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Se cierra un ciclo, se abre otro

La distribución de fichas en el tablero electoral ha cambiado de golpe tras la decisión de Zapatero de no repetir en 2012 y abrir primarias

JOSÉ LUIS DE ZÁRRAGA*

Durante tres años, la derecha política y mediática se ha concentrado en el objetivo de destruir la imagen de Rodríguez Zapatero, primero condensando en su imprevisión, con patente desmesura, toda la responsabilidad por los efectos de la crisis económica y, luego, entonando con cinismo un discurso populista contra las medidas de austeridad que creyó obligado tomar al dictado del gobierno conservador europeo. Y sin duda consiguió plenamente su objetivo, con la colaboración del propio interesado, privado por completo de un discurso que le comunicara con su base social. Todas las encuestas han dado puntual noticia de ese proceso de demolición, que se ha traducido, en las tendencias electorales, en un abismo de intenciones de voto, abstenciones e indecisión, abierto durante todo el último año entre el Partido Popular y el Partido Socialista.

Sin embargo, en la clave del éxito del PP en las encuestas preelectorales radicaba también su principal debilidad. Por eso habría querido que las elecciones se adelantaran antes de que esa debilidad pudiera hacerse patente. Los análisis de los Publiscopios y los de las demás encuestas publicadas han puesto siempre de relieve que el PP apenas ganaba dos o tres puntos en tendencia de voto y que su líder tenía una imagen casi tan desastrosa como la del presidente, pese al resguardo de los efectos de la crisis que le ofrecía su acomodo en la oposición.

En la clave del éxito del PP en las encuestas preelectorales radicaba también su debilidad

El voto del PSOE se hundía, más que por los que le restaba el PP, por los que se refugiaban en la abstención, o en segundas opciones de voto o se declaraban indecisos. Unos efectos electorales que parecían estar muy directamente relacionados con el rechazo de las políticas personificadas en Rodríguez Zapatero, y de su misma personalidad, por parte de un sector muy amplio de votantes de izquierdas, acomplejado además, y privado de argumentos, por el clamor de descalificaciones de los medios, los políticos y los votantes de la derecha que han dominado de forma aplastante en la opinión pública.

El 2 de abril, José Luis Rodríguez Zapatero anunció que seguiría gobernando hasta agotar la legislatura, pero que no se presentaría como candidato socialista a la Presidencia en las próximas elecciones. Con ello, el Partido Popular y sus medios se quedaron de pronto como aquel pintor al que el compañero dijo: 'Agárrate a la brocha, que quito la escalera'. Las primeras encuestas que se realizaron, aunque demasiado próximas al acontecimiento para medir bien sus efectos, ofrecían ya indicios claros del sentido y la magnitud de los cambios que podía desencadenar.

El PSOE se hundió al entregar votos a la abstención, a segundas opciones o a los indecisos

El Publiscopio que presenta hoy este diario, cuyos trabajos de campo se iniciaron diez días después de la declaración de Zapatero ante el Comité Federal del PSOE, da la medida del cambio. Hace un mes, el Publiscopio de marzo constataba una diferencia de casi 11 puntos entre las intenciones de voto al PP (27,4% sobre el total de electores) y al PSOE (16,6%), datos directos de encuesta, sin cocina ni modificación alguna. Hoy la diferencia en intención de voto se ha reducido a dos puntos y medio, 25,2% a favor del PP, que pierde dos puntos, y 22,8% al PSOE, que gana seis.

La estimación de la tendencia de voto debe tener en cuenta otros datos, además de las declaraciones de intención. A los datos del Publiscopio de abril se les ha aplicado el mismo algoritmo de estimación que a los de marzo, con los mismos criterios, para que fuesen estrictamente comparables. Con los datos de marzo, la estimación de voto resultante daba al Partido Popular una ventaja de 13 puntos en porcentajes de voto válido: 43,5% frente a 30,2% del PSOE. Con los datos de abril sigue habiendo una diferencia a favor del PP, pero se reduce a 2,3 puntos: el partido de Rajoy, con Rajoy, obtendría ahora un 40,1% del voto, pierde tres puntos y vuelve justamente a su resultado electoral último; el de Zapatero sin Zapatero sube siete puntos y medio y alcanza el 37,8%, todavía muy por debajo de sus votos en 2008.

Los indicios del cambio

La diferencia en la intención de voto, sin cocina', se ha reducido a dos puntos y medio

Zapatero ya no será candidato del PSOE a la Presidencia, aunque sigue siendo presidente y continuará gobernando aún durante casi un año. Pero el cambio que ha asumido en su papel para el futuro modifica profundamente la perspectiva con la que será valorada su imagen y juzgada su gestión política. No es difícil anticipar que su imagen mejorará con ello. Todavía es muy pronto para que se haga patente, porque las imágenes de los políticos tienen una gran inercia en la conciencia de la gente, pero en este Publiscopio hay ya algunos indicios de ese cambio. La confianza sigue siendo ínfima, pero sube en cuatro puntos el porcentaje de quienes declaran tener en él mucha o bastante (de 14,9 a 19,1%). Su valoración sigue siendo muy baja y la de Rajoy, siendo también muy baja, es mejor; pero en enero la puntuación media de este era nueve décimas más alta y ahora la distancia se ha reducido a cuatro décimas (3,6 uno y 4,0 el otro), sobre todo porque la muy baja puntuación media de Zapatero ha subido cuatro décimas (de 3,2 en enero a 3,6 en abril).

Es aún muy pronto para anticipar las tendencias electorales con las que se llegará a las elecciones generales. Hay un recorrido muy largo hasta ellas, unas elecciones locales y autonómicas por medio, una campaña de primarias en el PSOE y la elección de un nuevo candidato socialista. Pero es evidente que la distribución de las fichas en el tablero electoral ha cambiado de golpe con la declaración de Zapatero y que se ha cerrado un largo ciclo, en el que las tendencias del voto socialista han descendido a mínimos históricos en los que han permanecido estancadas durante todo un año y han variado de modo correlativo las tendencias del PP y de los demás partidos. El sentido y la magnitud de la evolución del voto en el futuro próximo es todavía impredecible; pero de lo que no cabe duda es de que se ha clausurado un ciclo y se ha abierto otro nuevo.

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