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Los partidos de Flandes tensan aún más la cuerda en Bélgica

Dicen que el plan descentralizador para formar Gobierno no es suficiente

DANIEL BASTEIRO

Los democristianos y los separatistas flamencos tensaron ayer un poco más la cuerda de la convivencia en Bélgica con sus vecinos francófonos. La Nueva Alianza Flamenca (N-VA) de Bart de Wever, que persigue la escisión de Flandes, aseguró tener 'reservas fundamentales' sobre la última propuesta del mediador real que intenta poner de acuerdo a los principales partidos del país sobre la base de una reforma del Estado.

Un comunicado de la formación, la primera fuerza política del país, sugirió ayer que la nueva propuesta de descentralización no es suficiente, a pesar de incluir la transferencia a las regiones de la gestión del 26% de lo recaudado por el impuesto de la renta. El partido de De Wever no especificó las modificaciones que hará al texto, pero que las acepten los seis partidos que se han embarcado en las negociaciones es un requisito imprescindible para seguir negociando.

Del acuerdo de mínimos entre los siete partidos, que representan a la aplastante mayoría de los belgas, dependen las negociaciones para formar un Gobierno federal más de 200 días después de las elecciones. El segundo partido de Flandes, el democristiano CD&V al que pertenece el primer ministro en funciones, Yves Leterme, también expresó sus dudas. El CD&V, que tampoco dio demasiados detalles, aludió al estatus de la capital, Bruselas, y sus suburbios, disputados porque están en Flandes pero que cuentan con muchos ciudadanos francófonos. Los socialistas y verdes flamencos dieron su bendición a la propuesta del mediador, que incluye una importante transferencia de competencias a las regiones.

Los francófonos, que hace unos meses no habrían aceptado una propuesta que supusiera una descentralización importante, se resignaron ayer y pidieron salir del marasmo con la formación de un Gobierno que se ponga manos a la obra antes de que problemas como la abultada deuda pública pongan en aprietos a todos los belgas.

La dirección del Partido Socialista, segundo partido belga tras la N-VA, consideró el informe del mediador como 'un punto de partida para retomar las negociaciones' de formación de Gobierno. La reacción de los socialistas llegó varias horas después de la nueva vuelta de tuerca de Bart de Wever, y también incluyó la reivindicación de 'modificaciones significativas' para lograr 'un acuerdo equilibrado', quizás como contrapeso a las reivindicaciones de última hora de los flamencos. Aunque ven con recelo el adelgazamiento del Estado, el resto de partidos francófonos también priorizaron la urgencia de formar un Gobierno estable.

La fragmentación política de Bélgica no sólo responde a las diferencias entre flamencos y francófonos, sino a una rica diversidad ideológica a cada lado de la frontera lingüística.

Doce partidos lograron representación en la Cámara Baja, de los que siete (cuatro flamencos, tres francófonos) se han embarcado en las negociaciones de reforma del Estado, imprescindible para lograr un acuerdo de mínimos previo a la formación de Gobierno. Son los socialistas, democristianos y verdes, tanto flamencos como francófonos, y los nacionalistas flamencos de la N-VA, el grupo más fuerte con 27 de los 150 diputados.

Los liberales flamencos, que hicieron caer al Gobierno anterior, y sus primos francófonos decidieron quedarse al margen tras una sonora derrota en las pasadas elecciones. 

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