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Muere Aura, el lince ibérico más longevo del que se tenía registro

Había nacido en 2002, cuando solo había 94 ejemplares en la Península. Fue pionera en los programas de recuperación, que han conseguido multiplicar las poblaciones hasta los 1.300 ejemplares.

Imagen de archivo de lince ibérico.
Imagen de archivo de lince ibérico. Junta de Andalucía

Aura, el ejemplar de lince ibérico más longevo del que se tenía registro hasta la fecha, falleció el pasado 27 de octubre en el Parque Nacional de Doñana. Cuando tenía solo tres semanas de vida, la felina fue fundadora del programa de conservación ex-situ del lince ibérico, cuando su especie se encontraba en serio peligro de extinción. Ha fallecido a los 20 años y seis meses en el centro de cría en cautividad de El Acebuche, al que había sido trasladada junto a su hermana y donde ejercía como embajadora del animal. 

La hembra nació en 2002, cuando apenas se contabilizaban noventa ejemplares de lince ibérico en toda la península. Con la puesta en marcha de los programas de recuperación y cría en cautividad de la especie, su población se ha multiplicado y el último censo supera los 1.300 individuos. Estos avances han permitido pasar de una situación crítica a un proceso de progresivo rescate que sigue activo en la actualidad.

Más de 917 ejemplares cautivos y silvestres han sido portadores de su genética

Desde el programa de recuperación del que Aura era precursora, han destacado su importante contribución al desarrollo de la especie. La felina ha sido madre de 14 cachorros y sus genes han ido pasando de generación en generación, hasta el punto de que "más de 917 ejemplares cautivos y silvestres han sido portadores de su genética en algún momento", tal y como señalan desde El Acebuche.

Aura también fue una de las que, en 2017, se escapó de las instalaciones del centro de cría a causa del incendio de Las Peñuelas (Huelva) que afectó a más de 8.000 hectáreas de terreno, la mayoría en las inmediaciones de Doñana. Era el ejemplar de lince ibérico más veterano del que había constancia. Ahora, seis de sus crías viven de forma silvestre en diferentes ubicaciones de la península y las otras ocho permanecen en los programas de cría para mantener viva la huella de su madre.

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