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Afganistán Evelyn Regner: "Las mujeres afganas en peligro deben ser una prioridad en la acogida de refugiados en la UE"

Los peores presagios se están cumpliendo: los talibanes no está cumpliendo sus promesas de defender los derechos humanos y los de las mujeres. En entrevista con 'Público', Evelyn Regner, presidenta de la comisión de Igualdad de la Eurocámara, constata que el régimen talibán "significa opresión para las afganas".

Evelyn Regner, presidenta de la comisión de Igualdad de la Eurocámara.
Fotografía de Evelyn Regner, presidenta de la comisión de Igualdad de la Eurocámara. M. G. Zornoza

"Era como cualquier otro día. La única diferencia es que su hijo tenía fiebre y necesitaba ver a un doctor. Una tarea complicada en las zonas bajo control talibán. La madre estaba sola y el médico en el otro lado de la villa. Pedirle a otro hombre que la acompañase acarrearía un riesgo severo; ir sola, unos latigazos. No tenía opción: cogió a su retoño en brazos y salió de casa. Un joven talibán les disparó al atravesar el mercado". Es la historia, recogida por el Departamento de Estado de Estados Unidos, de una de tantas mujeres presas del radicalismo en el previo Gobierno talibán (1996-2001).

Invisibilidad en los puestos de control. Desaparición del espacio público. Matrimonios forzados. Prohibición de trabajar o de asistir al colegio. Imposición de permanecer en casa. No salir sin un "guardián" varón. Podría ser el Gobierno talibán que lideró Afganistán a finales de la década de los 90. Pero es el Emirato Islámico de Afganistán de 2021.

Cuando en agosto se hicieron con el control del país, los insurgentes corrieron a mostrar al mundo y a la comunidad internacional, que miraban con impaciencia los desarrollos en el país centroasiático, una cara amena. Con buen inglés y control de los medios de comunicación, el nuevo régimen se apresuró a asegurar que respetarían los derechos de las mujeres afganas, las grandes olvidadas y damnificadas de su fundamentalismo. Eso sí, aseguraron que el trato a las mujeres afganas sería en línea con lo recogido en la sharia. Y, precisamente, el diablo está en la interpretación que dan a ley islámica.

Menos de un mes después de que conquistasen Kabul, los informes que llegan dibujan a unos talibanes iguales en su esencia. "La situación me preocupa mucho. Y es que hay una cosa que sabemos con certeza: un Gobierno talibán significa opresión de las mujeres", señala en entrevista a Público Evelyn Regner, presidenta de la comisión de Igualdad y Derechos de las Mujeres del Parlamento Europeo. 

"Hay unas alianzas fundamentalistas de hombres en los trabajos que no desean nada bueno a las mujeres. Y esto no es solo un caso en Afganistán, están mucho más cerca de nosotros de lo que pensamos. Hay una corriente fundamentalistas que tiene por objetivo limitar los derechos a las mujeres alrededor del mundo", prosigue.

La represión que los talibanes ejercieron durante los cinco años que gobernaron Afganistán en la década de los 90 fue brutal. Las mujeres desaparecieron tras el burka y tras los muros de sus casas. Las escuelas para niñas se cerraron, cualquier acción necesitaba de la aprobación de un hombre y cualquier desobediencia a estas normas acarreaba azotes públicos y, en el peor de los casos, lapidación. Fue un régimen de terror contra las mujeres.

Y las informaciones que llegan no dan síntomas de optimismo. Varios medios británicos recogen que los talibanes pidieron en aldeas próximas a la frontera paquistaní crear listas con niñas mujeres de entre 15 y 45 años para casarlas con sus milicianos. También tienen prohibido practicar deporte y muchas han sido apartadas ipso facto de sus puestos de trabajo dejando miles de vidas truncadas.

La ONU ya certifica que las promesas del nuevo régimen talibán sobre el respeto de los derechos humanos y de las mujeres no se están cumpliendo. El reciente informe presentado por Michelle Bachelet, alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, esboza un escenario sombrío: el nuevo Gobierno no cuenta con ninguna representación femenina; en algunas zonas ya se prohíbe la presencia pública sin un acompañante hombre; los colegios para niñas mayores de doce años están siendo cerrados; y se les está instando a no salir de casa porque muchos milicianos todavía no están "entrenados" para tratar a mujeres.

"Me siento como una víctima de esta guerra política que comenzaron los hombres. Ya no puedo reírme fuerte, escuchar mi canción favorita, ponerme mi vestido amarillo o quedar con mis amigos en la cafetería", describe una joven que estaba a punto de graduarse de dos carreras en Kabul en el diario The Guardian. "Ve a ponerte el burqa". "Es tu último día en la calle". "Me casaré con cuatro de vosotras algún día", espetaron varios hombres mientras ella y sus compañeras recogían sus pertenencias de la Universidad de Kabul el mismo domingo que los talibanes tomaron la ciudad.

Qué hacer más allá del ‘deeply concerned’

En la década de los 90, la UE y la ONU impusieron sanciones y embargo de armas a los talibanes por no respetar los derechos humanos. Pero el caso fue omiso, sobre todo en el trato hacia la mitad de la población. La comunidad internacional ha entonado el "deeply concerned" sobre la situación de las afganas, y ha advertido de represalias en forma económica si no se respetan sus derechos. 

Durante las últimas décadas, Afganistán permanece en la cola mundial de derechos de las mujeres. Ocupa el puesto 157 de 162 en el Índice de Desigualdad de Género de la ONU y casi la mitad de las mujeres entre 15 y 49 años reconocen haber sufrido algún tipo de violencia física o sexual durante el último año. Una situación que amenaza con volverse más oscura con el nuevo régimen.

La UE cuenta con la palanca del dinero. Es junto a Estados Unidos el mayor donante de ayuda humanitaria y al desarrollo de un país que arrastraba un enorme drama humanitario ya antes de la conquista talibán. El nuevo régimen necesita de estas enormes partidas financieras para que el país no se derrumbe a sus pies. 

Y es ahí donde Occidente puede tener influencia para exigir el respeto de los derechos fundamentales. Más difícil será documentar los casos de vulneraciones en las zonas rurales y en las aldeas alejadas fuera de la lupa mediática.

Además, hay colectivos doblemente amenazados. Por su condición de mujer y por la profesión que ejercían antes de la irrupción de los fundamentalistas en la capital. "Las mujeres deben ser una prioridad en la acogida de refugiados. Sabemos que se encuentran bajo un riesgo añadido bajo el régimen talibán. Hay profesiones que entrañan un riesgo. Es totalmente necesario que estas mujeres sean una prioridad en la acogida de refugiados en la UE", afirma la eurodiputada austríaca.

La apuesta de la UE es apoyar a los países de la región para que asuman el control de los solicitantes de asilo y estos no lleguen "de forma masiva" a las fronteras del Viejo Continente. Algunos países, como Alemania, han revelado sus intenciones de abrir sus puertas a las personas cuya vida esté amenazada por el fundamentalismo talibán. Regner pide a los Estados miembros que las mujeres en riesgo, como activistas o fiscales, sean una prioridad en la acogida de refugiados de la Unión Europea. 

"Las mujeres periodistas, juezas o activistas se encuentran en mayor riesgo. Debemos encontrar vías para garantizar que les llegue la ayuda —humanitaria— y para que puedan abandonar el país si desean hacerlo", afirma a este periódico.

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