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Cerca de mil investigadores universitarios trabajan sin cobrar por el retraso de las becas de doctorado

Los predoctorales denuncian la incertidumbre y precariedad en la que se encuentran porque aún no han recibido la confirmación de su contrato financiado por el Ministerio de Universidades para su formación.

La manifestación que, bajo el lema 'Otra investigación es posible', recorrió Madrid el pasado 1 de marzo.
La manifestación que, bajo el lema 'Otra investigación es posible', recorrió Madrid el pasado 1 de marzo. SINC/FIJ-Precarios

Hasta 900 predoctorales aguardan con incertidumbre la resolución de las becas para la Formación del Profesorado Universitario(FPU), a expensas de conocer si finalmente cobrarán o no por su trabajo como investigadores este curso. Aunque el Ministerio de Universidades unificó en una sola fase el procedimiento de selección a fin de acelerar el tiempo de resolución de la convocatoria, siete meses después todavía no se ha pronunciado.

La situación administrativa de los investigadores predoctorales en España les sitúa en un limbo donde impera la precariedad y la inestabilidad. Aunque, una vez incluidos en un grupo para desarrollar su tesis doctoral ya llevan a cabo actividades como trabajadores –asisten a congresos, preparan ponencias, redactan artículos en revistas científicas, imparten clases–, es decir, producen conocimiento y resultados propios; se les sigue clasificando como estudiantes.

Ello implica que nadie tiene la obligación de contratarles. Y, por consiguiente, no tienen por qué cobrar por su trabajo. Partiendo de ese hecho, el Ministerio de Universidades dispone de estas ayudas para ofrecer una compensación económica por su actividad a quienes, finalmente, las perciban.

La FPU consiste en un contrato universitario de cuatro años en el que, además de dedicarte a la investigación, se incluye esa otra parte de docencia. Este año, desde el gabinete de Universidades se indicó que el plazo de resolución sería de tres meses. Sin embargo, a finales de septiembre, los aspirantes todavía desconocen el listado provisional de admitidos. 

Este es el caso de Paula. La doctoranda ya ha inscrito su tesis y está trabajando en ella desde principios de mes, pero aún no sabe si tendrá o no salario. Paula forma parte del programa de historia contemporánea. En concreto, del grupo de investigación de la guerra civil y el franquismo en la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Aunque asegura que acaba de empezar su carrera como científica profesional con muchas ganas e ilusión, Paula reconoce que el estrés que sufren, tanto ella como sus compañeros, debido al retraso de las ayudas es muy cargante.

"Tener un contrato y que te paguen por tu trabajo en una tesis doctoral condiciona por completo tu plan de investigación, puesto que de ello dependen los viajes o estancias que puedas hacer, a qué congresos puedas acudir, los seminarios de los que puedes participar, qué compras de material o libros te puedes permitir... Todas estas decisiones que son la base de tu investigación se quedan en el aire", lamenta.

"Esta situación, aparte de perjudicar al grupo con el que colaboras, genera una ansiedad que no te permite realizar bien o directamente te impide realizar tu trabajo", señala Paula.

Otra doctoranda critica que "en muchos sitios" les sigan llamando incluso estudiantes. "Antes ni siquiera cotizábamos. Hay gente que ha estado hasta los 30 años sin cotizar", recuerda. "Como todas las convocatorias van con un montón de retraso, eso es lo que espera la Administración de ti: un primer año gratis hasta que se concedan las ayudas compensatorias", reprocha.

Es una realidad que muchos de los investigadores españoles que se quedan sin beca (o que se la pagan al cabo de un año) se ven obligados a pluriemplearse, haciendo malabares con los tiempos, para poder mantenerse. Algo que, como se viene denunciando, incentiva al elitismo y la endogamia de la Academia. No todo el mundo tiene suficiente capacidad económica como para hacerlo gratis, o puede seguir viviendo en casa de tus padres.

En la misma línea, desde la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (CREUP) explican que publicar la resolución de las becas FPU a finales de septiembre implica entrar a trabajar (oficialmente) en el mes de noviembre, "un periodo de tiempo extremadamente dilatado para quienes no tienen económicamente otra forma de sustentarse o para quienes tienen que compatibilizar jornadas completas".

"Condiciona, además, al estudiantado que a pesar de estar interesado en aportar a la universidad a través de la investigación, no tiene la seguridad necesaria para poder hacerlo. Muchas veces, esto deriva en el abandono de la carrera de investigación", expresan.

Para evitar esta espiral de incertezas, los predoctorales piden que se establezca un calendario fijo bajo el cual poder atenerse a los tiempos, así como que no se pisen con las convocatorias de las becas propias de cada universidad. También reclaman que se les reconozcan sus derechos laborales.

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