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El sistema electoral volvió a sobrerrepresentar el voto rural en Galicia pero no penalizó la división de la izquierda

El bloque de las izquierdas no habría desbancado a Alfonso Rueda ni siquiera con los votos de Sumar y Podemos añadidos a los del Bloque Nacionalista Galego.

Ana Pontón
Ana Pontón, líder del BNG, durante un día de campaña electoral. Álvaro Ballesteros / Europa Press

¿Desperdiciaron los votantes de Sumar y Podemos sus votos al no haber obtenido ninguna de las dos formaciones representación en la Xunta de Galicia? ¿La unión de los dos partidos con el BNG podría haber asegurado unos mejores resultados? La realidad es que es imposible saberlo. Es 'política ficción' tratar de adivinar cómo hubiera reaccionado el electorado ante una candidatura unitaria. De todas formas, si se hace el ejercicio a posteriori, es decir, con los datos extraídos del 18F en la mano, la respuesta es que no: el sistema electoral no perjudicó la división de las izquierdas

Ni Sumar (28.171 votos en total) ni Podemos (3.854) superan en ninguna provincia el 5% de votos mínimo que exige la ley electoral gallega. Se han quedado muy lejos, especialmente Podemos. Cabría preguntarse, por tanto, qué habría sucedido si esas más de 30.000 papeletas hubieran engrosado el apoyo del BNG, la opción de referencia entre las izquierdas en Galicia. 

Público ha realizado una pequeña simulación sumando, provincia por provincia —es decir, circunscripción electoral por circunscripción electoral— los votos de Sumar y Podemos a los del BNG para, a continuación, calcular, en base al método D'Hont, si los nacionalistas gallegos hubieran ganado algún escaño con ese voto extra y si los cambios podrían haber comportado un vuelco en la correlación de fuerzas.

Los resultados indican que un BNG potenciado con los votos de Sumar y Podemos solo habría podido escalar un escaño más a cuenta del Partido Popular en Pontevedra. En el resto de provincias, no se habría movido el marcador. Por tanto, la mayoría absoluta de Alfonso Rueda no se habría visto trastocada, todo ello, por supuesto, a falta de conocer la incidencia del voto CERA, que previsiblemente reforzará la mayoría del PP.

"Sumar y Podemos han conseguido muy pocos votos, ni se han acercado al 5% necesario por provincia", comenta Javier Martín Merchán, profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad de Comillas ICADE. "Al ser números tan bajos, su incidencia si se suman a los del BNG es casi nula". En cualquier caso, insiste en que este cálculo a posteriori puede dar una cierta medida de las cosas, pero que es imposible saber con seguridad cómo habría reaccionado el electorado si las tres fuerzas se hubieran presentado juntas a las elecciones o si alguna de ellas no hubiera concurrido.

El la misma línea, Pedro Riera, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid e investigador en materia de sistemas electorales, apunta que, en ese caso hipotético, no todo el conjunto de esos 30.000 votantes habrían optado por el BNG. Algunos se habrían abstenido y otros podrían haber escogido una opción distinta, por ejemplo, el PSOE.

Otro debate es el del umbral del 5% que hay que alcanzar en cada provincia para optar al escaño, una reforma que introdujo el PP de Manuel Fraga en 1992 para evitar la fragmentación y, de paso, aprovechar los flecos de los partidos que no alcanzan dicho umbral. El sistema electoral favorece, en estos casos, al partido más votado.

En otras comunidades autónomas el límite exigido es inferior. El sistema electoral español, de hecho, solo impone un 3% para entrar en el Congreso de los Diputados. De todas formas, ninguno de los dos profesores ven descabellado ese 5%. "Lo veo alto, pero no desproporcionado", señala Riera. En cualquier caso, completa, "concretamente, en estas elecciones no debería ser un gran tema de conversación porque Sumar, Podemos o Vox han quedado muy lejos umbral". Las cotas más altas de Vox han sido un 3% en A Coruña.

El eterno debate territorio-individuo y el caso de Jácome

Sí superó ese 5%, en Ourense, Democracia Ourensana, el partido que lidera Gonzalo Pérez Jácome y cuyo candidato, Armando Ojea, ha logrado un hueco en el Parlamento gallego. Su fórmula es perfecta para el ecosistema electoral de Galicia. El sistema premia el voto en las provincias menos pobladas (Ourense y Lugo) y, por tanto, potencia los partidos que logran un gran número de votos en una de las dos circunscripciones.

Tanto es así que Sumar, habiendo conseguido casi el doble de votos totales que Democracia Ourensana, se ha quedado sin escaño y los de Jácome sí tienen el suyo. ¿Por qué ocurre eso? Porque un escaño en Pontevedra o A Coruña, dos provincias urbanas donde Sumar ha cosechado la mayoría de sus 28.171 votos, es mucho más caro que en Ourense o Lugo. Ejemplo: en Pontevedra, cada escaño le ha costado al PP 20.603 votos; mientras que en Ourense le ha costado 10.768.

Así las cosas, una buena implantación en Ourense o Lugo es sinónimo de lograr representación en el Parlamento. En cambio, un voto diseminado, aunque más numeroso, puede ser insuficiente. Sumar logró más de 12.500 votos en Pontevedra y más de 13.600 en A Coruña y se quedó sin escaño. Con esos mismos números en Ourense o Lugo, las dos provincias menos pobladas, sí habría podido obtener representación, toda vez que se reparten 14 escaños entre un número de habitantes mucho inferior que en las dos provincias grandes. Lo mismo ocurre en el caso de Vox.

"Estamos ante el eterno debate territorio-individuo", subraya Martín Merchán. La ley electoral de Galicia da, de partida, diez escaños a cada una de las provincias y, después, suma un número distinto en función de la población de cada una de ellas. "La cuestión es que en esas provincias menos pobladas, con diez escaños ya estamos hablando de sobrerrepresentación", enfatiza: "Y si, además, sumamos cuatro a cada una ya encontramos una sobrerrepresentación extrema".

Pero ese "privilegio" para las zonas menos pobladas se diseñó con tal de asegurarles voz en la institución. "Es cierto que hay sorprerrepresentación, pero si no se tomaran medidas para otorgar capacidad de decisión al territorio y solo se tuviera en cuenta el criterio poblacional (por ejemplo, eliminando las circunscripciones) correríamos el riesgo de perfilar un sistema en el que todo se decide en las urbes", matiza el profesor. Es un debate largo y un equilibrio difícil de encontrar en el que Gonzalo Pérez Jácome ha sabido medrar.

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