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La niña de la Guerra Fría

La japonesa Megumi Yokota fue secuestrada en 1977 por Corea del Norte para convertirla en una espía comunista

GUILLAUME FOURMONT

Una tarde de otoño. Megumi Yokota tiene 13 años y, como cada día, a las seis y media, sale de su clase de bádminton en el gimnasio de Niigata, ciudad de la costa noroeste de Japón. Sus dos amigas la dejan sola. Está regresando a casa, le quedan unos metros para llegar, cuando Megumi es secuestrada por desconocidos. Era el 15 de noviembre de 1977, sus padres nunca volvieron a verla. Víctima de la Guerra Fría, Megumi estaba entre manos de agentes norcoreanos que veían en la niña una futura espía para el régimen comunista.

Más que un suceso pasado, la historia de Megumi se ha convertido en el símbolo de la crisis diplomática entre las autoridades de Tokio y de Pyongyang. Más que la desnuclearización de Corea del Norte, el rapto de la niña figura entre las prioridades de Japón. Porque hubo más que un secuestro. Desde el final de la guerra de Corea, en 1953, la península coreana se dividió en dos: el norte, comunista, y el sur, respaldado por EEUU. Aliado de Washington, Japón acogía bases militares estadounidenses y Corea del Norte se fortalecía con espías. Al final de los años setenta, 17 menores según Japón fueron secuestrados y enviados a Pyongyang.

Mala vida

Poco se sabe se la vida que tuvo Megumi en el país más cerrado del mundo. Se casó, tuvo una hija y se suicidó el 13 de marzo de 1993. Sufría depresión, según su marido norcoreano. Esa es la versión que las autoridades comunistas dieron, en 2002, después de que el líder Kim Jong-il reconociera por primera vez el secuestro de ciudadanos japoneses. Pero sólo habló de 13, no de 17.

La primera reacción de las autoridades niponas fue el silencio. Shigeru y Saki, los padres de Megumi, buscaron e insistieron por las casas de su región, organizaron actos en todo el país, pidiendo ayuda a la Administración. En vano. Tokio informó oficialmente de acciones de agentes norcoreanos en territorio japonés a finales de los años noventa. En 1997, Shigeru y Saki Yokota aprendieron que su hija seguía viva, según reveló en una revista surcoreana un ex espía comunista arrepentido.

Figura mítica

Tras el regreso a Japón, en 2002, de cinco desaparecidos, se enviaron los supuestos restos mortales de Megumi. Los análisis revelaron que no eran suyos. Corea del Norte certificó que había muerto en 1994, no en 1993, como había informado en un primer momento.

El misterio Megumi figura desde entonces entre las prioridades del Gobierno japonés, aunque la inestabilidad política han pasado cuatro primeros ministros desde 2005 impide un seguimiento eficiente de las investigaciones. Para ayudar a encontrar a los de-saparecidos, se creó una asociación por el rescate de los japoneses secuestrados por Corea del Norte. Además, el Gobierno financió un manga inspirado en la historia de Megumi, traducido al coreano, al chino y al inglés. El cómic fue adaptado al cine en 2008.

Unos 800 kilómetros de mar separan Niigata de Corea, 20 horas de barco. Los padres de Megumi dejaron la costa y se instalaron cerca de Tokio. En dos carpetas azules guardan las pocas imágenes que tienen de su hija, sobre todo antes del secuestro. En una de las fotografías, Megumi aparece de pie, al lado de un coche. Para ellos, ella sigue viva.

 

Guerra de Corea
El conflicto entre Corea del Norte (comunista) y Corea del Sur duró tres años: de 1950 a 1953. Fue la primera confrontación armada de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Japón, perdedor en la Segunda Guerra Mundial, fue utilizado como base militar por los estadounidenses. La guerra finalizó en 1953, con la separación de la península en el paralelo 38.

Secuestro de Megumi
Megumi Yokota fue secuestrada el 15 de noviembre de 1977, en su pueblo de Japón, por agentes norcoreanos. Sus padres nunca volvieron a verla y Corea del Norte asegura que Megumi se suicidó en 1994. Tokio considera que 17 menores fueron secuestrados por el régimen comunista para convertirlos en espías.

Reacción de Japón
Desde el regreso, en 2002, de cinco desaparecidos, Tokio exige toda la luz sobre los raptos. Los restos mortales enviados a su país natal no son suyos. El caso Megumi sigue abierto, mientras Pyongyang considera que no tiene nada más que informar.

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