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Muere a los 92 años Arsenio Iglesias, alma máter del Súper Dépor y de la revolución del fútbol atlántico

"O bruxo", como se conocía en A Coruña al jugador y entrenador, llevó al Deportivo a sus tiempos de gloria a finales de los ochenta y principios de los noventa y desencadenó todo un movimiento colectivo de autoestima e ilusión en la ciudad.

5/5/23 Arsenio Iglesias, durante un homenaje en Riazor.
Arsenio Iglesias, durante un homenaje en Riazor. Cabalar

Arsenio Iglesias, el futbolista y entrenador que convirtió al Deportivo de A Coruña en una leyenda del fútbol patrio a finales del siglo pasado y que llegó a dirigir el Real Madrid en 1996, falleció este viernes a los 92 años. Natural de Arteixo, un municipio pegado a la ciudad, Iglesias era el menor de nueve hermanos de una modesta familia de agricultores. Debutó en primera división en 1952, con 21 años, en un partido contra el Barcelona en el que le marcó un gol a Ramallets. Aunque él nunca lo confirmó, las crónicas de la época cuentan que le pidió perdón por ello al mítico guardameta catalán.

Su carácter estaba también caracterizado por la modestia, la humildad y un uso preciso de la retranca, bajo la que escondía muchos más conocimientos de los que expresaba en público. En Galicia se le conocía como O bruxo, quizá por su capacidad para aliarse con las meigas y para obrar cierta suerte de magia en los equipos en los que jugó y a los que entrenó. También para embrujar a la sala de prensa con respuestas a veces insondables con las que se burlaba sibilinamente de los lugares comunes y la dialéctica aburrida y repetitiva del periodismo futbolero.

En una ocasión, alertó a un plumilla de lo trágico para su equipo de recibir "un gol psicodélico", por psicológico, de esos que te marcan en los últimos minutos de la primera parte de un partido. En otra, un reportero madrileño le preguntó qué libros leía, en plan encerrona para que sacara a la luz la incultura que le presumía. Él contestó que estaba enfrascado con las Obras Completas de Rodolfo Lamas. En realidad, Lamas no tenía más obras que las que ejecutaba su empresa, una constructora.

El penalti errado por Djukic

Con O bruxo dirigiendo a un equipo armado con un presupuesto también modesto y bajo la presidencia de Augusto César Lendoiro, con quien acabó enfrentado, el Deportivo se convirtió en Super Dépor a finales de los ochenta y principios de los noventa. Les plantó cara a los grandes, especialmente al Real Madrid y, sobre todo, al Barcelona de Johan Cruyff, frente al que perdió una dramática Liga tras el penalti errado en el estadio de Riazor por el serbio Miroslav Djukic, uno de los jugadores más queridos por la afición, en los minutos finales del último partido de la temporada 93/94 contra el Valencia. Fue hace casi, casi 29 años justos, el 14 de mayo de 1994.

Arsenio ganó una Copa del Rey y dos subcampeonatos de Liga, y llevó al Deportivo a las competiciones europeas por primera vez en su historia. Su trabajo sentó las bases para que el equipo ganara después la Liga en 2000 y se acomodara durante unos años como un habitual de la Liga de Campeones de la UEFA, donde llegó a golear al Milán y donde alcanzó incluso unas semifinales que perdió contra el Oporto de José Mourinho. En 1996, Iglesias fichó por el Real Madrid para sustituir en el banquillo a Vicente del Bosque, que a su vez había relevado a Jorge Valdano, pero no logró dar marcha atrás en la pésima marcha del equipo, que hizo su peor temporada de aquellos años.

La figura de Arsenio Iglesias trasciende en A Coruña su relevancia como jugador y entrenador, porque desencadenó en la ciudad un sentimiento colectivo de unidad, autoestima e ilusión que duró varios años y que convirtió al equipo y su juego –"orden y talento", era el lema de O bruxo- en un fenómeno sociológico más allá incluso de Pedrafita y O Padornelo. El equipo que armó fue una combinación de jugadores que se asemejaban a él, impecables técnicamente pero callados, trabajadores y, en su mayoría, igual de tímidos y humildes: los hermanos Fran y José Ramón González, los brasileños Bebeto y Mauro Silva, el propio Djukic... El club encandiló dentro y fuera de Galicia, y muy raro tenía que ser cualquier buen aficionado de aquella época que no tuviera al Super Dépor, como mínimo, como su segundo club favorito. Fue lo que el escritor y periodista Manuel Rivas definió como la revolución del fútbol atlántico.

El embrujo continúa

El Deportivo vive hoy muy alejado de aquellos días de gloria. Descendió a segunda división en 2005 y a tercera en 2020. Pero aquel Súper Dépor dejó una impronta tan profunda que Riazor, con unas 28.000 localidades, sigue llenándose décadas después cada quince días en una urbe que cuenta con menos de 250.000 habitantes. La muerte de Arsenio ha sorprendido a A Coruña en vísperas de un partido clave contra el Alcorcón, líder de la categoría. El Dépor ocupa la cuarta posición y el encuentro es vital para sus aspiraciones de salir de una vez del pozo y recuperar la magia perdida . Seguro que ganan. Desde hace unas horas hay un embrujo blanquiazul sobrevolando la ciudad.

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