Este artículo se publicó hace 4 años.
CoronavirusLos crematorios se colapsan con el coronavirus
Roser (nombre ficticio) perdió a su padre en la crisis de la covid-19. Durante cuatro días, no sabía donde estaba el cuerpo de su progenitor. Finalmente la funeraria Áltima le comunicó que lo habían incinerado en Figueres (Girona). "Se ha multiplicado por seis el número de defunciones que atendemos", ha justificado el director de servicios funerarios de la compañía, Josep Ventura. El porcentaje de incineraciones ha pasado del habitual 50% al 80 - 85%
Paula Ericsson
Roser (nombre ficticio) perdió a su padre durante la crisis de la covid-19, que ha provocado más de 2.300 muertos en Catalunya y más de 10.000 en el Estado espanyol hasta este jueves. Él vivía en la residencia Star de Paseo Maragall, en Barcelona, y su compañero de habitación murió el 20 de marzo por coronavirus.
Él, que tenía patologías previas, traspasó tres días después por "parada cardiorespiratoria aguda". Además de perder su padre en vida, también lo pierde una vez muerto.
Cuatro días después de la defunción, Roser no sabía donde estaba el cuerpo de su progenitor. El director de servicios funerarios de Áltima, Josep Ventura, ha lamentado a Públic que la comunicación con la familia de Roser" no haya sido la adecuada". "Se ha multiplicado por seis el número de defunciones que atendemos. Antes gestionábamos 30 en la semana y ahora 180.
"Se ha multiplicado por seis el número de defunciones que atendemos. Antes gestionábamos 30 en la semana y ahora 180" admite el director de las funerarias Àltima, Josep Ventura
Esto hace que nosotros no podamos estar pendientes y nos sabe muy mal porque no hemos podido informar a esta familia adecuadamente", ha reconocido. Además, ha detallado que el porcentaje de incineraciones habitual está alrededor del 50% y ahora se ha disparado hasta el 80 - 85%.
El 23 de marzo, la funeraria Áltima, encargada de gestionar la incineración del difunto, que inicialmente se encontraba al tanatorio de la Ronda de Dalt (Barcelona), le aseguró a Roser que sería incinerado el 26 de marzo en el crematorio de Montjuic. Aquel día llama al crematorio, y allí le dicen que no, que su padre no está y que no lo esperan. Vuelve a telefonear al tanatorio de la Ronda de Dalt y una de las personas que lo atiende le comunica que su padre quizás está en El Papiol (Baix Llobregat).
"Ah, no, está aquí haciendo cola con cuatro más", le sueltan. Su hermana le escribe por WhatsApp que el crematorio de Montjuic (gestionado por Cementeris de Barcelona) está saturado, situación que más tarde le confirman desde Áltima. Tras cuatro días de incertidumbre e insistencia, decenas mails y llamadas buscando una respuesta, le comunican que su padre está en Figueres (Alt Empordà), donde será incinerado al tanatorio-crematorio gestionado por S. F. Integrales de Girona -filial de Áltima-. Sin comunicación ni notificación previa. "Yo entiendo que van saturados, pero podrían haberme avisado", denuncia a Públic Roser.
En este sentido, Ventura ha explicado que los cementerios de Barcelona están colapsados porque no tienen capacidad suficiente, tampoco el crematorio municipal, y que es por eso que Áltima utiliza sus propios hornos crematorios. La empresa dispone de 29 tanatorios, 6 crematorios (Hospital Gran vía, Sitges, Castelldefels, Gavà, Viladecans, Ripollès y Figueres) y 16 cementerios. Áltima es la principal compañía del sector en Catalunya, junto a Mèmora.
Entre las dos controlan el 33,6% de un mercado que mueve centenares de millones de euros cada año y en el cual tienen un papel decisivo los grupos de aseguradoras, que, al fin y al cabo, son los que abonan la mayoría de entierros (el 60% en el ámbito estatal y el 75% en Barcelona), según explicó Crític. Áltima está controlada por el Grupo VFV, formado por las tres familias de accionistas, si bien a su accionariado también participa el grupo asegurador Santalucía a través de su filial Albia.
Los crematorios, saturados por el aumento de la demanda
El caso del padre de Roser fue "excepcional", justifica Ventura. "Los hornos en la zona más próxima de Barcelona estaban en tareas de mantenimiento y por eso durante un día enviamos a hacer incineraciones a Figueres", asegura. El director de servicios funerarios de Àltima explica que no han trasladado más cuerpos de Barcelona a Figueres desde aquella ocasión.
Aparte de la mala gestión de este caso, la situación global para las funerarias es cada día más compleja durante la epidemia. El porcentaje de incineraciones habitual está alrededor del 50%. Ahora ha subido hasta el 80 - 85%.
"No sabemos si la opinión pública ha entendido que solo se puede incinerar, nosotros aclaramos que se puede elegir entre incineración o inhumación", ha alertado. Además, ha recordado que el entierro se puede hacer en el momento de la muerte, al cual pueden asistir hasta tres personas según las últimas indicaciones de la Generalitat y el Gobierno español. A pesar de que no se pueden velar los muertos ni hacer ceremonias estos días, los familiares que optan por el entierro no tienen que esperar que se levante el Estado de alarma para tener las cenizas.
Puesto que las instalaciones están cerradas debido al decreto ley publicado por la Generalitat la semana pasada y por la orden ministerial publicada este lunes, Áltima informará a las personas de cuando podrán ir a recoger las cenizas de sus seres queridos una vez se levanten las medidas restrictivas. Esto es el que esperan Roser y su familia. Aun así, las únicas que saben el viaje que ha sufrido su padre son las hijas porque han querido ahorrarle el mal trance a la madre. Hasta el 2 de abril no les han confirmado que las cenizas de su padre, difunto el 23 de marzo, ya estaban al tanatorio de la Ronda de Dalt.
Debido a la saturación de los crematorios de Barcelona, Áltima utiliza los de gestión propia, aunque reconoce que hay días de retraso en el proceso. Es por eso que han aumentado la plantilla, de 200 personas en el área Metropolitana de Barcelona, con 18 personas más desde el inicio de la crisis del coronavirus. "Cuando incorporamos personas a nuestra organización no provienen del sector, que es muy específico.
Normalmente hay una formación de tres meses y ahora es de un día y medio o dos días", ha detallado. Quizás esto explica la falta de tacto de algunas personas que trataron con Roser, aunque ella especifica que hay otros que se disculparon y reconocieron la saturación de los servicios.
La saturación que sufre Àltima no es única, puesto que la covid-19 colapsa los servicios funerarios de Barcelona, Catalunya y también Madrid. Para evitar la situación que sufre la capital estatal, que ha tenido que utilizar edificios como el Palacio de Hielo para almacenar difuntos, el sector ha puesto en marcha algunas iniciativas, según informó La Vanguardia.
La saturación que sufre Àltima no es única, puesto que la covid-19 colapsa los servicios funerarios de Barcelona, Catalunya y también Madrid
Una de las más relevantes es la que ha ejecutado Mémora en el tanatorio de Collserola, cerrado al público desde hace días. Está adaptando el espacio para disponer de un gran depósito refrigerado. "Son dos plantas, de 2.500 metros cuadrados cada una, con nuevos sistemas de refrigeración", explicaron fuentes de la funeraria en La Vanguardia.
Otra de las quejas que tiene Roser es "la falta de empatía" por parte de algunos trabajadores, puesto que las primeras gestiones que se hicieron con la muerte de su padre fueron por correo, entre ellas escoger las urnas en las que sería incinerado. Después de ver aquel mensaje, ella llamó por teléfono porque consideraba que era un trato "muy impersonal".
"Es fruto de la excepcionalidad del momento", ha justificado Ventura. Como las familias no se pueden trasladar a los cementerios o tanatorios, el personal tiene que hacer los trámites por teléfono o por correo electrónico.
Aunque ha vuelto a reconocer que algunos de los trabajadores no han atendido de forma correcta a Roser, ha asegurado que tienen que establecer medidas de seguridad por el personal y obedecer las órdenes del confinamiento, y que es por eso que hacen los contactos de forma telemática.
Por otro lado, Ventura ha denunciado la carencia de material de protección por el personal. Ante el escaso material recibido por parte de la Generalitat, según Ventura, han pedido a sus proveedores mascarillas y los sacos estanco en los cuales se tienen que depositar las personas muertas por covid-19, los cuales escasean y son muy necesarios.
El escaso material recibido por parte de la Generalitat, según Ventura, ha tenido que pedir a sus proveedores mascarillas y sacos estanco
Según el protocolo establecido por el ministerio de Sanidad, el personal del hospital o de la residencia tiene que ubicar el difunto en una bolsa biodegradable, el cual después se tendría que depositar en un lugar separado del resto de la morgue.
"Este es el procedimiento teórico, puesto que la mayoría de veces lo hace la empresa de servicios funerarios", ha detallado Ventura, quien ha entendido que la situación del personal sanitario es difícil y que quizás por eso no siguen el protocolo.
Roser está pendiente de recibir los gastos de la gestión de su padre para así poder enviar la factura al seguro Santa Lucía, donde tiene la póliza. Allí le han asegurado que podrían volverle el importe de los servicios no utilizados, puesto que velar alguien en tiempos de covid-19 no incluye velatorio, ni flores, ni tampoco vestir al difunto. Respecto a esto, Ventura ha especificado que el servicio básico ofrecido por Áltima ha pasado de 2.105 euros a 2.002 porque hay servicios que no pueden ofrecer debido a las medidas restrictivas.
En este sentido, Ventura ha asegurado que su empresa no subió los precios durante el coronavirus, tal como hizo Mèmora. Aun así, no fue hasta el 2017 que el grupo municipal de Esquerra Republicana de Vilafranca del Penedès impulsó la necesidad de reformar la ordenanza en la que se obligó a Àltima a tener un precio cerrado por un servicio básico, que no estaba operativo.
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