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La UE sigue sin pactar el fin de los subsidios a los combustibles fósiles a un mes de la COP28

El continente que se vanagloria de ser el más ambicioso en la erradicación de emisiones de CO2 parece incapaz de enterrar las ayudas a los combustibles fósiles antes de la cumbre la COP28 que se inicia el 30 de noviembre en campo enemigo: el petro-estado de EAU. La paternal Europa, adalid de la lucha global contra la catástrofe climática, se refugia en la Vieja Economía en un momento crucial.

Un ciudadano observa Barcelona durante un episodio de alta contaminación. EFE/ Enric Fontcuberta
Un ciudadano observa Barcelona durante un episodio de alta contaminación. EFE/ Enric Fontcuberta.

Diego Herranz

Fumata nera. De momento, Europa no acaba de provocar el humo bianco con el que debería anunciar el final de las ayudas a los carburantes fósiles, la piedra angular de cualquier política medioambiental que se precie., Sobre todo del territorio que se jacta de disponer de la hoja de ruta verde más ambiciosa del mundo y alardea de que será el continente que primero certificará, antes incluso de 2050, un sistema productivo de emisiones netas cero.

La UE, una vez más, puede incurrir en su recurrente narcisismo si no deja mirarse en el espejo y de ver la paja (en forma de niveles de polución) en el ojo ajeno (el resto de países del mundo), porque parece tener una viga enorme (uso masivo de petróleo, gas y carbón) en el suyo propio. 

Porque los Veintisiete han manifestado una gran incapacidad para acordar el abandono de la política de subsidios. Y si el club comunitario se aleja de este consenso, quedará casi irremediablemente mermado su poder de influencia y de convicción sobre las naciones que todavía tienen al Viejo Continente como referente de las políticas que deben conducir a la neutralidad energética. 

Los ministros del ramo han fracasado en su último y reciente intento de modelar una voz común europea antes de que comience, el próximo 30 de noviembre, la COP28, la conferencia anual de Naciones Unidas sobre Cambio Climático que se celebra en Dubái (una sede que ha generado estupefacción en gran parte de la comunidad ecologista europea). A un mes vista de la cita, la vicepresidenta de Transición Energética, Teresa Ribera, deberá pergeñar una alternativa rápida y eficaz que supere el disenso de sus colegas europeos. 

“Deberíamos emitir un mensaje más contundente sobre los combustibles fósiles”, admite el ministro de Medio Ambiente danés, en un ejercicio en el que las petroleras inclinan sus inversiones hacia sus negocios tradicionales

Quizás lleguen a tiempo para la reunión climática en el más rico de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), un petroestado en toda regla, y cuyo delegado en la COP28, Sultán Admed Al Jaber, fue directivo con mando en plaza de la Abu Dhabi National Oil (Adnoc), la decimosegunda petrolera global por capacidad productiva combinada de petróleo y gas. Al Jaber, también exministro de Industria, ha recibido críticas de parlamentarios europeos y congresistas de EEUU por su sospechosa connivencia con la Vieja Economía fósil de las supermajors (las grandes petroleras mundiales).

Los ministros europeos se conminaron a acudir a la COP28 con el anuncio de que sus gobiernos enterrarían los apoyos a los combustibles sucios “lo antes posible” (los borradores que manejan las instituciones comunitarias lo fechan “antes de 2025”). Un anuncio que contribuiría a elegir el momento más próximo de la horquilla que las Naciones Unidas han perfilado (entre 2025 y 2030) para consensuar la declaración final de la conferencia de Dubái. 

Los ministros europeos apuntaron dos excepciones considerables en la retirada de las ayudas: los combustibles que se deban emplear para atender los bonos sociales destinados a paliar la factura eléctrica de las familias de rentas bajas, o los que se consideren que contribuyen a una transición energética limpia, según el documento al que tuvo acceso Bloomberg al término de su último encuentro en Luxemburgo. 

El nudo gordiano que encierra este disentimiento es, si cabe, más difícil de desatar por suceder en un momento crucial de la batalla contra la catástrofe del clima. La Vieja Economía exhibe su músculo desde el otoño que precedió el comienzo de la guerra en Ucrania cuando Vladimir Putin cerró el grifo del crudo y el gas a los socios centroeuropeos de la UE. 

El FMI critica que en 2022 se elevaran en 1,3 billones de dólares -casi el tamaño del PIB español- los subsidios fósiles para paliar la escalada de precios de la energía y ya superan los siete billones en todo el mundo

“Deberíamos emitir un mensaje más contundente sobre los combustibles fósiles”, reconocía Dan Jorgensen, titular de Medio Ambiente de Dinamarca y una de las voces más insistentes a favor de su definitiva supresión en Europa, “aunque es el mandato más exigente al que hemos llegado hasta ahora -matizaba a continuación- para alcanzar un sistema total o casi predominantemente descarbonizado”.  No es tiempo de exaltación sostenible…

El comisario de Clima de la UE, Wopke Hoekstra, prefirió apelar a la Importancia de Llamarse Ernesto, la oda al narcisismo de Oscar Wilde, al recalcar que la UE está en disposición de superar con creces su objetivo de reducir el 55% de sus emisiones en 2030 porque su hoja de ruta verde, de seguir el ritmo y la trayectoria actuales, dejaría de expulsar a la atmósfera el 57% del CO2 que genera. Motivo que esgrimió enseguida el tridente ultranacionalista (Italia, Hungría y Polonia) para advertir contra “la excesiva ambición y la elevada confusión” de los protocolos sostenibles de la UE y amenazar contra cualquier pacto sobre reducción de emisiones a vehículos pesados.  

Las luchas internas europeas reflejan la delicada fase por la que atraviesan las agendas contra la crisis climática. Así lo subrayan los expertos de la firma de servicios profesionales PwC al avanzar que la inversión de startups tecnológicas destinadas a combatir los gases de efecto invernadero se han contraído en un 40% en los últimos doce meses y han situado sus fondos de innovación en su nivel más bajo de los últimos cinco años. 

Entre otras razones, aducen en PwC, por el borrascoso clima geopolítico global, las espirales de inflación y tipos de interés, y la tumultuosa etapa por la que atraviesa el sector de la tecnología en los mercados de capitales. Solo iniciativas legales como la Inflation Reduction Act (IRA) de la Casa Blanca han provisto de cierta estabilidad a estas inversiones. A pesar, incluso, de que este bache se produce en el verano más cálido de la historia.

La firma Morningstar anticipa una congelación en el primer semestre de los valores ESG, pese a la alta demanda inversora, sobre todo en Europa, y pese a que la AIE anticipa el techo productivo del petróleo esta década  

Pero la urgencia por un acuerdo efectivo en la COP28 es, si cabe más acuciante, por elementos de valoración todavía más graves. Los gobiernos del planeta, ha señalado el FMI en un informe reciente, elevaron en 2022 en nada menos que 1,3 billones de dólares (frente al medio billón de dólares de 2020) los subsidios fósiles a pesar de sus constantes proclamas y declaración de intenciones para acabar con ellos. 

Los escudos sociales para capear la escalada energética e inflacionista desatada tras la guerra de Ucrania están detrás de este salto cuantitativo que, sin embargo, ya había acumulado un colchón alarmante de siete billones de dólares. Los autores del paper del FMI precisan que la supresión de los subsidios explícitos a los carburantes fósiles y la imposición de tributos sobre los costes medioambientales, incluidos el CO2 y otros agentes contaminantes, rebajaría en un 34% las emisiones en 2030 respecto a los niveles de 2019. …sino de pragmatismo inversor y geopolítico

La compañía de investigación de mercados Morningstar certifica que durante la primera mitad de este año los flujos de capitales ESG (las siglas en inglés de environmental, social and governance) se congelaron, después de registrar un volumen global de 41 billones de dólares en 2022, y de los 35 billones de 2020 y 2021, el bienio que constató el boom de estas carteras vinculadas al combate contra el cambio climático. Ahí se incluye todavía el 35,5% de los ETF (fondos cotizados en bolsa), en su mayor parte en Europa, pero con trazas de preocupación por la transparencia que les exigen la nueva regulación comunitaria.

El desafío de la COP28 tiene, además, argumentos geopolíticos. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) acaba de augurar el techo productivo del petróleo esta década y de confirmar el tope de consumo en 102 millones de barriles diarios. Su director ejecutivo, Faith Birol, insta a la comunidad mundial a “no parar el irreparable mantenimiento de la industria fósil” e impulsar la reconversión verde en Dubái “si no queremos debilitar para siempre el futuro climático”. 

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