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Desigualdades covid-19 ¿Por qué la covid no nos iguala? La relación entre la salud y el código postal

El catedrático e investigador Joan Benach señala las desigualdades como la verdadera epidemia del siglo XXI e insta a un cambio de modelo para afrontar las próximas crisis y evitar el colapso ecológico.

Fila de personas, en su mayoría mujeres, que esperan su turno para entrar en Cáritas, en Madrid. - EFE
Fila de personas, en su mayoría mujeres, esperan su turno para recibir comida de Cáritas, en Madrid. Rafael Cañas / EFE

Lejos de ser el estilo de vida, la genética o la atención sanitaria los parámetros que marcan una vida saludable, las causas fundamentales de la salud tienen motivaciones sociales. Dónde vives, de qué trabajas o qué comes está condicionado por tu familia, el entorno, y, en definitiva, la clase social. Esto es lo primero que explica Joan Benach, director del Grupo de Investigación en Desigualdades en Salud de la Universitat Pompeu Fabra (GREDS-EMCONET) y catedrático de Sociología en el mismo centro. "Enfermamos sobre todo por los determinantes sociales: la precarización laboral, la vivienda o la contaminación ambiental, para mencionar solo tres factores", apunta. Benach ha compilado sus principales artículos y entrevistas alrededor de la pandemia en el libro La salud es política. Un planeta enfermo de desigualdades (Icaria), en el que defiende que la epidemia del siglo XXI no es la covid, sino las desigualdades.

Benach señala la política como el "factor crucial" que origina la cadena causal de la salud. Las ideologías condicionan a las políticas públicas, que ya sean de ocupación, vivienda, medio ambiente o sanidad, acaban teniendo un impacto directo en nuestras formas de vivir, trabajar o consumir. Esto, aunque no lo veamos, "afectará a nuestra vida y finalmente a la salud". Es por eso que Benach afirma que "hay un hilo más o menos directo" desde la salud hasta el sistema económico imperante, el capitalismo, así como otros marcos de opresión vinculados, como el "neocolonialismo" y el patriarcado.

"Enfermamos por los determinantes sociales, como la precarización, la vivienda o la contaminación"

Partiendo de esta base, Benach critica que durante la gestión de la pandemia en ocasiones se haya puesto el foco sobre la responsabilidad individual. "El discurso hegemónico habla de virus, atención médica, hospitales, tratamientos, y vacunas. En cambio, se habla menos de la prevención, y cuando se hace casi siempre tiene que ver con la responsabilidad personal". El investigador remarca que la pandemia es "un problema colectivo" y tiene "causas estructurales asociadas a la salud pública". Por eso, hacer hincapié en los factores personales "culpabiliza" y, además, "no es efectivo".

Una gestión poco "humilde"

Por otro lado, Benach apunta que la respuesta a la pandemia se ha caracterizado por la "falta de humildad y previsión" y la incapacidad de actuar de manera rápida y eficaz. "Ha faltado planificación y coraje", dice el investigador, que critica que la estrategia de "convivir con el virus" ha conducido a un "desastre social y de salud pública" con consecuencias todavía desconocidas. Sin grandes inversiones en sanidad y salud pública, como la atención primaria, el rastreo o los servicios sociales, Benach señala que se han hecho "políticas reactivas, con poco liderazgo y un ojo siempre puesto en las presiones empresariales".

El sistema no estaba preparado para una pandemia así, a pesar de que hacía años que los expertos avisaban de que se podía producir. Para el catedrático, se debe a tres motivos: por un lado, a la visión cortoplacista de los gobiernos, con poca predisposición a invertir en prevención; por otro, a la "progresiva mercantilización y precarización" de la sanidad y los servicios sociales; y por último, a la falta de un enfoque global desde un sistema de salud demasiado hospitalocéntrico.

La gestión que se ha llevado a cabo en Catalunya, en el Estado y en la mayoría de países occidentales se contrapone a la estrategia "covid cero" adoptada por países de Asia y Oceanía que ya habían vivido epidemias, como el SARS o el MERS. En Corea del Sur o Nueva Zelanda se han llevado a cabo "intervenciones rápidas y contundentes" y se ha reforzado la salud pública, mientras que en los países occidentales se ha optado por "un permanente bloqueo y liberación de actividades y confinamientos para minimizar los daños económicos", una estrategia cuestionada por el impacto que podría tener a medio y largo plazo.

Por todo ello, Benach confía en que con el tiempo habrá una "evaluación crítica e integral" del trabajo hecho, pero pone de manifiesto que ha faltado dotar de centralidad a la salud pública y mirar más hacia las desigualdades. "Había que haber pensado más en ello", dice, dedicando recursos a la protección social y económica de las personas que viven en los barrios más desfavorecidos o no tienen hogar. "Se han hecho cosas, pero ha sido muy insuficiente". El fortalecimiento de los servicios públicos, incluyendo la sanidad pero también las residencias y los servicios sociales, hubiera sido otra de sus apuestas. A largo plazo, insta a reforzar la Agencia de Salud Pública de Catalunya para aumentar la vigilancia epidemiológica y la prevención.

Cambio de modelo

"O cambiamos radicalmente, o vamos camino de la extinción humana"

En paralelo, el catedrático apunta que hay que impulsar un cambio de modelo a gran escala para evitar o afrontar las crisis que vendrán, derivadas en buena parte del colapso ecológico hacia el cual se encamina la humanidad. "La pandemia es un baño de humildad", afirma. Benach alerta que la crisis ecosocial y energética será peor que la derivada de la covid. "O cambiamos radicalmente, o vamos camino de la extinción humana, o en todo caso a un genocidio y ecocidio masivos", advierte.

Este cambio no es sencillo de adoptar, pero Benach se moja y apunta a diferentes vías para abrir camino. Por un lado, potenciar las cooperativas de producción y consumo para experimentar "nuevas formas de vivir" más igualitarias; una "reeducación ciudadana" que haga aumentar la conciencia de la "crisis sistémica" actual; la creación de grupos de análisis o think tanks que permitan estructurar estas alternativas; y la movilización continua de los movimientos sociales para materializarlas. "Hacer estos cambios nos costará mucho, pero no hacerlos tendrá un coste mucho más alto", concluye.

Más desigualdades en la vacunación

Sea o no la vacuna la solución a la pandemia, el catedrático Joan Benach asegura con rotundidad que en ningún caso servirá para hacer retroceder a las desigualdades, y tilda la cuestión de "geopolítica". El investigador apunta que mientras que las inversiones en investigación para desarrollar los fármacos han sido mayoritariamente públicas, la producción y comercialización están en manos de empresas privadas debido al sistema de patentes vigente. Pero contrariamente a lo que han pedido unos 90 países, entre los cuales la India y Sudáfrica, liberalizar las patentes no parece una opción a corto plazo. Tanto la Unión Europea como los Estados Unidos lo han rechazado. En este sentido insta a "democratizar" el proceso de manera urgente.

Conocer los patrones desiguales de la covid, clave para la prevención

El virus tiene un impacto diferencial por clases sociales pero también por género, debido a la mayor dedicación de las mujeres a los cuidados.

Desde el inicio de la pandemia, la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) ha recogido los datos de contagios en la ciudad según diferentes ejes, como el género, la edad, el barrio y los ingresos. En un estudio publicado recientemente en la revista científica Environmental Research and Public Health constata que la covid tiene una incidencia desigual en función del género y el nivel socioeconómico. "Nos parecía que merecía la pena hacer una aportación científica mostrando estos datos", explica Carme Borrell, gerente de la ASPB. Conocer esta afectación desigual es clave para identificar a los grupos más vulnerables y diseñar estrategias de prevención. 

Borrell pone énfasis en la necesidad de que las estadísticas se dividan por género, porque la covid impacta diferente sobre hombres y mujeres. "Las estadísticas no están mostrando esta realidad", apunta. Las mujeres, con más dedicación a los trabajos de cuidados, tanto dentro del mercado laboral como fuera, se contagian más. Por el contrario, los hombres tienen más mortalidad, al tener más factores de riesgo asociados, como las enfermedades cardiovasculares o un mayor consumo de tabaco y alcohol. 

Por otro lado, Borrell lamenta que en esta crisis no se haya dado la visibilidad que corresponde a la salud pública. "Cuando se piensa en salud se piensa en los hospitales", lamenta. Explica que la epidemia de la covid es una crisis de salud pública porque su gestión incluye desde la prevención hasta la curación, pasando por la vigilancia y el control. Y con un enfoque "hospitalocéntrico" solo se pone énfasis en la última fase, la curativa. Borrell señala que "vivimos en una sociedad que tiene una visión biomédica de la salud" donde hay "jerarquías de poder, también en la mentalidad social", y los hospitales ocupan el lugar más alto.

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