Este artículo se publicó hace 3 años.
Se buscan personas voluntarias para recoger el plástico de las costas de Ibiza
Con una vocación local y colaborativa, este proyecto de limpieza del océano tiene como objetivo reducir la cantidad de plástico que se mueve por el Mar Mediterráneo, recogiéndolo a su paso por las Islas Baleares.
Mila García Nogales
Ibiza-
La historia de IBI Foundation comienza con una tortuga atrapada en una lona de plástico. La tortuga, al borde de la asfixia, luchaba por liberarse cuando los marineros holandeses Ed y Joke la divisaron cerca de las costas de Ibiza. Después de ayudarla y de devolverla al mar para que siguiera su camino, la bautizaron con el nombre de IBI en honor a la isla donde se encontraban. Esta coincidencia le salvó la vida al animal y transformó la visión de los dos amigos, que a partir de aquel día se propusieron hacer todo lo posible por proteger a la fauna marina. Sucedió el 2 de julio de 2017. Dos años después, crearon la fundación.
Con una vocación local y colaborativa, este proyecto de limpieza del océano tiene como objetivo reducir la cantidad de plástico que se mueve por el Mar Mediterráneo, recogiéndolo a su paso por las Islas Baleares. La tortuga IBI se convirtió en su símbolo; y también en una metáfora de todo el daño que la especie humana le causa al mar. A bordo de un catamarán 100% eléctrico impulsado con energía solar que navega cinco días a la semana durante todo el año, las voluntarias y voluntarios de la fundación tienen la misión de "vigilar y levantar los residuos, para después clasificarlos y hacer un conteo".
Así lo explica Luis Soland, capitán del velero de IBI Foundation y responsable de organizar las batidas. "Los plásticos se mueven continuamente por la acción de los vientos y corrientes añade. Mi trabajo también consiste en saber hacia qué parte de la isla se dirigirán en función del viento; por eso cada día seguimos una ruta diferente". Decido unirme al grupo en una de sus incursiones, durante la que recorreremos las zonas de Cala Llonga y Cap des Llibrell, al este de Ibiza.
Es julio y el día amanece nublado. La salida está prevista para las diez y media de la mañana desde el puerto de Santa Eulalia del Río. Cada activista ha de aportar un donativo previo de 10 euros para ayudar con la inversión del barco y su mantenimiento (que también sirve como reserva de la plaza). Una vez a bordo, la labor consiste en prestar atención a la superficie del agua para detectar el plástico y recogerlo antes de que se aleje: el catamarán cuenta con una malla regulable que permite arrastrar la basura sin poner en riesgo a los animales marinos. También hay redes individuales con las que las voluntarias y voluntarios pueden capturar los fragmentos más pequeños o aislados de forma manual.
"Lo más frecuente son pequeños pedacitos de plástico y botellas, comenta Luis Soland. En una ocasión, encontramos una botella con una familia de cangrejos dentro. Además, desde el comienzo de la pandemia, las mascarillas aparecen flotando por todos lados, cerca y lejos de la costa. Los peces se quedan atrapados. Creo que la gente debería tener más conciencia sobre el uso de las mascarillas desechables".
Las restricciones por el coronavirus provocaron que, durante varios meses, la actividad de IBI Foundation se viera interrumpida. Ahora que se ha reanudado, la crisis sanitaria continúa estando presente en el mar en forma de residuos no controlados que aumentan día tras día y que tardarán años en destruirse.
La pesca genera más plástico que el turismo
En cuanto al turismo, ¿influye en la cantidad de plástico que se recoge? ¿Hay más deshechos en verano que en invierno? Para el patrón del velero de IBI Foundation, "el charter con este término, se refiere a las embarcaciones recreativas y de alquiler, es responsable de una parte de la contaminación plástica en el mar de Ibiza, pero no en su totalidad, pues muchos de los plásticos que encontramos viajan desde otros países y vienen directamente de la pesca. Creo que contamina más el sector pesquero que el turístico".
Según las investigaciones desveladas por el documental Seaspiracy, que se estrenó en marzo de 2021, el 46% del conocido como parche de plástico del Pacífico está compuesto por redes de pesca. En 2019, Greenpeace publicó un informe bajo el título Redes fantasmas: el abandono de redes de pesca que acechan nuestros océanos, donde recogía el dato de que el 10% de los plásticos que hay el mar son residuos pesqueros. Este porcentaje se correspondería con unas 640.000 toneladas vertidas al año, el equivalente en peso a más de 50.000 autobuses de dos pisos.
"Se llegó a tal nivel que ni reciclar ni reutilizar sirven: habría que dejar de consumir plástico, sentencia Luis. He navegado por el Mar Atlántico, por las costas de Argentina, y nunca había visto tanto plástico como en el Mediterráneo. Por otro lado, ahora que yo también estoy aprendiendo y tomando conciencia, puedo decir que, si la gente no empieza a recoger el plástico que ya está en el mar (no vale sólo con dejar de usarlo), el futuro no traerá nada bueno. Si todos los seres humanos hicieran el esfuerzo de agacharse y levantar el plástico, si cada vez que alguien fuese a la playa se llevara una bolsa llena de plástico, cambiarían algo las cosas".
La labor de IBI Foundation también implica limpiar y clasificar los residuos para darles nuevos usos. En este sentido, existen alternativas al reciclaje que evitan que se fabriquen nuevos materiales y que, por tanto, se genere más basura. Por ejemplo, la fundación colabora con un proyecto que convierte el plástico en mobiliario valiéndose de una impresora 3D. También está en contacto con una iniciativa que se dedica a construir maquetas de barcos a partir de residuos.
La jornada llega a su fin y regresamos a puerto con un saco lleno de plásticos de todo tipo. De camino a casa, no puedo evitar pensar que, si se compara la cantidad que hemos recogido con la que todavía flota por los alrededores de la isla, y por los océanos del mundo, el resultado pudiera parecer anecdótico. Pero entonces me acuerdo de aquella tortuga a la que Ed y Joke rescataron y lo veo claro: el valor de la existencia no se mide en tamaños.
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