Mónica Oltra no escatima en medios para denunciar las presuntas irregularidades de Francisco Camps, imputado por cohecho en el caso Gürtel. Desde discursos directos y agresivos hasta usar su propia indumentaria: llegó a vestir una camiseta con la frase 'Se busca' y la foto de Camps. Era su protesta por la ausencia del presidente de una sesión de control. Ahora, la prenda se ha convertido en la estrella de las manifestaciones de izquierda en el País Valenciano.

¿Están satisfechos con la evolución del proceso judicial que se sigue contra el presidente autonómico?

Nos hubiera gustado no tener que denunciar las irregularidades porque no hubieran existido. Con el proceso judicial, uno está satisfecho si las cosas se hacen bien, sea el resultado que sea. Pensamos que la instrucción que está haciendo el Tribunal Superior de Justicia valenciano está dentro de la corrección.

Ustedes pidieron al juez De la Rúa, presidente del tribunal que instruye la causa, que se abstuviera por su amistad con Camps.

El magistrado De la Rúa está en entredicho porque Camps alardeó de su amistad con él. Por eso, nos preocuparía que ahora hubiera un archivo, dado que el auto del magistrado Flors (el instructor de la causa, que confirmó la imputación de Camps por cohecho) es absolutamente intachable. Si eso se archiva, o al final el señor Camps con una causa tan clara, aunque sólo sea circunscrita a lo que se llama cohecho impropio, sale absuelto, ¿qué van a pensar los ciudadanos? ¿Que es justicia o es amistad?

Su grupo denuncia que bajo el caso Gürtel está la financiación ilegal del PP valenciano.

Desde el principio dijimos que los trajes son la punta del iceberg. Son el detalle, pero el grueso está en una presunta trama de financiación ilegal del PP. Estas cosas funcionan de la siguiente manera: yo te adjudico obras de la Generalitat, que pagamos todos los valencianos, incluso trabajos que finalmente no se realizan. Y, a cambio, tú me haces trabajos para el partido. Yo te pago el IVA y te doy una factura para que haya una apariencia de legalidad, pero la factura no se paga. El resultado es que los trabajos hechos al partido se han cobrado a través de adjudicaciones públicas.

¿Qué indicios concretos manejan sobre la presunta financiación ilegal?

Funcionarios de la Generalitat nos han hecho llegar contratos menores (una modalidad de adjudicación que, por su bajo importe, no necesita de concurso ni publicidad) otorgados a la trama. A veces se fraccionaban grandes cifras para encajarlas en estos contratos menores. Además están las adjudicaciones millonarias a estas empresas. Tenemos también informes de la Sindicatura de Comptes que muestran que empresas de la trama no hicieron públicas las facturas hechas al PP en campaña electoral, como era su obligación. Son indicios de que con dinero público se pagaban trabajos que a veces ni se realizaban a cambio de que esas empresas hicieran trabajos para el PP. Toda esta documentación la pusimos en manos del juez Garzón, que suponemos que la habrá enviado a Valencia.

Su grupo ha denunciado la falta de transparencia de la Generalitat a la hora de mostrar los contratos.

No hay manera humana de conseguir la información. Y lo malo es que ya no es la Generalitat la que pone trabas: es la Mesa de Las Cortes. Cuando pedimos los contratos con las empresas de la trama, nuestras preguntas no se tramitan con el argumento de que son personas jurídicas sin trascendencia en la comunidad. Cuando no contestan directamente que las cuentas están auditadas por intervención y por la Sindicatura de Cuentas y por tanto nosotros no tenemos por qué tener acceso.

¿La presunta corrupción hará mella en los votantes?

Lo que debe hacer mella en los votantes valencianos, primero, es la desastrosa gestión del PP. Un Gobierno que ha hecho una política de nuevos ricos, que ha tenido como prioridad los grandes eventos y no el empleo, la educación o la sanidad. Esto se une a la poca calidad democrática que estamos teniendo en nuestras instituciones. Falta transparencia y publicidad, que son enemigos de la corrupción. Yo creo que los valencianos sí que están viendo que, cuando ellos lo están pasando mal, aquí hay cuatro espabilados que han hecho el negocio del siglo a costa de ellos. Y eso es intolerable.