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Los científicos enseñan a los más pequeños a aprender a pensar

EFE

Los científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) enseñan a niños de 3 a 12 años a aprender a pensar, a través de una iniciativa que llevan a cabo en más de 300 colegios españoles y que demuestra la gran capacidad de aprendizaje de los más pequeños.

Esta semana, un centenar de alumnos han mostrado los trabajos de investigación que han realizado en sus aulas con la ayuda de sus profesores e investigadores del CSIC, en un acto organizado por este organismo público y la Fundación BBVA.

Con el objetivo de acercar la ciencia en los primeros niveles de enseñanza, estos pequeños aprendices han tenido la oportunidad de exponer los conocimientos adquiridos sobre temas tan específicos como el funcionamiento de una brújula o las leyes del magnetismo.

Algunos niños incluso representaron el papel de profesor, de Newton o de científicos mientras mostraban los experimentos que habían practicado anteriormente en sus colegios, ataviados con batas blancas típicas de los laboratorios.

Con sólo 10 años, Javier Suárez supo explicar en qué consiste una aberración cromática y el arco iris que se produce cuando la luz pasa por la lente.

María, de 6 años, fue capaz de clasificar diversos elementos en función de su magnetismo y de razonar ante el público porqué unas piezas se adherían al imán y otras no.

Según la coordinadora del proyecto, María José Gómez Díaz, los niños y los investigadores tienen las mismas ganas de aprender y "ambos quieren preguntas y respuestas inteligentes".

Ignacio Alcaide, de 10 años y alumno de uno de los colegios partícipes en la iniciativa, comentó a EFE que le encanta aprender cosas nuevas y aseguró haber realizado el "experimento del prisma" que es "el más importante de Newton".

El investigador responsable del programa, José María López Sancho, explicó que con este programa se pretende capacitar a los alumnos para que sepan desenvolverse y entender el mundo en el que viven, mediante una estrecha colaboración entre científicos y alumnos.

A juicio de Teresa Reyes, profesora del colegio Jorge Guillén de Madrid y que confesó haberse enganchado al proyecto, "estas actividades prácticas aportan a los alumnos conocimientos no sólo en ciencia sino también en materias tan diversas como matemáticas o lengua".

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