Millones de personas en todo el mundo son cada día víctimas de crisis humanitarias y de conflictos que parecen no tener fin como los de Somalia, Colombia, República Democrática del Congo (RDC), Birmania, Zimbabue y Chechenia.

La mayoría de estos países llevan más de una década apareciendo en el informe anual de Médicos Sin Fronteras Las diez crisis más olvidadas, un documento que esta organización humanitaria estrenó en 1998, cuando una devastadora hambruna en el sur de Sudán tuvo poca repercusión en los medios de comunicación internacionales.

Sin embargo, pese a los intentos de MSF de sensibilizar a la opinión pública mundial, diez años después, Colombia y la República Democrática del Congo siguen encabezando este peculiar listado (lo han hecho en nueve ocasiones), Chechenia ha aparecido ocho veces y Somalia siete, sin que la situación de estas personas haya cambiado en absoluto, lamentó la presidenta de MSF, Paula Farias.

Provocar la colaboración 

Las víctimas de todos estos conflictos humanitarios necesitan que se hable de ellos y que los medios de comunicación informen de su situación porque es la única manera de provocar la colaboración de los países desarrollados, explica la responsable de MSF.

Las consecuencias de estos conflictos, tanto si ocurren en África como en Asia o en Europa, son las mismas porque 'la pobreza es uniforme' y en todos ellos la gente muere de diarrea, infecciones respiratorias (principalmente tuberculosis) y malnutrición, lo que, a su vez, causa nuevas enfermedades.

Sólo el conflicto de Colombia, recordó Farias, ha causado ya más de cuatro millones de desplazados internos, lo mismo que el de Zimbabue donde, además, dos millones de personas viven infectadas por el virus del Sida y sólo una cuarta parte tiene acceso al tratamiento con antirretrovirales.

El caso de Somalia es un ejemplo 'especialmente sangrante' de cómo se ignoran estos conflictos, explicó.

'Durante el secuestro de las dos cooperantes de nuestra organización -el pasado diciembre-, los medios de comunicación se interesaron por el desenlace del suceso pero en ningún momento informaron de la situación de la población de ese país' que lleva en guerra 16 años y cuya esperanza de vida no supera los 45 años.

El caso de Birmania -aislada del mundo exterior y completamente abandonada desde que en 1962 la Junta Militar se hizo con el poder-, es otro ejemplo de país olvidado, recordó la presidenta de MSF.

Este país sólo acaparó la atención de los medios durante unos días en septiembre, cuando el ejército reprimió violentamente las manifestaciones de los monjes en favor de la democracia.

Además de los conflictos armados y las crisis civiles, la lista de Médicos Sin Fronteras incluye la tuberculosis que cada año mata a dos millones de personas y afecta a otros nueve millones, y la desnutrición infantil, que fundamentalmente azota al sur de Asia y a los países de la franja del Sahel en África.

Somalia: Más desplazados, menos ayudas

Los combates y la violencia alcanzan los mayores niveles de virulencia en 16 años de conflicto. Se desconoce el número de víctimas civiles y los desplazados por la guerra civil se cuentan por cientos de miles. A pesar de todo esto, las ayudas internacionales parecen disminuir y Médicos Sin Frontesas encuentra problemas de seguridad para actuar en algunas zonas.

Zimbaue: El precio de una crisis económica

El desempleo, la inflación, la escasez de alimentos y la inestabilidad política han llevado a una cuarta parta de la población por el peligroso camino del exilio. Cada semana fallecen 3.000 personas de sida y se calcula que los infectados llegan al millón y medio. Menos de una cuarta parte reciben el tratamiento antirretroviral adecuado. El sistema sanitario, antes uno de los mejores de África, se encuentra hoy desbordado.

Sri Lanka: El conflicto tras la marea

El efecto del tsunami que borró las diferencias entre el gobierno y el LTTE pasó hace tiempo y ahora pesan más los 25 años de enfrentamientos intermitentes. La situación provocada por los combates se ve agravada por la desconfianza hacia las organizaciones de ayuda internacional, que ven sus movimientos muy restringidos.

República Democrática del Congo: La democracia no trajo estabilidad

Un año después de las primeras elecciones democráticas en décadas, el enfrentamiento entre grupos armados sigue vivo. Los cientos de miles de desplazados son blanco fácil para crisis sanitarias. La violencia sexual es lamentablemente característica. 

Colombia: Daños colaterales en la guerra contra el narcotráfico

Los grandes titulares dedicados a la lucha contra los cárteles olvidan a los 3,8 millones de personas que ocupaban las zonas en disputa entre tropas gubernamentales, paramilitares y fuerzas rebeldes. El país entra en su sexta década de conflicto con todos los grupos armados apuntando hacia los civiles. 

Birmania: Bloqueo humanitario

La junta militar en el gobierno mantiene una elevada represión sobre sus ciudadanos y complejos laberintos burocráticos para las organizaciones de ayuda humanitaria. Sólo el 1,4% del presupuesto nacional se dedica a atención sanitaria en un país con elevadas tasas de malaria y VIH.

República Centroafricana: Civiles en el fuego cruzado

El enfrentamiento entre gobierno y rebeldes armados empezó en 2005. Los desplazados deben enfrentarse a la pérdida de sus hogares y a los salteadores que infestan los caminos. La violencia también afecta a la ayuda humanitaria; una trabajadora de MSF murió de un disparo en junio.

Chechenia: Seguridad precaria

El conflicto ha atenuado su intensidad en los últimos años, pero la situación sigue siendo de calma tensa. La atención médica oscila entre la deficiencia y la inexistencia.

Tuberculosis: La enfermedad resistente

Dos millones de víctimas cada año y nueve millones de nuevos enfermos. De ellos, 450.000 se infectan con una cepa multirrestente a los tratamientos farmacéuticos. La inversión para frenar la tuberculosis no llega al 25% 

Nutrición: La solución al alcance

La desnutrición aguda acaba con la vida de cinco millones de niños menores de cinco años. Los alimentos preparados ricos en nutrientes (RUF) pueden ser la solución, pero es necesaria la inversión que los lleve a los lugares más sensibles.