Este artículo se publicó hace 2 años.
Un proyecto pionero en Sevilla replica un sistema persa de hace 3.000 años para bajar la temperatura urbana
'Cartuja Qanat' se pondrá en marcha este otoño para enfriar diez grados un anfiteatro y un zoco público como ensayo piloto para mitigar el calentamiento global con métodos naturales.
Aristóteles Moreno
Actualizado a
Hace más de 3.000 años, los persas idearon un sistema de canales subterráneos para captar agua en la capa freática y conducirla hacia puntos concretos en zonas áridas. Para ventilar los túneles, algunos de más de 200 metros de longitud, perforaron varios pozos verticales. Y verificaron un resultado, simple pero sorprendente, no previsto. El aire penetraba caliente por un extremo, atravesaba las cavidades de agua y salía sensiblemente más frío por otro. Todo este entramado, del que aún se conservan 20.000 conductos en activo en Irán, es conocido con el nombre árabe de qanat. Y este es el concepto que inspira el innovador proyecto Cartuja Qanat que se inaugurará en Sevilla dentro de escasas semanas.
La versión hispalense de los qanat persas difiere en algunas cuestiones con respecto al método original. En este caso, se han usado tuberías de 35 centímetros de diámetro y una red de 9 canales con conductos de no más de 40 metros debajo de la avenida Thomas Alva Edison. La mitad de ellos discurren enterrados y la otra sumergidos en el agua de la capa freática. Según la previsión de los expertos, el aire reciclado puede llegar a descender hasta diez grados de temperatura. Y una vez climatizado de forma natural será lanzado sobre dos puntos concretos del Parque de la Cartuja.
Uno de esos puntos será el antiguo anfiteatro de la Expo 92, con capacidad para 200 personas. El otro es un zoco de 750 metros cuadrados, que se destinará a eventos culturales y sociales. El zoco, además, se encuentra bajo rasante, a dos metros de profundidad, para evitar que el aire cálido exterior penetre. Las dos corrientes térmicas no se mezclarán porque la masa de aire frío tiende a ocupar las zonas bajas, justo donde se desarrollarán los eventos.
La innovadora iniciativa ha sido diseñada por el Grupo Termotecnia, ligado a la Universidad de Sevilla, que dirige el catedrático Servando Álvarez, profesor de ingeniería energética. Todo el proyecto ha sido patrocinado por el Ayuntamiento de Sevilla, junto con otro seis socios, y tiene un coste global de 5 millones de euros, financiados en un 80% por fondos europeos.
La propuesta surgió hace cinco o seis años, fruto de una tormenta de ideas, que tenía por objetivo mitigar los efectos del cambio climático y recuperar el espacio público.
"A medida que el tiempo avanza, y el calentamiento global se consolida, la isla de calor en zonas urbanas se ha convertido en un tema preocupante", asegura Servando Álvarez en conversación telefónica. El experto cree que se ha perdido una forma tradicional de vivir en el espacio urbano, principalmente por la invasión desmedida del tráfico rodado. "Y en los pocos sitios que quedan libres no podemos estar porque el clima no lo permite". Ese es el razonamiento que anima todo el proyecto de Cartuja Qanat, una experiencia piloto sin precedentes en el contexto europeo.
El equipo investigador, compuesto por 19 especialistas, aún no ha hecho mediciones sobre el terreno. Pero sí tienen resultados concretos en prospecciones análogas. Por ejemplo, en una de las estaciones del metro de Sevilla.
"El agua que se recoge para tirarla a la red de saneamiento está a una temperatura de 19 grados. Y se recuperan 120 metros cúbicos al día solo en Puerta Jerez". Es agua procedente de la capa freática y registra una temperatura constante todo el año. Apenas varía 0,3 grados entre abril, mayo, junio, julio o agosto. Quiere decirse que el incremento exponencial de temperatura por las radiaciones solares en verano no afecta a esas cotas subterráneas. A partir del 12 de septiembre, explica Servando Álvarez, se efectuarán ensayos y encuestas de confort en el anfiteatro y el zoco.
Este sistema de refrigeración natural será operativo para temperaturas ambiente no superiores a 37 grados. Y la previsión es que en las dos zonas de ocupación sobre las que se proyectará el aire fresco sitúen el termómetro en 27 grados, diez menos que el registro ambiental. "Por encima de 40 grados", puntualiza el profesor de la Universidad de Sevilla, "recomendamos que la gente se quede en casa con el aire acondicionado puesto y una serie entretenida de televisión".
La vocación del proyecto piloto es que sea reproducido en el futuro en otras zonas urbanas de Andalucía. De hecho, ya se trabaja en una réplica en la misma ciudad de Sevilla, en la avenida de la Cruz Roja. Es el proyecto Life Watercool, también subvencionado con fondos europeos, que intervendrá en marquesinas de autobús, pasos de cebra, plazas y patios de colegio con medidas de "adaptación al cambio climático".
Servando Álvarez ya trabajó en la Expo 92 de Sevilla en operaciones de acondicionamiento climático para suavizar la temperatura ambiente en el Parque de la Cartuja, donde en verano se alcanzan registros superiores a los 40 grados.
Treinta años después, la amenaza del calentamiento global se ha recrudecido. "Este proyecto es para combatir las consecuencias del cambio climático. No las causas", subraya el ingeniero. Las ciudades del sur de Europa están expuestas a los efectos abrasadores de la alerta climática, según las previsiones de la comunidad científica. Las zonas de juegos infantiles, por ejemplo, reciben una radiación solar intensiva que, en la práctica, impiden su uso.
"Tenemos un espacio fabuloso inutilizado la mitad del año por el calor insoportable", argumenta Servando Álvarez. "Y me gustaría atacar con prioridad este tipo de espacios", anuncia de cara al futuro.
El experto en ingeniería energética lamenta que el urbanismo contemporáneo haya ido eliminando las masas verdes en beneficio de los pavimentos duros y artificiales, más prácticos, económicos y fáciles de mantener.
"Tenemos que ser cuidadosos a la hora de actuar sobre las ciudades. Da más problemas el tráfico rodado que las plazas duras. Hay que crear zonas sin coches ni combustión y repensar las ciudades para que el espacio público tenga más sentido", aduce.
La vegetación es un elemento urbano fundamental para el acondicionamiento bioclimático. Las actuaciones de la Cartuja Qanat introducen jardines verticales y cubiertas verdes. El cambio climático es un hecho constatado, razona este experto en intervenciones bioclimáticas de espacios públicos.
"Cuando era niño, veraneaba en el pueblo de Hervás, en Extremadura. Allí el otoño llegaba a mediados de agosto, con tormentas y un claro descenso término. Ya no. He intentado recuperar mi infancia, pero ya no se puede pasar allí el verano", afirma.
Servando Álvarez no examina con lupa las cifras del panel científico sobre el cambio climático ni recuenta las toneladas que se vierten a la atmósfera de CO2. Pero no tiene dudas sobre la realidad del calentamiento global. "Lo estoy viendo a diario", concluye.
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