Así hasta llegar al Movimiento Democrático de Mujeres, surgido en 1965, para alcanzar la despenalización del aborto y del adulterio y la legalización del divorcio. "El feminismo es uno de los frentes que con mayor insistencia pugna contra el sistema actual", ha incidido Sanz.

El inicio similar del PCE y la UGT

La cola de los simpatizantes y curiosos continuaba reduciéndose cuando Pepe Álvarez ha encarado el atril. Vociferante, con la mirada de convencimiento de aquel que grita a un micrófono como si el sonido fuera así amplificado por los altavoces, el líder ugetista también ha querido hacer memoria en un día tan señalado: "Por mucho que se haya intentado disimular, los orígenes del PCE y de UGT son similares. Antonio García Quejido, el primer secretario general del PCE, fue también el propulsor de UGT", ha ilustrado.

Vociferante, a Álvarez el orgullo de este día parecía salírsele de la boca. El pasado más cercano y la inmediata actualidad se han colado durante su diatriba: "La pandemia es una gran oportunidad para poner de manifiesto que vivimos en un sistema que no es capaz de garantizar la seguridad y el bienestar de los ciudadanos (…). Después de tantos años de dictadura neoliberal, hoy el Estado es más necesario que nunca para los retos que nos esperan en el futuro".

En el lado correcto de la historia

Aplausos por la intervención anterior y más aplausos por la esperada han dado la bienvenida a Unai Sordo. El secretario general de CC.OO. ha sido directo con los allí presentes: "Ahora que se llega a frivolizar sobre quién ha estado en el lado correcto de la historia, es importante recordar que la historia la escriben los trabajadores y se define en los momentos críticos. El PCE estuvo allí donde tuvo que estar, en el lado correcto de la historia, y eso es algo que no lo pueden decir todos". Su locución ha pasado por el momento más memorialista cuando ha citado el asesinato de los abogados de Atocha, Pedro Patiño (asesinado durante una huelga de la construcción) y las balas de Vitoria: "Que no nos cuenten milongas, que Franco murió en la cama pero su dictadura lo hizo en la calle", ha declarado.

Asistentes al acto central de la celebración del centenario del PCE, en Rivas-Vaciamadrid.
Asistentes a la celebración del centenario del PCE, en Rivas-Vaciamadrid. Guillermo Martínez

No hay libertad sin igualdad

Los gritos de "Yolanda presidenta" auguraban lo que se avecinaba. La vicepresidenta del Gobierno ha sido la única de los oradores que ha salido a la palestra sin papeles como acompañamiento. Mientras andaba lentamente de un lado para otro, como esa persona que se sabe reflexiva, analítica y honesta, se ha hecho con el escenario, con el público, con el micrófono: "Me siento en mi casa, es mi cultura y forma parte de mí. Hoy celebramos 100 años de la historia seguramente más lúcida, triste, combativa y heroica, que ha cometido muchos errores, pero siempre en el lado correcto de la historia", ha comenzado su arenga.

Asimismo, Díaz se ha referido a "los que hoy peinan canas", decenas de ellos entre ese fiel público, para decir que ellos "saben muy bien que para tener libertad tenemos que ser iguales". "Los jóvenes precarios no son libres, y esa lucha por ser profundamente iguales es más actual que nunca", ha continuado. Una vez aceptada la eliminación de los honores y condecoraciones desde su cartera ministerial a personajes "que representan lo peor de nuestro país"; en sus propios términos, lo realmente importante es mirar hacia el futuro, ha opinado la ministra.

Ahí se ha abierto la caja, ya caliente casi candente, de la actualidad: ley rider, subida del salario mínimo, parámetros económicos, cambios en la mentalidad política estadounidense y en la Unión Europea y la disparidad de opiniones dentro del Ejecutivo español han sido algunos de los temas mencionados. "El centenario del Partido nos indica que hay que ensanchar la democracia, combatir y revertir los recortes del neoliberalismo, gestionar mejor [los recursos] y defender los derechos", en palabras de la vicepresidenta.

Fuerza y organización

Enrique Santiago ha cerrado la parte oratoria del acto. Él sí, con su discurso escrito pero también aprendido, se ha referido a los miles de congregados hablando del PCE: "Nacemos de las entrañas de la clase trabajadora, de la rebeldía de los pueblos explotados". Otra de sus píldoras de la mañana, casi tarde, en Rivas Vaciamadrid: "La patria de los comunistas es la humanidad". Tampoco se ha olvidado de las cuatro legalizaciones y las tres prohibiciones que el ya centenario PCE carga a sus espaldas: "Hemos sufrido cárcel, tortura, exilio y muerte. Eso nos acredita como madres de la justicia social y padres de la democracia".

El sol se encontraba en su punto más álgido del arco cuando el secretario de Estado soltó otra para el recuerdo: "Lo posible es la distancia que cubrimos con cada paso que avanzamos (…) y tan importante como llegar es hacerlo con fuerza y organización", ha dicho un eufórico Santiago arropado por los suyos. Esto último no lo ha escuchado bien una señora sentada en la tercera fila de la pista, alterada por una mosca, "cojonera" según ha explicitado: "Dice que tenemos que ser más fuertes y seguir unidos", le ha contestado el hombre que la acompañaba ante el reclamo de ella por enterarse de lo dicho. Santiago, que ignoraba estas pequeñeces del mundo terrenal de los de abajo, ha afirmado que "donde hay un comunista, hay un ejemplo de honestidad y compromiso con la unidad". Por último, embargado de poesía nerudiana, ha recitado los versos que el chileno dedicó al Partido Comunista: "Me has hecho indestructible porque contigo no termino en mí mismo".

Silvio Rodríguez y su cosa

Realmente, la cosa no había terminado. En ese vaivén de personajes sobre el escenario, después de que retiraran el atril en el que lucía una hoz que lleva tiempo afilándose y un martillo que cada vez pega con más fuerza, no pocas personas han ido a buscar una sombra o se han retirado de los demás para encenderse un impaciente cigarro. Por otra parte, "la cosa" es como dicen en Cuba cuando se refieren a la política o la realidad que se vive en la isla. Así lo ha explicado, casi a las tres de la tarde, Silvio Rodríguez: pletórico, emocionante, consagrado.

El cantautor, a decir verdad, lo tenía fácil. El público era suyo, pero no como si de propiedad privada se tratara, sino suyo por sus canciones, inmortales como las ideas perennes entre los miles de asistentes. Algunos de ellos, ya cansados de soportar el Mundo Obrero, el órgano de expresión del PCE, sobre sus cabezas para evitar los rayos del sol, se empezaban a retirar hacia las zonas de sombra ideadas en la otra explanada, donde la cerveza, los bocatas, las charlas, los stands y las recogidas de firmas en solidaridad del Mar Menor continuaban, ahora con el eco de los versos cantados de Silvio Rodríguez.

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