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Catalunya El monocultivo turístico aboca a la Costa Brava al parón económico

La pandemia impacta de forma brutal en poblaciones enfocadas al turismo de masas extranjero, como Lloret de Mar, cuya economía depende en un 85% del sector, o Tossa de Mar, con cuatro veces más plazas hoteleras que habitantes.

Un local en lloguer a Tossa de Mar.
Un local para alquilar en Tossa de Mar. Emma Pons Valls

En una de las calles cercanas al paseo marítimo de Lloret de Mar, Munser y su marido levantan cada día la persiana de su bar con la esperanza de hacer más caja que la jornada anterior. En las mesas exteriores, apenas hay una pareja del pueblo con un par de cafés con leche. "Solo podemos probar, y es lo que hacemos todos los días", explica la propietaria, alemana pero afincada desde hace años en la capital del turismo de sol y playa de la costa catalana. Pese a ser un bar de copas, han intentado reconvertirse y ahora también ofrecen desayunos. "Solo viene gente del pueblo, y pocos, porque son pobres; muchos van a Caritas", lamenta Munser.

Lloret es la quinta destinación del Estado en turismo de sol y playa por plazas hoteleras; tiene alrededor de 30.000. Con casi un millón y medio de visitantes anuales -el 75%, internacionales-, su economía depende en un 85% del turismo. La sequía de turistas provocada por la pandemia la ha paralizado. "La situación es de mucha dependencia del sector turístico, por lo que ha habido una repercusión más grave que en otras poblaciones a nivel de empresas y trabajadores", constata Enric Dotras, presidente del Gremi d'Hostaleria de Lloret de Mar.

Un 85% de la economía de Lloret depende del turismo

Con un breve paseo por el centro del municipio, de unos 40.000 habitantes, el impacto de la crisis se percibe. La mayoría de comercios tienen la persiana bajada. Pese a que esto es medianamente habitual en un municipio de veraneo durante el invierno, la cantidad de establecimientos cerrados supera lo habitual, y los numerosos carteles de "se alquila" en los escaparates constatan la excepcionalidad.

Entre las pocas tiendas abiertas, un bazar con ropa y productos de bisutería. La propietaria cuenta que en toda la mañana han hecho 3,40 euros de caja. "Si no vienen extranjeros no sé qué es lo que haremos. La gente del pueblo solo pasea, no compra", explica. Por ahora, intentará aguantar el negocio para ver si la coyuntura mejora en las próximas semanas o meses, pero no puede decir hasta cuando abrirán.

"La afectación en el municipio es muy alta: en la temporada alta hemos trabajado al 50%, y en la baja, nada", afirma el alcalde del municipio, Jaume Dulsat (Junts per Lloret). Esto repercutirá en las cuentas municipales, que se verán reducidas en alrededor de tres millones de un total de 75.

En Tossa, la facturación se ha reducido hasta un 75% durante la temporada alta

A poco más de diez kilómetros de Lloret está Tossa de Mar, también con una economía fuertemente orientada al turismo. "Es una temporada negra, un ejercicio que tendremos en la memoria como un annus horribilis", apunta Francesc Zucchitello, presidente de l'Associació Professional d'Empresaris d'Hostaleria de Tossa de Mar (APEHT). Según la organización, un 30% de las actividades empresariales del municipio no volverá a abrir.

Zuchitello cuenta que este verano se ha facturado un 75% menos en Tossa. El municipio, de 5.500 habitantes, tiene 22.000 plazas de alojamiento y se coloca como el quinto municipio catalán en pernoctaciones. La ocupación no ha superado el 30% aunque un 70% de los establecimientos hoteleros han abierto. "Una miseria", lamenta el empresario.

La restauración ha aguantado mejor, aunque la situación es igualmente complicada. En el pueblo hay apenas unos pocos bares y restaurantes abiertos. Jaume, responsable de uno de ellos, explica a El Quinze que tras la reapertura de noviembre ha levantado la persiana solo para dar trabajo, porque la previsión de hacer beneficio es nula.

Fidel Pincay, camarero en el Bar Josep, también ha abierto. "Los números van muy mal. No es rentable. Estamos entre ocho y diez horas abiertos y no hacemos caja". Facturan unos 80 o 90 euros al día.

Jaume explica que en verano hubo gente "como nunca", aunque las ganancias estaban condicionadas por los límites de aforo y, además, no permiten sostener el conjunto del año. Pincay coincide con él y remarca que se trata solo de cuatro meses.

Precariedad aumentada

CCOO advierte que la pandemia "ha roto la rueda de la precariedad"

La poca actividad económica de esta temporada tiene un impacto directo en la situación de los trabajadores del sector turístico, que son más del 80% en Lloret. Muchos son fijos discontinuos, es decir, trabajan parte del año -normalmente, entre seis y ocho meses- durante el cual generan paro, y el resto cobran el subsidio correspondiente. Belén López, secretaria general de CCOO en las comarcas de Girona, califica este funcionamiento de "rueda de la precariedad" y afirma que con la pandemia "se ha roto del todo". Además, algunos de ellos han tenido ERTE, pero otros no, porque en marzo aún no había empezado la temporada.

"Cuando fundamentas el modelo económico en la precariedad y sufre un contratiempo, si ya estabas en la precariedad te quedas en la indigencia", denuncia la sindicalista. Según CCOO, prácticamente el 40% de los contratos en el sector son a tiempo parcial aunque luego se trabaja "muchas más horas en negro". Esto se ha traducido en unas prestaciones de importes muy bajos que no permiten sostener la vida. "Se han quedado sin red", advierte López. Además, en 2017 el salario medio en la hostelería era de 15.000 euros, casi la mitad que la media salarial en el Estado.

Esta precariedad estructural se refleja en las cifras de población que ha necesitado ayuda en los últimos meses. Caritas Lloret ha multiplicado por 2,5 las personas que recogen alimentos en noviembre de este año respecto al de 2019. Ahora son casi 2.500.

Caritas Lloret ha multiplicado por 2,5 las personas beneficiarias de alimentos

En lo que llevamos de 2020, los servicios sociales del municipio han atendido a 4.000 personas, mil más de las que atendieron en todo el 2019, y han abierto el doble de expedientes nuevos, unos 800.

"La gente ha hecho temporadas más cortas o no las ha hecho. La merma [de ingresos] es muy importante y nos encontramos perfiles que acuden al centro de distribución de alimentos que no habían ido nunca", afirma el alcalde, Jaume Dulsat. Esto ha comportado que el consistorio haga "políticas mucho más asistenciales, para ayudar directamente a las personas que no pueden vivir", apunta Dulsat.

Reconversión del modelo

Los entrevistados son reacios a hablar de una reconversión del modelo económico. Para Dotras, lo que está pasando comportará cambios, pero no el cambio del modelo en sí. "Cuando esto pase, cuando haya vacunas y se vayan minimizando riesgos, muchos de nuestros mercados volverán a visitarnos", afirma. Prueba de esto es que el sector ya está firmando contratos con los operadores tradicionales, añade, y "trabajando muchísimo" para que la próxima temporada se pueda iniciar ya en Semana Santa.

Zucchitello apunta que la propia inercia del mercado ha hecho que las ventas se hayan acabado orientando a sectores concretos, y que haría falta un mínimo de tres ejercicios para llevar a cabo cierta reconversión. "Tendrá que haber una adaptación. Tendremos que ser vigilantes con la calidad, el servicio, la profesionalidad, pero esto no se puede hacer de un día para otro", afirma.

"Más que cambiar el modelo, estamos para mejorar el que tenemos", apunta el alcalde, Jaume Dulsat. Es en lo que estaba el consistorio antes de la debacle de la Covid. "Queremos mejorar el modelo turístico", sentencia.

Desde CCOO, López incide en que "está claro que el turismo es fundamental para nuestra economía", pero aun así debe revertirse la precariedad: "No puede haber tan poco retorno al territorio y a las personas", sentencia.

Lloret, de los municipios catalanes con menor renta

Lloret es uno de los 18 municipios con una renta per cápita que no alcanza el 75% de la media catalana. Belén López, secretaria de CCOO en Girona, apunta a una "correlación directa" entre un modelo turístico intensivo y la pobreza. El alcalde, Jaume Dulsat, apuesta por la competitividad para corregir el problema.

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