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Casi 20.000 tiendas de barrio bajan la persiana en un año asfixiadas por el 'dumping' del comercio electrónico

El sector del comercio pierde autónomos y empresas en todas las comunidades autónomas mientras las compraventas por internet se disparan hasta los 170 millones de euros diarios, tras triplicar su volumen de negocio en siete años.

Un autónomo echa el cierre de su negocio, al término de la jornada laboral. E.P./Ricardo Rubio
Un autónomo echa el cierre de su negocio, al término de la jornada laboral. Ricardo Rubio / EUROPA PRESS

"Hay un mercado en el comercio electrónico topado por los fabricantes, y ahí no hay hueco para el pequeño comercio si no se especializa, especialmente en el textil y la alimentación", explica Eduardo Abad, secretario general de UPTA (Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos), ante la debacle que se está produciendo en el tejido de las tiendas de barrio y de pueblo ajenas a cadenas y franquicias.

Según los datos del Ministerio de Trabajo y la Seguridad Social que maneja esta organización, el año pasado casi 20.000 pequeños comercios (19.699, más de cincuenta cada día) bajaron la persiana, la mayoría de ellos ante la inviabilidad de los negocios, en un goteo que tuvo sus mayores impactos en Andalucía (3.973) y Catalunya (3.345), que suman más de dos tercios de los cierres junto con la Comunitat Valenciana (2.274), Galicia (1.600), Madrid (1.528), Castilla y León (1.236) y Castilla-La Mancha (1.163).

El censo de empresas con plantilla del Ministerio de Trabajo, cuyo epígrafe incluye junto con el comercio minorista el mayorista y los talleres de reparación de vehículos, también apunta a un pinchazo en el sector, con 4.200 sociedades menos en un año y un registro de 290.553 que se queda casi 10.000 por debajo del previo a la pandemia (300.159 al acabar 2019) y que resulta inferior al de 2020, cuando pese al impacto de la crisis sanitaria se mantenían operativas 291.079.

Y el balance de los Códigos de Cuenta de Cotización de la Seguridad Social, que incluyen empresas y autónomos, registra un saldo negativo de 1.762 (197.780 sin talleres ni mayoristas) en el año, otro de más de 14.000 frente a las vísperas de la pandemia y uno más de 24.400 en la década.

Los datos apuntan a la cronificación del declive del comercio local, cuya pérdida de unidades supera en volumen a la de años de fuerte retroceso previos a la crisis sanitaria como 2017 y 2018 pese a verse paliado por el goteo de aperturas de tiendas que sigue produciéndose.

“La burbuja del comercio tocó techo en la anterior crisis”

"Con la crisis inmobiliaria se vio cómo la burbuja del comercio había tocado techo. Fue un refugio para trabajadores que iban siendo expulsados del mercado laboral durante la crisis, pero no se trata de un sector sencillo sino que está sobredimensionado", señala Abad, para quien apostar hoy por la tienda "de siempre" como modelo de negocio "no tiene ningún sentido". "No hablamos de casos aislados sino de un suma y sigue en el que cada vez hay más pequeños comercios que cierran la puerta".

Ocurre en la ciudad, donde la competencia de cadenas y franquicias que fabrican y distribuyen su propio género resulta más que complicada para las tiendas, y más en periodos de rebajas como el actual, y también en las áreas rurales, donde las administraciones acaban viéndose obligadas a movilizar recursos para mantener abiertos los multiservicios que evitan que los vecinos de pequeñas poblaciones se queden sin algo tan básico como el acceso a la compra de alimentos.

A ese cuadro se le añaden otros dos factores de presión. Por una parte, los desmesurados precios de la electricidad, que sufren con especial intensidad establecimientos como las panaderías y las pastelerías por el uso de hornos pero también carnicerías, pescaderías y fruterías por la necesidad de refrigerar el género y de utilizar herramientas para manipularlo.

Y, por otra, el avance del comercio electrónico o e-commerce, cuya facturación ya superaba los 60 millones de euros diarios en el primer semestre del año pasado tras triplicar su volumen de negocio en apenas siete, según los datos de la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia).

El comercio electrónico factura 60 millones en ventas interiores

El comercio electrónico alcanzó en 2021 un volumen de facturación de 18.168 millones de euros para las operaciones con compradores y vendedores españoles, dato que se eleva a 20.807 para el último año móvil con datos, de julio de 2021 a junio de 2022.

Esas cifras triplican los 6.614 millones de 2014 y andan cerca de duplicar los 11.524 de 2017, lo que ayuda a hacerse una idea de cómo esta vía de ventas va ganando cuota de mercado interior.

Por sectores y para las operaciones internas, los datos del segundo trimestre de 2022 reflejan compras de alimentos por valor de 4,3 millones de euros diarios, de electrodomésticos por casi tres y de ropa y calzado por cerca de dos, a los que se añaden otras partidas como 750.000 euros en perfumería y 1,2 millones en muebles, operaciones que, obviamente, dejan de realizarse en las tiendas físicas.

A esa cifra hay que añadirle otra de comercio a través de internet que genera una balanza comercial negativa de más de 25.000 millones al año: se trata de la diferencia entre lo que las firmas españolas colocan en otros países (29) y lo que los consumidores españoles compran a empresas de otros países (107 millones diarios).

Este último registro, que incluye doce millones en ropa y calzado, casi uno en perfumería, más de 1,3 en alimentación y 23,5 en turismo, viajes y hostelería, también puede anotarse como merma de ventas que antes gestionaba el comercio presencial local, con independencia de su tamaño. Eso sitúa la desviación en el entorno de los 170 millones diarios.

“Hay que jugar la baza de la cercanía”

"El avance del comercio electrónico se debe a la evolución de la sociedad y del consumidos, ante la que el distribuidor ha ido por delante del comercializador", indica el secretario general de UPTA, que anota otro factor de presión para los minoristas: "a eso se le añade la concentración del sector de la distribución, sobre todo el alimentación y en textil, con el que grandes marcas se han quedado el 80% del mercado y no dejan espacio" para otros operadores.

En ese escenario, el principal efecto comunicativo de internet, que es la eliminación de intermediarios entre emisor y receptor a través de su malla de redes, acaba teniendo efectos demoledores para los minoristas cuando se combina con determinadas prácticas comerciales de fabricantes y distribuidores, que ahora disponen de la opción de la venta directa, lo mismo que los mayoristas.

"A través del e-commerce se hace dumping al pequeño comercio al vender los productos a precio más bajo del que se les ofrece a las tiendas, como ocurre cuando fabricantes y distribuidores hacen liquidaciones", destaca Abad, crítico también con las plataformas de venta de segunda mano, a través de las que, según las estimaciones de su organización, se esfuman alrededor de 600 millones en impuestos al cabo del año.

"El pequeño comercio tiene que poner en marcha sistemas para poder hacer frente al e-commerce, y ahí tiene que jugar la baza de la cercanía con la logística de proximidad", con formatos para llevar la compra del cliente a casa, sostiene el secretario general de UPTA, que critica el abandono del sector en aspectos como la activación de esas estructuras de apoyo por parte de las administraciones y las cámaras de comercio: "la gestión de los recursos para dinamizar el comercio ha sido un fracaso. O se implementan modelos basados en la cercanía y la digitalización que permitan competir o no hay nada que hacer".

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