Dominio público

El desconcierto

Ana Pardo de Vera

El desconcierto
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, interviene durante un debate de la moción de censura, en el Congreso de los Diputados, a 21 de marzo de 2023, en Madrid (España). Eduardo Parra / Europa Press

Entiendo que la primera parte de la moción de censura presentada por Vox con Ramón Tamames como candidato habrá sido valorada en función de las expectativas que cada uno/a hubiera puesto en ella, pero si alguien esperaba que a la ultraderecha le saldría bien, pinchó en hueso. Ha sido exactamente lo que creíamos que era: una llorera en el Congreso porque Vox ha perdido protagonismo en la actualidad política desde que Federico Jiménez Losantos les cerró la puerta en la narices, porque son demasiado rancios hasta para él (y mucho menos generosos que Isabel Díaz Ayuso)

Desde el presidente del Gobierno hasta los/as portavoces de los partidos de los acuerdos de Gobierno y de investidura, aprovecharon un trabajo que se veían obligados a hacer para respetar la dinámicas parlamentarias -núcleo de la democracia- y repartir leña contra la ultraderecha y contra un candidato que remata su carrera política y académica a los 89 años abrazando al franquismo. No solo al neofascismo que puede representar un sector de Vox, con toda su xenofobia, su racismo, su misoginia, su elitismo y su machismo, sino estrechando contra él al mismo franquismo de Franco que tuvo a Tamames preso en Carabanchel por ser contrario entonces a la dictadura criminal. Un delirio.

No obstante, y pese a convertirse la de este martes en una sesión parlamentaria infinita, a ratos frustrante, a ratos cómica, aburrida en general, pero mayoritariamente inútil, hubo un momento en el que pareció que la España que no acaba nunca de morir, moría en el Parlamento y se diluía en el desconcierto, la sorpresa y la turbación, para dejar nacer a esa España que lleva décadas batallando contra la desigualdad y siempre ha salido perdiendo frente a los poderes fácticos alineados con la España monárquica de privilegios políticos e institucionales que siempre resiste: la "España de las mujeres" subió a la tribuna con Yolanda Díaz, líder de Unidas Podemos y vicepresidenta segunda del Gobierno, y reafirmó a los intelectuales progresistas del siglo 21: la revolución será feminista o no será. Será pacífica, ecologista y libre o no será.

Fue entonces cuando el gesto de Tamames adquirió formas de chasquido interno de neuronas y el de Abascal, las de urticaria cerebral. El lenguaje de Díaz, su discurso contundente y respetuoso reventó en la cara de la ultraderecha: no entendían nada. El candidato de Vox porque, seguramente y como recordó la gran Maruja Torres en Twitter, "Es muy posible que al arcaico profesor Tamames nunca le haya hablado así una mujer"; el presidente del partido de extrema derecha, porque no entiende el feminismo en general; ni él ni los/as suyas entienden nada que tenga que ver con la igualdad, tampoco con la de derechos y libertades entre hombres y mujeres.


El candidato Tamames lo había dejado claro en su rancio delirio y Díaz le restregó la realidad por los ojos, con tal rotundidad que al independiente de Vox se le salieron los ojos y declinó responder a la líder de Unidas Podemos entre carcajadas de hombretones y su desprecio, que acabó por confirmarnos la miseria moral que ha alcanzado el profesor jubilado desde que salió de Carabanchel, donde tantos murieron para que él pudiera hacer el ridículo en el Congreso. Porque eso también es la democracia, junto a derechos humanos que solo admiten defensa y el feminismo como elemento transformador. Contra la ultraderecha, contra Tamames y contra quien quiera devolvernos a las cavernas.

"Quería hablarle de otra brecha que estamos contribuyendo a superar: la brecha de género. Pero para llegar ahí, señor Tamames, tengo que recordarle una cosa: la existencia de las mujeres en nuestro país. Una España sin mujeres es una impugnación de la realidad, de la realidad social, laboral, económica, política y cultural de nuestro país. Una España sin mujeres es una España sin propuestas, inviable

Y usted, de manera muy sorprendente, solo se ha dirigido a las mujeres en su discurso para reprocharnos la baja fecundidad. Parecemos no existir y sin embargo nos ha puesto deberes, señor Tamames: 2,1 hijos por mujer para asegurar el futuro de nuestra pirámide demográfica. Las que no cumplimos esa ratio, no podemos o no queremos tener hijas, ¿estamos fuera de su realidad? ¿Somos inservibles para nuestro país? El suyo es un discurso construido en torno a un enorme vacío, a una ausencia clamorosa: las mujeres, señor Tamames, las mujeres


¡Bienvenido a 2023, bienvenido a la España de las mujeres! 

De la misma forma que no se puede construir nada en torno a las injurias, a los insultos, al autoritarismo, a la desconfianza en el otro, en el diferente, tampoco se puede construir un país sin sus mujeres. Es imposible, señorías. 

Y cuando digo "sin sus mujeres" pienso también en las que ya no están ni nunca estarán. Todas aquellas que, cada día, en nuestros pueblos y ciudades, son víctimas mortales de la violencia de género. No doméstica, no intrafamiliar. Violencia de género, señorías. Mujeres que ya no toleran la subordinación atávica del machismo, esa que ustedes intentan perpetuar, negándonos derechos tan básicos como el de decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas. Recluyéndonos en un rol de gestación, crianza y cuidados, apartándonos de los lugares de decisión y arrebatándonos la palabra".


Extracto del discurso de Yolanda Díaz en el Congreso durante la moción de censura de Vox.- Madrid, 21 de marzo de 2023

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