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Ocean Viking Después del Open Arms, el Ocean Viking: 356 migrantes esperan puerto desde hace 11 días

El barco que sustituye al famoso Aquarius en el Mediterráneo realizó cuatro operaciones de rescate entre el 9 y el 12 de agosto. Pide una solución rápida y advierte de que, aunque la situación a bordo está controlada, se deteriora cada día que pasan sin un puerto seguro. A bordo hay menores, mujeres y heridos de guerra tras pasar por Libia.

El equipo de MSF, a bordo del Ocean Viking, atiende a los migrantes rescatados el pasado 9 de agosto en el Mediterráneo.-

jairo vargas

Al mismo tiempo que la tensión a bordo del Open Arms iba aumentando durante 19 días de bloqueo, agudizando una crisis internacional entre España e Italia por el desembarco de más de cien migrantes rescatados en el Mediterráneo, otro barco de rescate humanitario observaba la escena, consciente de que pueden atravesar por una situación similar.

Entre el 9 y el 12 de agosto, el Ocean Viking, el buque de las ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) y Sos Mediterranée que ha reemplazado al famoso Aquarius, llevó a cabo cuatro operaciones de rescate de varias embarcaciones en aguas del Mediterráneo central. El viernes 9 fueron rescatados 85 migrantes, al día siguiente, otros 85; el domingo, a 81 personas y el pasado lunes, a 105. En total, 356 personas —entre ellas, más de cien menores— llevan esperando desde entonces un puerto seguro en el que desembarcar. Pero ni Italia ni Malta, los puertos más cercanos, han dado muestras de interés, siguiendo la línea ya mostrada con el Open Arms.

Nada nuevo para estas dos ONG, que hace poco más de un año vieron cómo estos mismos países cerraban sus puertos al Aquarius, que tuvo que navegar hasta el puerto de València con más de 600 migrantes rescatados a bordo, tras días y días de bloqueo en el mar. Visto el espectáculo político y mediático que ha vuelto a producirse en torno al destino de los rescatados por el Open Arms, la tripulación del Ocean Viking ha guardado silencio. La situación a bordo es estable, explican, aunque se va complicando cada día que pasan navegando en aguas internacionales al noroeste de Malta, sin entrar en las aguas territoriales maltesas ni italianas.

Entre los rescatados hay 92 menores sin familiares que les acompañen

En sus 69 metros de eslora y sus 16 de manga conviven los migrantes rescatados, de 12 nacionalidades diferentes. La mayoría proceden de Sudán, aunque también los hay originarios de Eritrea, Etiopía, Guinea, Chad, Gambia, Costa de Marfil, Libia, Mali, Nigeria y Sudán del Sur. 103 son menores y, de ellos, 92 han sido rescatados sin ningún familiar ni acompañante que viaje con ellos.

Todos partieron de Libia, el infierno de los migrantes pero también el principal puerto de salida. Un país sin Estado, sumido en un nueva guerra civil, desde donde llegan noticias, imágenes y testimonios dantescos sobre el trato que reciben los migrantes. Desde esclavitud y venta de personas, a ejecuciones sumarias y torturas en centros de detención de migrantes e, incluso, bombardeos de estas instalaciones por la aviación militar.

Rechazo de Malta. Sin noticias de Italia

El 13 de agosto, al día siguiente del último rescate, las ONG solicitaron formalmente que las autoridades marítimas maltesas e italianas "asumieran la coordinación y dieran apoyo para encontrar un lugar seguro". Son los centros de coordinación más cercanos que pueden asistir a este buque de bandera noruega, recuerdan. "Malta ha respondido negativamente argumentando que el rescate se produjo en aguas que no son de su competencia e Italia no ha contestado", lamentan.

Más de 12.000 personas han muerto o desparecido en el Mediterráneo desde el 2014, según la ONU

Un año después de la crisis del Aquarius, la Unión Europea sigue sin hacer sus deberes, dejando a la improvisación situaciones dramáticas perfectamente previsibles. Porque siguen zarpando y muriendo personas en las aguas del Mediterráneo, aunque los países europeos acuerden y financien a los países norteafricanos para que frenen lo imparable, el éxodo humano; y dificulten la labor de las ONG que salvan vidas en el mar, ya sea cerrando sus puertos o anunciando elevadas multas para quien rescate a migrantes, como a la que ahora puede enfrentarse el Open Amrs.

Sólo en la zona que rastrea el Ocean Viking han muerto o desaparecido 578 migrantes en lo que va de año. La escandalosa cifra aumenta hasta los 844 en todo el Mediterráneo, una fosa común submarina que ya se ha tragado las vidas de más de 12.000 personas desde el 2014, según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones, la agencia de las Naciones Unidas. Es, con diferencia, la ruta migratoria más mortífera del mundo. Y, aunque el número de llegadas a las costas europeas ha ido descendiendo en los últimos dos años, la tasa de mortalidad ha aumentado, mientras se desconoce la suerte que corren los migrantes bloqueados en países como Níger, Libia o Marruecos, donde los Derechos Humanos brillan por su ausencia.

Diferentes agencias de la ONU, como la OIM o el ACNUR, han pedido tanto a la UE como a la Unión Africana que acuerden un mecanismo común para llevar a cabo desembarcos temporales de los rescatados en el mar. Lo mismo han solicitado por activa y por pasiva las ONG. "Los barcos de las ONG han jugado un papel crucial en el Mediterráneo y no deben ser penalizados por salvar vidas en el mar; las embarcaciones comerciales tampoco deben ser dirigidas de vuelta a Libia para desembarcar a los pasajeros que hayan rescatado", han defendido en varias ocasiones las agencias de la ONU. Pero después de cada rescate, la tensión, el rechazo y la incertidumbre son la tónica general. La tripulación del Ocean Viking sólo tiene clara un línea roja: "No devolverán a nadie a Libia bajo ninguna circunstancia", señalan.

"Emergencia psicológica" a bordo del Ocean Viking

A bordo del Ocean Viking, la situación está bajo control. Al menos de momento, ha explicado el personal médico del barco, que señala que eso no significa que la todo vaya empeorando a medida que los migrantes sigan sin tener un puerto de destino.

El médico de MSF Luca Pigozzi trata a una persona rescatada por el Ocean Viking por una infección en la parte superior de la pierna, causada por la exposición a condiciones insalubres durante un período prolongado de tiempo.- MSF

El médico de MSF Luca Pigozzi trata a una persona rescatada por el Ocean Viking por una infección en la parte superior de la pierna, causada por la exposición a condiciones insalubres durante un período prolongado de tiempo.- MSF

"Por el momento podemos decir que la situación es estable. Desde un punto de vista médico, estamos tratando principalmente infecciones de la piel e infección respiratoria", detalla Luca Pigozzi, médico de MSF a bordo del Ocean Viking. "Han pasado más de diez días del primer rescate y somos conscientes de que pueden pasar días hasta que podamos desembarcar", asegura. "Antes de ser rescatados, pasaron mucho tiempo en el mar en botes muy precarios, sin dormir, sin agua ni comida. Llegaron deshidratados, débiles, sufriendo mareos, hipotermia y quemaduras causadas por el combustible o el sol. Tras las primeras 24 horas, comenzaron a recuperarse de estos síntomas iniciales", recuerda el médico.

"Muchos de los rescatados han sido víctimas de tortura y de violencia sexual en Libia", advierten

Sin embargo, señala que también están tratando a "heridos de guerra", ciudadanos libios que presentan lesiones a nivel subcutáneo "causadas por la metralla de granadas, o adultos con afecciones crónicas como diabetes", prosigue Pigozzi. "Estamos tratando de mantenerles estables. Hasta ahora hemos realizado 130 consultas médicas y 63 atenciones por heridas", resume.

El medico señala que "en estos momentos, la emergencia a bordo más importante es la psicológica. Estas personas han sufrido y están sufriendo un gran trauma. Muchos han sido víctimas de tortura y de violencia sexual en Libia. Hoy, mientras esperan un lugar seguro en el que desembarcar, se consumen en un espacio limitado en medio del mar en el que sus condición sólo puede empeorar", advierte el médico. "Me han descrito cómo les torturaron con descargas eléctricas, les pegaron con pistolas y palos, les quemaron con plástico fundido. Cómo aún sienten el dolor de las heridas y cicatrices inflingidas en Libia”, relata Pigozzi.

Su compañera Stefanie, responsable del equipo médico, habla desde la experiencia de haber trabajado en ocho misiones de rescate. Es clara: "Cualquier retraso en permitirles desembarcar los expondrá, de nuevo, a la incertidumbre y la ansiedad: los hará sentir que no valen nada y que no son bienvenidos”.

Esta doctora alemana señala que, aunque muchos se recuperan de las heridas y dolencias tras el primer día de rescate, "continúan viniendo a recibir atención con problemas leves como dolores y molestias corporales, náuseas, dolor abdominal o sensación de debilidad". Según la doctora,  estos síntomas pueden ser psicosomáticos, es decir, que el cuerpo "está respondiendo físicamente a un trauma psicológico que la mente está luchando por afrontar". No es sólo el viaje en un bote neumático en medio del Mediterráneo, sino situaciones también traumáticas previas que les han empujado a correr el riesgo de cruzar África, pasar por Libia y lanzarse al mar.

"Estaba en un centro de detención libio cuando fue bombardeado"

Entre los testimonios que las ONG han recopilado a bordo, hay dramáticas historias, como la de un chaval de Sudán de 16 años que sobrevivió al bombardeo del centro de detención libio en el que estaba confinado. Según este relato, el joven huyó de su país después de que un grupo armado matara a su padre en frente de él. Toda su familia vive en un campo de refugiados y un hermano mayor esta desaparecido después de que intentara llegar a Europa por la ruta libia.

"Yo tardé siete días en cruzar el Sáhara. Sólo comimos pan un par de veces, y todas las noches recibíamos un litro de agua que teníamos que compartir entre 33 personas. Vi cómo dispararon y mataron a un hombre con el que viajaba sin razón alguna", ha explicado el menor al personal del barco. Tras intentar sin éxito cruzar el Mediterráneo dos veces, fue recluido en el centro de detención libio de Tayura, recientemente bombardeado por la aviación de una facción libia que pugana por el control del país. Hubo más de 40 muertos. "Estaba allí cuando ese centro de detención fue bombardeado. Mucha gente murió. Logré escapar con un grupo de personas. Puedes ver las cicatrices de las heridas en los pies. Corrí descalzo por las llamas del centro destruido. Quiero ir a Europa donde se respeten los derechos humanos, donde me traten como a un ser humano y donde pueda encontrar trabajo para mantenerme a mí y a mi familia”, ha asegurado a la tripulación que lo ha rescatado.

"Pasé en el mar cuatro días antes de que me rescataran. Creía que íbamos a morir"

Otro joven de 17 años, también de Sudán, ha relatado su periplo a bordo de la patera. "Pasé en el mar cuatro días antes de que me rescataran. El fondo del bote se rompió el día que salimos de Libia. Nadie dormía porque teníamos que sacar agua con una lata de combustible vacía", recoge MSF.  "Un hombre llegó a desesperarse tanto por el miedo que saltó por la borda y tuvimos que ayudarle a subir de nuevo a la balsa. Teníamos tanto miedo que solo pensábamos en la muerte: creíamos que íbamos a morir", ha recordado el joven a los equipos médicos.

Éstas son sólo dos historias de las 356 que llevan más de diez día a bordo del Ocean Viking. El director de operaciones de la organización, Frédéric Penard, ha pedido una solución "rápida". "No serviría de nada que nos fuéramos a otro país", ha señalado. "No entienden la situación. Nosotros somos muy transparentes, pero tenemos muy poca información que compartir. El barco tiene un límite de 300 personas. Podemos gestionarlo, pero fue concebido como una solución de urgencia para ir cuanto antes a un puerto", ha expresado Penard.

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