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González y Zapatero: el ying y el yang para el PSOE de Sánchez

Mientras que el primero pierde influencia entre las bases socialistas, el segundo se muestra muy colaborativo con la actual dirección del partido y se gana a pulso el cariño de los militantes y del aparato.

González y Zapatero, collage
Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, en dos imágenes recientes. Isaac Esquivel | Rocío Cruz / EFE | EUROPA PRESS

La llamada vieja guardia del PSOE se ha revuelto contra el diálogo con Junts y la concesión de una posible amnistía a Carles Puigdemont y otros políticos catalanes como condición para la investidura de Pedro Sánchez. A lo largo de esta semana, varios antiguos dirigentes del PSOE han saltado a la palestra para posicionarse en contra.

Felipe González y Alfonso Guerra, los dos líderes que llevaron a los socialistas al Gobierno en 1982, han sido los más enérgicos en su protesta y en sus críticas. Guerra ha afirmado incluso que una amnistía a los independentistas catalanes supondría "la condena de la transición". 

Las dos históricas figuras que controlaron con mano de hierro el PSOE durante veinte años no han sido los únicos que se han manifestado respecto a la amnistía. En los últimos días, otros exministros como Ramón Jáuregui, Jordi Sevilla o Virgilio Zapatero, entre otros, también han mostrado sus reservas, aunque sin la vehemencia mostrada por González y Guerra en sendas entrevistas en Onda Cero y la cadena Cope.

Mientras los antiguos dirigentes socialistas hablan en los medios, la dirección del PSOE apuesta por la discreción y la cautela al tiempo que está pendiente de cómo se tratarán las reivindicaciones de Carles Puigdemont. En Ferraz insisten en que el marco de negociación estará enfocado en la Constitución y el diálogo.

Esta locuacidad de González y Guerra contrasta con el silencio que mantuvieron durante la campaña de las pasadas elecciones. Ninguno de los dos criticó entonces un posible pacto entre PP y Vox.

La actitud de González y Guerra es diametralmente opuesta a la que mantuvo José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno entre 2004 y 2011, ante la cita con las urnas del pasado mes de julio. Zapatero se fajó entonces como el que más y fue uno de los principales activos del PSOE en la pasada contienda electoral, donde acaparó un gran protagonismo denunciando los peligros de una eventual entrada de la ultraderecha en el Gobierno.

La escasa preocupación mostrada en Ferraz por las manifestaciones de la vieja guardia evidencia la pérdida de influencia entre las filas socialistas de González y Guerra. Desde Ferraz resaltan más la lealtad mostrada por Zapatero. Como se pudo apreciar en la pasada campaña, este último es muy apreciado entre las bases del partido, especialmente por su espíritu colaborativo y su permanente apoyo a Sánchez, quien en más de una ocasión ha alabado al expresidente.

En cualquier caso, la cúpula del PSOE y otros líderes del partido no ven probable que se desencadene una crisis interna por las críticas de los viejos dirigentes. Pedro Sánchez controla el aparato del partido: de los actuales barones socialistas solo ha levantado la voz, como suele ser habitual, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. Otros líderes actuales de la formación y del Gobierno han respondido públicamente a las críticas de González, reconociendo su legado pero enfatizando que una nueva generación está ahora al mando.

Es más, algunos apoyan abiertamente la política territorial de Pedro Sánchez. Es el caso de Juan Espadas, secretario general del PSOE andaluz, quien, además, ha pedido a otros dirigentes socialistas más claridad; o de José Montilla, expresident de la Generalitat de Catalunya.

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