Alquézar, un paraíso de invierno en Huesca

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Un pueblo que creció orgulloso en el último cañón del río Vero a los pies de las sierras de Balcés y Olsón en el actual Parque natural de la Sierra y los cañones de Guara. Una localidad cuyo nombre deriva de la fortaleza construida por los árabes para defender el acceso a la Barbitania andalusí en el siglo IX y que, dos siglos más tarde, pasa a dominio cristiano. Así es Alquézar, un lozano pueblo de montaña que combina historia y naturaleza. Acompáñanos en este viaje a conocer una de las localidades más bonitas de Huesca que resulta perfecta para visitar en invierno. 

Alquézar, un pueblo medieval de montaña 

Castle above mountian village Alquezar in the Pyrenees, Spain

Ubicado a 20 kilómetros al norte de Barbastro y a 50 kilómetros al sur de Aínsa, la historia de Alquézar arranca con la llegada de los árabes a la zona. Son ellos los que construyen una fortaleza (al-qasr) en las faldas de un monte en la orilla derecha del Vero, conscientes de la importancia estratégica de este un punto. La historia les dará la razón porque en este entorno tendrán lugar numerosas escaramuzas hasta que Sancho Ramírez de Aragón la conquista pasando definitivamente a manos cristianos. 

Nuestra ruta por Alquézar debe empezar en la Colegiata Santa María la Mayor que se erige sobre aquella fortaleza musulmana, símbolo por excelencia del Alquézar medieval. Situada al este del pueblo, en la ladera de una cresta rocosa, fue erigida por el rey Jalaf ibn Rashid que, tras reconciliarse con el califato de Córdoba después de una rebelión, estableció una dinastía que dominó varios enclaves de la actual Huesca. 

A finales del XI, ya en época cristiana, se construye sobre la fortaleza una iglesia colegiata románica que será sustituida en el XVI por la actual. Lo más interesante del conjunto es el claustro románico trapezoidal que podría tener influencia islámica. En él se conservan seis capitales historiados románicos del siglo XII. Así mismo, también destacan las pinturas del XV al XVII que decoran las paredes del claustro, así como el Cristo de Lecina del interior de la iglesia datado a finales del XII. 

Alquézar
Colegiata y antigua fortaleza de Alquézar. Fuente: Pixabay

Descendemos por la escalinata de la antigua fortaleza amurallada y nos adentramos en el pueblo, no sin antes aprovechar para echar un primer vistazo al deslumbrante entorno natural de Alquézar desde el mirador O’Bicón desde el que podemos divisar el cañón que talla el río Vero al este del pueblo y que después disfrutaremos más de cerca. 

Es hora de callejear por el Alquézar medieval, aquel que fue poblando el Burgo Nuovo Alquezaris, el terreno al oeste de la fortaleza una vez que el crecimiento de la población y el progreso cristiano hacia el sur llevó a los vecinos a abandonar la protección de las murallas del castillo.

Dejamos a la derecha el Ayuntamiento de la localidad oscense, así como la entrada a la pasarela del Vero que transitaremos después, para disfrutar de la Plaza Mayor Don Rafael Ayerbe dedicada a un sacerdote alquezrano. Se trata de una entrañable plaza porticada de pequeño tamaño que fue la sede de un popular mercado semanal desde el siglo XVI, época en la que el pueblo vive una segunda juventud con la renovación también de la colegiata. 

Alquézar
Plaza Mayor de Alquézar. Fuente: Wikipedia

Muy cerca se encuentra la ermita de Nuestra Señora de las Nieves una de las varias ermitas que encontraremos a lo largo del pueblo. De una sola nave cubierta por bóveda de crucería estrellada, su fachada externa es del XVII y sigue modelos la arquitectura religiosa popular. Si seguimos hacia el norte alcanzamos la fuente de Monchirigüel, una pieza del XVI con elementos decorativos renacentistas y desde donde se tiene una fantástica perspectiva de la colegiata dominando el pueblo desde la montaña. 

Nos vamos ahora hacia el sur volviendo a las calles alquezranas para degustar esta peculiar fisionomía irregular de calles estrechas de aroma árabe adaptada a la exigente topografía de montaña. En este sentido, son muy característicos los llamados callizos, unos pasadizos entre calles que facilitaban la comunicación, así como la ventilación. Cuenta la leyenda que hasta el siglo XVII podía atravesarse de punta a punta el pueblo sin tocar el suelo por medio de los tejados de estos callizos. 

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Calles y pasadizos de Alquézar. Fuente: Wikipedia

Al sur de Alquézar visitamos la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, erigida a finales del XVII sobre un edificio anterior. Se trata de un edificio sobrio y robusto que rechaza al decorativismo barroco propio de su época que, no obstante, puede rastrearse en la bóveda de cañón con lunetos de su interior. 

Y en el extremo suroeste del pueblo se ubica el mirador la Sonrisa del Viento donde tenemos una impresionante estampa de las murallas, la colegiata y el resto del caserío alquezrano. El nombre de este mirador se debe a la escultura de 1990 realizada por el artista Gabriel.  

Pero antes de salir a conocer el entorno de Alquézar, una mención a su gastronomía empezando por los vinos de la D.O. Somontano, cuyos viñedos crecen en las faldas de la Sierra de Guara y el entorno de Barbastro. Con estos deliciosos vinos regamos un menú que incluye pollo al chilindrón, ternasco y chiretas, el plato típico de la matanza del Alto Aragón, combinado con tomate rosa de Barbastro y aceite de oliva de Somontano. Y para rematar, crespillos, el postre típico del invierno de la comarca elaborado con hojas de borrajas rebozadas en crema. 

El entorno natural de Alquézar 

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Cañones en Sierra de Guara. Fuente: Unsplash

Alquézar se encuentra al sur del Parque natural de la Sierra y los Cañones de Guara, el espacio natural protegido más extenso de Aragón ofreciendo innumerables actividades para disfrutar de su imponente naturaleza. Sus barrancos son su seña de identidad, un paraíso para los aficionados a los deportes de aventura.  

Así mismo, no hay que olvidar la presencia del Parque Cultural del Río Vero establecido desde 2001 en el entorno del parque de la Sierra de Guara aunando patrimonio cultural, como su conjunto de arte rupestre, así como un espectacular patrimonio natural.  

La mejor manera de empezar a disfrutar de este entorno es adentrarse en la popular Ruta de las Pasarelas que parte de la Plaza Mayor alquezrana donde podremos adquirir la entrada por 4 euros. Hablamos de una ruta de 3 kilómetros con un desnivel positivo de 180 metros siguiendo el curso del río Vero que en su primer tramo ya fascina al senderista con su recorrido por el barranco de la Fuente. 

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La Ruta de las Pasarelas de Alquézar. Fuente: Pasarelasdealquezar.com

Además de las alucinantes pasarelas aéreas, lo más singular de esta ruta es que tenemos la opción de hacer un tramo acuático por parte del cauce del Vero cruzando hacia su orilla izquierda hasta el salto de agua del Azud. ¡No olvidéis los escarpines si queréis hacer este tramo! Siguiendo hacia el sur y atravesando dos pasarelas más, pasamos por la vieja Central Hidroeléctrica y el mirador del Vero para remontar hacia el pueblo en el último tramo.

Este último se hace por una pista empinada flanqueada por huertos, olivos y almendros desde donde regresamos a Alquézar entrando por el sur, por la zona de la iglesia de San Miguel. Un espectacular sendero que pone la guinda a una deliciosa visita a este paraíso en la montaña de Huesca.

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