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"Quería decir a los japoneses que lo más importante no son los lazos de sangre"

Hirozaku Kore-Eda, uno de los grandes nombres del cine mundial, protagoniza un encuentro con los espectadores en la Academia de Cine una semana antes del estreno de su nueva película 'De tal padre, tal hijo'

BEGOÑA PIÑA

Hirokazu Kore-Eda es ya uno de los nombres más importantes del cine mundial. Heredero de la tradición humanista del gran Yasujiro Ozu, con su nueva película, De tal padre, tal hijo, vuelve a un tema recurrente en su filmografía, la relación con los hijos. Premio del Jurado en el Festival de Cannes y Premio del Público en el Festival de Cine de San Sebastián, la película se pregunta por la importancia de los lazos de sangre en ese vínculo padre-hijo y con ello, el cineasta se adentra en el territorio de la provocación, al menos frente al público de su país, muy conservador en estas cuestiones familiares. Protagonizada por Masaharu Fukuyama, una auténtica estrella en su país, la película llega a los cines españoles el próximo 29 de noviembre, pero antes, este viernes, la Academia de Cine celebra un encuentro con el cineasta, que conversará con los espectadores.

De tal padre, tal hijo es la crónica del dilema que debe resolver un padre, Ryota, a quien un día dicen que Keita, su hijo de seis años, no es realmente su hijo, porque en el hospital donde nació se cometió un error y hubo un cambio involuntario de bebés. Una desdichada situación que podría convertirse en algo trágico, pero que, en manos de Hirozaku Kore-Eda, se transforma en una narración vital y de poderoso significado.

Dicen que es usted, como lo fue Kurosawa, un director japonés occidentalizado, que busca al público occidental. ¿Es así?

Cuando hago una película solo pienso en lo que quiero contar. No hago como algunos directores que saben a quién dirigen sus películas o que buscan el mayor público posible. Hace cinco años hice Still Walking, una historia que nació de una experiencia personal, mi madre había muerto. Entonces los distribuidores japoneses dijeron que era una película demasiado japonesa y, sin embargo, un señor vasco después de ver la película se me acercó y me preguntó cómo conocía yo su historia, la historia de su madre. Hay cosas que son iguales en todo el mundo. En De tal padre, tal hijo me he hecho una pregunta a mí mismo, me pregunto cuándo un hombre se convierte en padre de verdad.

'La imperfección de la sociedad japonesa tiene un efecto negativo en la vida de los niños'Hijos y padres, en su cine hay cierta obsesión por la infancia. Niños abandonados, ahora cambiados al nacer... La desprotección de la infancia es fundamental en su obra, ¿de dónde viene ese interés? ¿hay algo personal en ello?

No lo sé, de verdad. Y sé que llama mucho la atención que no sepa yo mismo de dónde viene eso. Puede que haya algo de cómo la imperfección de la sociedad japonesa tiene un efecto negativo en la vida de los niños. Pero yo no hice esta película para contar eso. Además, también hay películas sobre niños abandonados de otros directores, ¿no? Cuando decido qué tema trato no pienso en estas cosas, me pongo a trabajar con el tema que me apetece sin un motivo especial.

Dice que se ha hecho una pregunta con esta película, ¿ha encontrado la respuesta? ¿cuándo se convierte un hombre en padre?

Aunque haga películas para averiguar cosas, no tengo nunca la respuesta a las preguntas que me hago, lo que sí consigo es profundizar mucho en ellas. En las dos últimas películas que he hecho el punto de vista es el del personaje del padre. Creo que con el nacimiento de mi hija hace seis años he profundizado más sobre este asunto en mis películas y he conseguido mayor riqueza.

'El amor por un hijo no cambia aunque descubras que no es realmente tu hijo'Pero ¿se ha puesto en la situación de su personaje?

Sí. Imagino que alguien me dice que mi hija no es mi hija, que la cambiaron al nacer. Bueno, creo que lo que amas no cambia, aunque te digan una cosa así. El amor por un hijo no cambia aunque descubras que no es realmente tu hijo. Pero al mismo tiempo te dicen que tienes otro hijo, entonces nacen las ganas de conocerle. No tengo respuesta para lo que propongo en mi película.

De tal padre, tal hijo atenta contra el sentido tradicionalista japonés, donde son tan importantes los lazos de sangre, ¿es un intento de provocación?

Sí, en cierto modo, lo es. Hace dos años y medio, cuando el terremoto y el tsunami, los japoneses fortalecieron ese sentimiento y ese vínculo de sangre. Los lazos de sangre ahora son incluso más importantes para ellos, pero yo no estoy de acuerdo del todo con esa visión. De alguna manera, quería decir en Japón, a los japoneses, que lo más importante no son esos lazos de sangre.

España vive una auténtica conmoción por una trama de niños robados durante cuarenta años...

Es muy interesante saber eso porque, en ese caso, ésta puede ser una película buena para el público español.

'Trabajar con niños ayuda mucho a refrescar el ambiente, son aire fresco, es una sensación muy buena'Usted es un experto ya en rodar con niños, ¿qué supone trabajar con ellos y que aportan a sus películas?

Necesitas más tiempo con ellos. Se disfruta mucho trabajando con niños, aunque se tarda más. Trabajar con niños ayuda mucho a refrescar el ambiente, son aire fresco, es una sensación muy buena. Los niños suavizan la tensión del ambiente del rodaje. En esta película, los dos niños protagonistas están por primera vez en el cine. Ellos, además, cambian la actitud de los adultos.

Antes mencionaba a Kurosawa, pero en realidad el nombre que surge siempre que se habla de su cine es el de Ozu...

Es un honor, pero yo no pienso en él cuando hago películas. Es verdad que los temas que tratamos los dos son parecidos. Hijos que no pueden cumplir lo que los padres quieren... pero la forma de rodar es muy diferente. Yo no tengo un estilo fijo. En Kiseki (Milagro) los niños se movían mucho y la cámara se movía con ellos, en Still Walking, había muchas tomas fijas. Siempre depende del tipo de película.

La asistencia de Hirozaku Kore-Eda a la Academia de Cine coincide con el estreno en España de la nueva película del veterano cineasta Yôji Yamada, Una familia de Tokio. Casualidad que permite una gran celebración del mejor cine japonés, con películas en las que resuena el nombre de Yasujiro Ozu. Si Kore-Eda recoge cierta herencia del maestro nipón, Yamada le rinde homenaje con este nuevo filme.

Una familia de Tokio, ganadora de la Espiga de Oro de la Seminci de Valladolid, es la revisión que Yamada hace de la más grande de las obras maestras de Ozu, Cuentos de Tokio. Considerada por los directores como la mejor película de la historia del cine -la tercera, en opinión de los críticos-, según la encuesta mundial que realiza el British Film Institute, la película de Ozu estuvo al lado de la del octogenario Yamada en la reciente edición del Festival de Berlín.

Una pareja de ancianos viaja desde su pueblo en una pequeña isla a Tokio para visitar a sus hijos. La vida de la gran ciudad y, sobre todo, las obligaciones laborales, impiden a los hijos ocuparse como es debido de sus padres. La familia, el cuidado de los ancianos en la nueva sociedad japonesa, la transformación de ésta... reaparecen con el título de Yamada, que festeja con él sus cincuenta años en el cine.

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