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Zarzuela prepara el terreno para el discurso del rey en Nochebuena

Alta expectación en torno al primer mensaje oficial del monarca tras su carta sobre Catalunya, la complicación creciente del caso Urdangarin y su operación de cadera.

ANA PARDO DE VERA

El año pasado por estas fechas, se informaba en todos los medios sobre la enorme expectación que se había generado en torno al tradicional discurso del rey en Nochebuena. Una expectación que, finalmente, se demostró más bien política y mediática, pues la audiencia del mensaje navideño se mantuvo prácticamente igual que en años anteriores. La razón de esta tensa curiosidad era el daño que habían hecho a la institución los presuntos delitos del yerno real, Iñaki Urdangarin, y, en general, todo el entramado de presunta corrupción política y fiscal del caso Nóos que lo envuelve.

Este año, sin embargo y a tenor de los acontecimientos, el interés es aún mayor, por lo que, con un equipo reforzado y relativamente reciente (Rafael Spottorno había sido secretario general de la Casa del Rey entre 1993 y 2002 y en 2011 fue nombrado jefe de la misma), la estrategia para cubrir al monarca se ha anticipado del 24 al 14 de diciembre, fecha en la que, según ha podido saber Público, el director de Comunicación, Javier Ayuso, ha convocado a un grupo de periodistas a una reunión informativa en el Palacio de La Zarzuela y a una comida posterior con el diplomático ex director de la Fundación Caja Madrid y hoy jefe de la Casa de Su Majestad el Rey.

Según trasladan a este diario fuentes conocedoras del encuentro, están convocados los diarios impresos, las principales radios y televisiones y la agencia EFE, entre otros. Público y otros medios digitales de relevancia no han sido invitados. Esta comida con periodistas es la primera que realiza Spottorno justo antes de la comparecencia del rey en TVE el 24 de diciembre, pues quien fuera también asesor y jefe de gabinete respectivamente de los ministros socialistas Francisco Fernández Ordóñez y Javier Solana accedió a su puesto actual en febrero de este mismo año. Desde entonces, las cosas han cambiado, aunque quienes conocen internamente el funcionamiento de la Casa del Rey sostienen que el máximo responsable del cambio de estrategia es el responsable de la política de comunicación. Ayuso ha apostado por más transparencia, cercanía a la sociedad y una apertura de la información sobre la familia real, todas aún muy moderadas.

Los consultados por este diario ilustran su convencimiento, por ejemplo, con el tema de la salud del monarca, asegurando que se ha pasado de la oscuridad más absoluta a la información más detallada. Al menos, en apariencia, ya que se ha implicando a médicos y equipos hospitalarios en todo el despliegue informativo.

Con todo, no se trata tanto de la estrategia del equipo del rey y su familia como de los acontecimientos que se van sucediendo sin dar tregua al monarca y su entorno y que condicionarán también este año su mensaje navideño. En círculos políticos, se afirma que '2011 fue un mal año para el rey, pero 2012 ha sido peor'. Así, el año pasado, Juan Carlos de Borbón centró su discurso en la crisis económica e, implícitamente, en el caso del marido de su hija Cristina, al aludir a su preocupación por el descrédito de las instituciones y advertir de que 'la justicia es igual para todos'.

En este texto que, como todos los años, elaboró Zarzuela -aunque cuente siempre con el visto bueno de La Moncloa-, el rey hablaba del fin del terrorismo y de cómo estaba comprobando 'el rigor y el acierto' con los que el príncipe de Asturias hacía su trabajo de heredero de la Corona. La imagen del jefe de Estado transmitía preocupación y mucha carga institucional, al cambiar las habituales fotos con la familia que suelen colocarse detrás de él por una imagen de sí mismo con el presidente Mariano Rajoy y el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero.

Este año, la salud del rey obligará a la Zarzuela a reeditar el final del texto de 2011: 'Doy las gracias especialmente a tantos españoles que en los últimos meses se han interesado por mi salud, felizmente recuperada'. Su caída en Botswana mientras cazaba elefantes en un viaje del que no había constancia y por el que pidió perdón públicamente en un gesto inédito y sorprendente en el pasillo de un hospital; su posterior operación de cadera (la primera de dos) a consecuencia del golpe; su relación con la alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein, que le acompañaba en la cacería, o la separación de facto de la reina, sin duda, sobrevolarán la comparencia del rey en los televisores del país, pero nadie confirma que vayan a ser mencionados específicamente.

Las expectativas se han generado más bien porque el mensaje de Nochebuena será el primero oficial de Juan Carlos tras su segunda intervención de cadera y, sobre todo, del texto colgado en la web de la Casa del Rey en septiembre en el que el monarca aludía y criticaba directamente a los nacionalismos por 'dividir fuerzas, alentar disensiones y perseguir quimeras' en pleno debate sobre la independencia de Catalunya y generando una fuerte controversia sobre si el rey se había excedido en sus funciones como jefe de Estado al lanzar un juicio político tan claro.

La tensión independentista sigue copando la actualidad nacional, pero, después del revuelo de hace tres meses, parece improbable que el monarca vuelva a emitir una opinión tan contundente como la de la web, apelando en su lugar a la más general necesidad de unidad. Con todo, las posibilidades están abiertas, aun dentro de la rigidez y el cálculo estricto en que se mueve la Corona. También con respecto a Urdangarin, especialmente, desde que la Casa del Rey sorprendió con una visita de éste, la infanta y uno de sus hijos al hospital en donde habían operado al monarca, rompiendo el distanciamiento absoluto entre el matrimonio y el rey que la Zarzuela se había encargado de transmitir a la opinión pública. Las expectativas que se han llegado a generar en esta ocasión pasan incluso por quienes apuntan a que el monarca dará 'un primer paso hacia su abdicación', pero también por quienes lo descartan de plano, asegurando que, ahora más que nunca, el rey no se moverá de su trono.

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