Este artículo se publicó hace 4 años.
El gran riesgo de que la pandemia lleve a creer que el gobierno de los expertos es mejor que el de los políticos
Más de 50 sociedades científicas sanitarias promueven el manifiesto 'En salud, ustedes mandan pero no saben'. En el documento hay muchos puntos que son necesarios que los políticos apliquen, pero, a la vez, se pide una gestión de la pandemia liderada por expertos y basada en la evidencia científica.
Madrid-
La semana pasada 55 sociedades científicas sanitarias promovieron el manifiesto titulado En la salud, ustedes mandan pero no saben. El texto ha recibido muchos apoyos y ha tenido una importante repercusión mediática porque plantea puntos que son claves para la gestión de la pandemia, como dejar a un lado las disputas políticas, oír a los expertos o hacer caso de la evidencia científica sanitaria. Sin embargo, también plantea muchas dudas por otros puntos, como que las decisiones deben basarse "exclusivamente" en criterios sobre salud o que son las autoridades sanitarias "sin ninguna injerencia política" las que deben tomar las decisiones. En este punto, conviene plantearse: ¿De verdad que los políticos no saben? ¿Dirigirían mejor los expertos que ellos? ¿De qué hablamos cuando hacemos referencia a los expertos y a la evidencia científica? ¿Nos podemos regir exclusivamente por la salud y olvidar, por ejemplo, las ciencias sociales?
La situación por la que pasa la Comunidad de Madrid y los fallos en la gestión de la pandemia favorecen que la ciudadanía cada vez rechace más a la clase política. En las encuestas del CIS hace tiempo que crece la desafección. Pero la pugna política que ha liderado la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con el Gobierno central y que ha acabado con el decreto del estado de alarma en nueve municipios ha agravado el problema.
La crisis es evidente. "La gestión política, particularmente la de las últimas dos semanas, está siendo pésima. Cuando todo debería ir dirigido a controlar la incidencia y a cortar las cadenas de transmisión, nos encontramos con que se dejan de hacer PCR a contactos estrechos, con que seguimos sin rastreadores o con que no reforzamos el sistema sanitario. Y, con toda la clase política preocupada por ganar el relato, dejamos de hablar de las medidas que necesitamos", comenta Julia Díez, doctora en Epidemiología y Salud Pública e investigadora en la Universidad de Alcalá.
Una de las primeras reflexiones públicas y argumentadas sobre el manifiesto de las 55 sociedades científicas fue la del filósofo e historiador de la Medicina y la Ciencia Juan Manuel Zaragoza Bernal, en Ethic: "El decálogo se inicia avisando al presidente del Gobierno de España y a los presidentes de las 17 Comunidades Autónomas, de que en la salud, ustedes mandan pero no saben. Obviamente, los firmantes no afirman que los políticos no sepan absolutamente nada de salud. No son capaces de decir tal disparate. Lo que les están diciendo a nuestros políticos es que lo que saben no vale. Que su saber es inútil", comenta en los primeros párrafos de su exposición.
En efecto, la politóloga y experta en Comportamiento Político y Opinión Pública Berta Barbet cree que hay dos lecturas del manifiesto. "Simpáticamente, se podría entender que quieren decir que, por el hecho de que los políticos tengan el poder, no tienen el conocimiento para desarrollarlo. Pero hay otra forma más crítica que, además, creo que es la más extendida y que se basa en la idea de que, en vez de mandar los políticos —que no saben—, tendrían que mandar los científicos —que sí saben—", comenta con Público.
Pese al apoyo que ha recibido el manifiesto —con más de 99.000 firmas que lo respaldan—, son muchos los expertos que señalan la segunda visión que defiende Batet.
"El decálogo, tanto es su forma como en su fondo, me pareció arrogante y excluyente. Agradecí que ni la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) ni la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) participasen en él. Pensar que la gestión de una pandemia puede basarse únicamente en la evidencia científica es bastante simplista", destaca Díez. "Generalizar que los políticos no saben me parece, cuanto menos, arriesgado —habrá políticos que sepan, y habrá políticos que no, y, sobre todo, políticos que inviertan en sanidad pública y que no—. Y, además, creo que no resuelve los problemas", añade María Sandín Vázquez, profesora e investigadora de Salud Pública y Promoción de Salud de la Universidad de Alcalá.
¿El problema son los políticos? ¿Los expertos lo harían mejor?
Las expertas consultadas comparten que el problema no son los políticos, o, al menos, de forma en general: "El problema es que las decisiones políticas se basen más en ganar el famoso relato que en la mejor evidencia científica disponible", destaca Díez. La gravedad de lemas como que los políticos no saben reside en que se puede caer en que se llegue a reclamar un Gobierno que, incluso, se aleje de nuestros valores democráticos.
El "que manden los que saben" niega que siempre hay diferentes intereses en juego y que exista representación de toda la sociedad
Bartet señala que entre la sociedad española hay un apoyo importante a que no haya "tanto debate" y "manden los que saben": "Esto niega que siempre hay diferentes intereses en juego, que exista representación de todos y que se entienda que no hay una sola manera de ver la vida".
La politóloga recuerda que el apoyo a que "manden los que saben" siempre ha sido bastante fuerte en la sociedad española porque la desafección con los políticos es muy alta, pero, además, que en época de crisis el debate político se hace "especialmente frustrante". Sin embargo, añade que habría que diferenciar entre que haya "más información en las decisiones que se toman —y que sea más fácil tomar las decisiones—" y que "manden los expertos como si no hubiera intereses detrás". En este sentido, Díez incide en que la clave es que las autoridades tengan en cuenta la mejor evidencia científica, pero siendo ellos los responsables de las decisiones y sin reducir la pandemia a algo científico-sanitario.
La importancia de destacar esto es fundamental por las consecuencias que hay detrás: "Un gobierno de expertos rompería la dinámica de un gobierno democrático. La gente tendría menos capacidad de poder hacer entender que una decisión que les beneficia a unos, a ellos les está perjudicando mucho. Además, habría menos mecanismos para oponerse a una decisión", apunta Bartet.
¿Quiénes son los científicos? ¿Dónde quedan las otras ciencias?
Las expertas consultadas coinciden en otro punto: la pandemia es una crisis híbrida y, por ello, es fundamental que no sólo se tengan en cuenta criterios sanitarios. Sandín comenta que influyen elementos políticos, económicos y sociales. Pone un ejemplo para entender la importancia de esta interrelación: "Hay que usar mascarillas porque científicamente está demostrado que previenen contagios, pero, ¿quién las tiene que utilizar? ¿cuándo se tienen que utilizar? ¿cuánto cuestan? ¿las puede pagar todo el mundo? Son elementos sociales, económicos y ambientales que afectan a la pandemia y que, por lo tanto, deben estar incluidos en la gestión".
"La aportación de las ciencias sociales habría ayudado a entender cómo la gente iba a reaccionar a las distintas medidas"
Sobre la importancia de tener en cuenta a las ciencias sociales se ha publicado otro manifiesto. En esta ocasión firmado por la Asociación de Antropología del Estado Español, la Asociación Española de Ciencia Política y de la Administración, la Asociación Española de Geografía, la Asociación Española de Investigación de la Comunicación, la Federación Española de Sociología y la Sociedad Española de Pedagogía.
Las distintas asociaciones de las ciencias sociales ponen de manifiesto en el documento que los efectos de la pandemia no se limitan al ámbito clínico o epidemiológico, sino que se ha demostrado la "virulencia" de su dimensión social, afectando desde el empleo y el sistema productivo a la movilidad, las redes sociales, la gestión de datos, las estructuras familiares, la educación o los procesos de gobernanza de la administración pública.
Por ello, lamentan el "abandono" al que han sido "sometidas las ciencias sociales" durante la gestión de la pandemia. "La convocatoria de proyectos de investigación del Instituto de Salud Carlos III, la única convocatoria del sistema nacional de ciencia que hasta la fecha ha destinado fondos públicos a la investigación sobre la covid-19, no seleccionó ningún proyecto de ciencias sociales entre el centenar de proyectos financiados. Dotada de un presupuesto cercano a los 24 millones de euros, no puede sino sorprender que no se estimara necesario estudiar las dimensiones y efectos sociales de la pandemia", critican en el documento. "La pandemia está transformando nuestra sociedad. Las investigaciones biomédicas ayudan a salvar vidas. Las investigaciones sociales mantienen vivas nuestras esperanzas y voluntades", concluyen.
La salud pública siempre va más allá de lo sanitario
¿Por qué se ha olvidado a las ciencias sociales? Bartet comenta que es un "debate eterno" porque persiste la idea de que las ciencias sociales no generan conocimiento al tratar temas complejos, pero, sin embargo, hubieran ayudado, por ejemplo, a saber cómo iba a reaccionar la gente a las medidas que se han ido tomando.
En este punto, además, cabe destacar que la pandemia es un problema de salud pública y que ésta es una especialidad que va mucho más allá de lo sanitario. Se podría resumir como una disciplina que protege la salud de las poblaciones, trata de corregir desigualdades y trabaja en la prevención de las enfermedades. Una rama que mira por lo colectivo. Y, por ello, las condiciones de vida de los temporeros, verdaderamente deplorables, son un problema de salud pública. Y, por ello también, las casas de apuestas son un problema de salud pública.
"En la ciencia también hay varias posturas y evidencias. Por esto las respuestas a los problemas deben ser interdisciplinares e integrales"
Sandín lo destaca así: "Siempre influyen elementos sanitarios, sociales, económicos y ambientales". Y pone otro ejemplo para entender cómo debe ser el abordaje partiendo de esta base: "El 4 de octubre, un grupo de científicos de las prestigiosas universidades de Harvard, Oxford y Stanford firmaron la Declaración de Great Barrington en la que proponen un cambio de rumbo en las medidas para frenar el coronavirus. Básicamente proponen la protección enfocada, es decir, fomentar la vida normal en población joven con bajo riesgo para alcanzar la inmunidad al virus a través de la infección natural, mientras se protege más específicamente a aquellos que se encuentran en mayor riesgo (ancianos o personas con otras patologías). Automáticamente, otro grupo de científicos (también prestigiosos, incluyendo asesores de la OMS) rechazó esta estrategia".
Para ella, esto revela que en la ciencia también hay diferentes "posturas" y que diferentes expertos "prestigiosos" se basan en distintas "evidencias": "Por ello, la respuesta debe ser lo más interdisciplinar e integral posible, teniendo en cuenta por supuesto la evidencia científica, pero también la evolución de los datos, los elementos sociales y económicos que influyen y por supuesto, los diferentes contextos en los que se desarrolla".
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