Este artículo se publicó hace 16 años.
Borja-Villel pone en marcha un proyecto para situar al museo en primer lugar
La excelencia en todo lo que se haga, la rearticulación de la colección y el elemento de identidad son pilares en los que el nuevo director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, basa un proyecto con el que se propone dotar al museo de un papel esencial tanto en la escena nacional como en la internacional.
"Es el primer museo del Estado español y quiero que sea el primer museo internacional. Por ello debe tener el mejor equipo y debe producir las mejores exposiciones y las mejores publicaciones", señaló durante su primer encuentro con los medios de comunicación en la sede del museo, celebrado tras tomar posesión de su cargo ante el Patronato.
"El mejor director que el Reina Sofía puede tener", según el ministro de Cultura César Antonio Molina, y "el mejor museo para cualquier director", según Borja-Villel, fueron algunos de los elogios que se escucharon durante unas intervenciones en las que Molina consideró al director como "un gran maná" para la institución.
Aunque se planteó un plazo de dos o tres años para que se puedan constatar los resultados de un proyecto cuyos primeros pasos se verán enseguida, Borja-Villel dio una serie de claves de lo que será su gestión para dotar al centro de identidad específica.
"Si lo que se hace en el Reina es similar a lo de la Tate Modern, el MOMA o el Pompidou, sería más fácil coger un charter e ir a otro sitio. Lo que se hace aquí tiene que dar voz a los que no tienen voz".
En su opinión, el Reina Sofía puede estar a ese mismo nivel, pero tiene el privilegio de ser un proyecto aún por hacer. "Hay pocos momentos en la historia en que esto puede ocurrir. Uno de ellos fue el MOMA de los 40 y 50 y a mí me gustaría que este museo fuera de algún modo el MOMA del siglo XXI".
En el Reina Sofía, las urgencias han impedido hacer lo importante, por lo que hay que superar la visión coyuntural y enfocarla hacia lo que es necesario para el museo; cuál es su papel en el Estado español, en Europa y en el contexto internacional".
La nueva identidad se basa en unos ejes de trabajo en los que la colección se debe replantear tanto a nivel cronológico como cartográfico. Además, serán fundamentales las exposiciones temporales de tesis que sirvan para cuestionar la propia estructura museística.
Durante su intensa intervención afirmó que en una época de banalización, en la que hay más acceso que nunca a la cultura pero que hablamos más que nunca de crisis en educación y en valores humanísticos, es necesario que un museo como el Reina lidere todo lo que tenga que ver con la excelencia, la investigación y los conocimientos "que no están reñidos con la experiencia lúdica".
Ello implica otro modo de entender el concepto de "público". Cuando hablamos de ciudades que se convierten en grandes parques temáticos, donde los museos son como centros comerciales de esos centros temáticos, "hay que dar una vuelta como a un guante".
Un museo como este se tiene que convertir en una ciudad; tiene que reivindicar el espacio publico, un espacio que es de antagonismo, en el que la voz del que habla se enriquece con la voz del otro.
Además, la educación debe dejar de ser la gran falacia de los museos de arte moderno. "Me gustaría que no fuera solo un lugar donde se eduque a los niños sino que se convierta en espacio de pensamiento, que cuando se hable del Reina Sofía no se hable porque se ha movido el Guernica uno o dos centímetros sino porque sea un lugar que genera pensamiento".
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