En el 2003, Mariano Rajoy era el sucesor de Aznar. No tenía necesidad de macro actos, ni de globos y confetis. Ahora, el jefe de la oposición afronta las generales de 2008 con otra perspectiva. “Hoy estoy más preparado que hace cuatro años para gobernar nuestro país”, ha reconocido el líder del PP ante su partido.

El PP ha vivido una fiesta en Valencia al más puro estilo norteamericano, cerca de 10.000 personas han arropado a Rajoy en su autoproclamación como candidato a la presidencia del Gobierno. La alcaldesa valenciana, Rita Barberá, y el presidente de la Comunidad, Francisco Camps, han sido los teloneros. El público, al grito de ¡presidente, presidente!, caldeaba el ambiente. Un video, en el que se ensalzaba su liderazgo y se enfrentaba su modelo de gobierno al de Zapatero, fue la antesala a su salida triunfal. Para no gustarle los personalismos y criticar la campaña de ZP, a Rajoy le ha faltado poco para convertirse en MR.

El líder conservador ha relatado el vía crucis por el que ha pasado en este tiempo: “Estos años no han sido fáciles para mí. He sentido la desazón y la fatiga de enfrentarme a días, semanas y meses en los que éramos insultados por defender nuestras convicciones”. Se lamenta “porque cuando se rompen los consensos la política se hace muy cuesta arriba. Cuando se tiene delante un muro de hostilidad, la política se vuelve desabrida, y resulta triste”. Ahora, los esfuerzos han valido la pena. “Hemos logrado que las cosas no fueran a peor. Hemos sido un dique frente a una marea de frivolidad, demagogia y relativismo”.

El líder del PP ha reconocido sus errores a la gallega: “Yo no soy tan listo como para no equivocarme ni tan tonto como para no darme cuenta de que, a veces, me he equivocado”. Y no ha tenido reparos en venderse como la mejor opción: “Una persona fiable y previsible”. Y como alguien que no busca “genialidades, sino soluciones a los problemas de la gente”.

Nuevo Consenso

Su figura, su credo y su proyecto. El presidente del PP quiere “un Nuevo Consenso, con mayúsculas”. Para que se abra una “nueva etapa de estabilidad”. Su objetivo: “Cambiar la miopía de los que nos han gobernado por la responsabilidad, la falta de energía por la decisión, la frivolidad por la eficacia y la mediocridad por la ambición de ser cada día mejores”. Para finalizar, un mensaje a los socialistas y una advertencia a los nacionalistas. “No admito que la izquierda nos mire por encima del hombro”, dijo.

Y arrancó los aplausos más sonados al recordar que “todos vimos de qué manera cayó el Muro de Berlín y no es para estar orgulloso. Rechazo especialmente esa izquierda que no ha sido capaz de mirar con honradez intelectual a su pasado y se limita a buscar culpas inexistentes en el adversario político para mantener vivo un espejismo que hace tiempo se ha roto”. En cuanto a los segundos, “han de saber que defenderé hasta el último aliento que la soberanía nacional es única e indivisible. Ya es hora de poner cordura en esta subasta de soberanismo”.