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La influencer Violeta Mangriñan embarazada en una foto subida a su Instagram.
La influencer Violeta Mangriñan embarazada en una foto subida a su Instagram.
Las influencers Verdeliss, Violeta Mangriñan y Laura Yanes.
Las influencers Verdeliss, Violeta Mangriñan y Laura Yanes.

De Verdeliss a Violeta Mangriñan: el negocio millonario de las instamamis

La conexión emocional que establecen estos perfiles al compartir momentos de su vida familiar les ha llevado a acumular millones de seguidores, pero ¿es ético que la exposición de menores de edad en redes sociales se convierta en un foco de ingresos?

Laura Cuesta

Ser padres no es fácil. La llegada de un hijo puede suponer un punto de inflexión en la vida de los progenitores, especialmente de las madres, que siguen acarreando el peso de la crianza en la mayoría de los casos. “Esta generación está buscando que sus hijos sean los mejores en todo, que sean felices por encima de todo y, a la vez, ser los mejores padres”, explicaba hace unos días la actriz Aina Clotet, protagonista de Esto no es Suecia. La nueva serie de RTVE aborda precisamente la idea de la maternidad y crianza perfectas. En este sentido, las redes sociales han jugado un papel clave. Se han convertido en un escaparate de familias que ejerce cierta presión en cómo ser el mejor padre y, para ello, muchos han recurrido al exhibicionismo y utilitarismo de los hijos.

En los últimos años, hablar de maternidad y crianza en redes sociales se ha asociado a los perfiles de las instamamis. Hablamos de las madres (porque pese a alguna excepción, suelen ser ellas y no los padres las que lo hacen) que comparten contenido sobre su vida familiar, especialmente centrada en sus hijos. Rutinas, lactancia, actividades extraescolares, vestimenta… Algunos hasta se atreven a compartir momentos íntimos más delicados, como el baño o las rabietas. 

En España, muchos coinciden en que la precursora fue Estefanía Unzu, conocida en redes como Verdeliss. No es la única que se ha sumado al carro del contenido familiar, lucrándose con la imagen de sus hijos para captar anunciantes y patrocinadores.

@rilestudio

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El boom de Verdeliss

El 8 de febrero de 2022, Verdeliss dio a luz a su octava hija. Tres meses después, el parto en casa grabado con cámaras profesionales fue subido a Youtube. El vídeo acumula ya 1,6 millones de reproducciones. “¡Qué bonito! Me encanta, fuera tabús, la unión familiar, la naturalidad y como los niños son tan conscientes”, puede leerse en uno de los comentarios del vídeo.

No es el único parto que la influencer ha subido a su perfil. El alumbramiento de Julen, el de las mellizas Eider y Anne, y el de Miren también están disponibles para todo el que quiera verlo. La creadora de contenido lleva 14 años subiendo sus vídeos a Youtube, aunque desde hace unos años la mayoría de contenido lo crea en Instagram. Allí acumula 1,4 millones de seguidores, con los que comparte su vida como madre. 

Las fotografías familiares llevan siendo tendencia desde hace años, formando parte de la decoración de miles de salones. El problema es que ahora el peligro se multiplica con el alcance de las redes sociales. En este sentido, los más críticos diferencian las publicaciones que sirven para mostrar el orgullo que sienten las familias por sus hijos o para reflexionar sobre la maternidad de aquellas que se utilizan con motivación económica. 

En el perfil de Verdeliss, no faltan las publicaciones patrocinadas con marcas La influencer ha hecho publicidad de juguetes, películas infantiles, aplicaciones para aprender inglés, ropa de deporte, dulces… Todo dirigido al público familiar en donde sus hijos se convierten en imagen y reclamo comercial

El legado llegó a Violeta Magriñan

En 2022, la influencer Violeta Magriñan se sumó al carro del shareting. En Lo Tienes Crudo, su nuevo podcast en Podimo, la valenciana ha expuesto cómo se sintió la primera vez que tuvo en brazos a su hija Gala. “Sentí miedo, vulnerabilidad, me sentí súper sola. Me castigaba por todo, por no estar feliz, por los miedos y eso te revienta”, confesó. Punto para ella por desmitificar la maternidad.

Pero, como no podía ser de otra manera, la influencer dio la bienvenida a la niña como toda instamami: subiendo una foto de la recién nacida a su Instagram. Hemos visto a la niña en bañador, en pijama, disfrazada de Halloween y enseñando sus primeros dientes. Nosotros y 2,3 millones de personas más que la siguen en Instagram. En redes, la exposición de la menor no ha estado libre de críticas. Ha llegado a subir vídeos de la pequeña haciendo caca a sus stories. 

Ahora que esperan a un nuevo retoño, los memes sobre la sobreexposición, como si de un Gran Hermano se tratase, tampoco dejan de circular. 

Aunque a Violeta no le hizo tanta gracia cuando una cuenta de Twitter la alertó del peligro de sus publicaciones. “Violeta y Carla Barber no son conscientes de lo que hacen exponiendo a sus hijos. Con los datos que han dado, he encontrado el colegio. No son conscientes del daño que les hacen”, rezaba el tuit. La influencer admitió sentir miedo tras ver este mensaje, que acumula medio millón de visualizaciones. La usuaria se justificó: “La única intención que tengo es concienciar sobre la necesidad de no sacar a los niños en redes, Violeta”. Tampoco es que esta revelación venga bien a los menores, recordando lo que ya le ocurrió a Aitana y el espionaje en redes para descubrir su casa.

 

Otra manera de hacerlo

La naturalización de las luces y sombras que conlleva formar una familia es muy positiva a nivel salud mental. Aunque ejemplos de sobreexposición de menores hay miles, también existe otra forma de hacer este tipo de contenido. Perfiles como el de Rebeca Terán o Tania Llasera han demostrado que se puede hablar de crianza sin necesidad de ligar las caras de sus hijos a campañas comerciales. 

En 2021, la presentadora de televisión pasó por el podcast Club de malas madres y explicó esta decisión de no mostrar a sus pequeños en Internet. Fue su pareja quien le pidió que respetara su anonimato. “Como también son mis hijos, prefiero que no les enseñes. Hay que protegerlos, no vaya a ser que les pase algo”, le pidió el padre. “Yo me pasaría el día en redes contando vida, enseñando a mis hijos, poniendo fotos de ellos… Pero tengo un marido que tiene más cabeza que yo”, confesó ella en el programa. Aunque no todo su contenido se centra en la maternidad, sí que habla del tema con naturalidad. “Nadie lo cuenta, pero la soledad, el bajón que te da y la pérdida de amigos después de ser madre… Te cambia la vida”, explicaba hace unos meses en el podcast Poco se habla.

 

Laura Yanes y otras que siguen los pasos

A la vista está que este contenido interesa, y si no que se lo digan a María Pombo. En su reciente docuserie, centrada principalmente en su familia, vemos a su hijo Martín y a su recién nacida hija Vega ocupando gran parte de los episodios. 

La última que se suma a la tendencia es la influencer Laura Yanes. “Intenta ser cauta y esperar a hacerte una eco a partir de la semana 5/6 y comprobar que efectivamente hay latido y embrión desarrollándose correctamente”, le comentó una seguidora en el primer vídeo que subió Yanes anunciando que estaba embarazada. La youtuber ha confesado que está de 2-3 semanas. 

El 80% de los abortos espontáneos tienen lugar antes de las 12 primeras semanas de embarazo, lo que invita a muchas gestantes a no pronunciarse sobre su estado hasta que superan esa barrera. Aunque cada cual puede vivir su gestación como le plazca. Ahí está Elody (@Indomablejulieta), quien ha relatado su búsqueda durante 15 años. Su perfil de Instagram se ha convertido en espacio seguro de visita recurrente para miles de mujeres que han sufrido abortos e infertilidad. 

Más allá de la emoción de esas primeras semanas, lo llamativo en el caso de Yanes es que nada le ha impedido empezar a crear multitud de contenido al respecto. En los cuatro días siguientes a anunciar la noticia en Internet, ya había subido cuatro vídeos distintos a su canal. Sin que haya nacido, el bebé ya le está generando ingresos. 

 

La posibilidad de denuncia

Muchos se preguntan cuál es el peligro de compartir fotografías de los hijos, a priori inofensivas. Según un informe elaborado por el Ministerio de Interior, el 72% del material incautado a pedófilos eran fotos no eróticas ni sexualizadas de niños total o parcialmente desnudos, provenientes de fuentes comerciales, álbumes familiares o fuentes legítimas.

“Compartir contenidos y narrar cada avance y logro que los hijos consiguen, comentar sus gustos y preferencias, indicar los sitios que visitan o mostrar espacios tan privados como sus habitaciones pueden desencadenar peligros mayores. Todos estos datos ofrecen mucha información a terceros que pueden aprovecharla para intentar alcanzar fines delictivos o incluso atentar contra la integridad de esos hijos”, explica Silvia Martínez, directora del máster universitario de Social Media: Gestión y Estrategia de la UOC en una entrevista para dicha universidad.

Aunque no todo es blanco o negro. No es lo mismo subir fotos esporádicas que hacerlo a diario, ofreciendo datos tan delicados como los gustos o los problemas en la escuela. Toda esta información quedará en Internet, creando la huella digital de los menores sin que ellos tengan capacidad de elegir. 

La cosa va más allá y es que los hijos pueden llegar a denunciar a sus padres en el futuro. Una vez cumplan la mayoría de edad, los menores que han visto expuesta su vida privada en las redes sociales pueden interponer una demanda contra sus progenitores por vulneración del derecho al honor, la intimidad y la propia imagen. No solo podrán solicitar que se retiren todas las imágenes publicadas, sino también una indemnización por los daños que dichas publicaciones les hayan podido ocasionar. 

Ya lo hizo el bebé de Nirvana. Quién sabe si en unos años algún instahijo seguirá su camino.