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La Justicia archiva la denuncia a la revista 'Mongolia' por la portada del belén satírico

El juez considera que la publicación está amparada por el derecho a la libertad de expresión y que no había intención de ofender a los creyentes.

El editor de la Revista satírica Mongolia, Darío Adanti, posa con la portada del belén satírico junto a varios activistas de Amnistía Internacional.
El editor de la Revista satírica Mongolia, Darío Adanti, posa con la portada del belén satírico junto a varios activistas de Amnistía Internacional. Europa Press

Un juez de Barcelona ha archivado la causa abierta a los editores de la revista Mongolia por una portada en la que se satirizaba un belén, en su edición de diciembre de 2020. La denuncia se interpuso contra dos editores de la revista por ofensa a los sentimientos religiosos, pero se ha concluido que la publicación está amparada por el derecho a la libertad de expresión y que no pretendía ofender los sentimientos de los creyentes. 

La portada en cuestión mostraba un belén navideño en el que una caca sustituía al niño Jesús –representada por el icono que se utiliza en aplicaciones de mensajería–, acompañada del mensaje: "Ha nacido el hijo de Dios. Es igual que su padre".

Tras tomar declaración a los editores de la revista, el magistrado concluye que la portada está amparada por el derecho a la libertad de expresión, al estar relacionada con "una crítica a una festividad de una gran relevancia social". Con lo cuál, el diseño se había publicado "con independencia de los sentimientos de los denunciantes y del carácter chabacano, burdo e insulso que pudiera predicarse", según añade el auto.

El juez considera que en la portada de Mongolia no hay intención de ofender a los creyentes mediante el "escarnio", entendido como "burla tenaz que se hace con el propósito de afrentar los sentimientos de los miembros de la confesión religiosa cristiana". Además, el magistrado cree que puede sostenerse que la intención de la portada satírica era "criticar, negar o resaltar la irracionalidad intrínseca a lo que son dogmas de fe, con mayor o menor acierto y acerbos términos".

Los acusados de crear esta portada, los coeditores Pere Rusiñol y Darío Adanti, alegaron que no pretendían ofender a los sentimientos religiosos de los cristianos, sino hacer crítica social de un "ultracatolicismo" que, a su parecer, atenta contra los derechos humanos.

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