Este artículo se publicó hace 15 años.
El descaro de la patronal carece de límites
El presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, el mismo paladín liberal que en septiembre pasado pidió un “paréntesis” en la economía de mercado, lanzó ayer otra idea: que los expedientes de regulación de empleo (los ERE) no requieran autorización del Gobierno. Dijo además que España necesita un contrato más “moderno”, que permita abaratar el despido a 20 días por año.
El paréntesis, en cierta medida, lo logró: como en crisis anteriores, el Estado ha salido al rescate de bancos y empresas con el dinero de todos los contribuyentes. Entre ellos, el dinero de los trabajadores a los que Díaz Ferrán pretende recortar sus conquistas laborales.
El jefe de la patronal prestaría un mejor servicio a la sociedad –y al mercado laboral– si propusiese a los empresarios un cambio radical de discurso, de modo que cada vez que surja una tormenta no pretendan sortearla a costa de los trabajadores. Muchos empresarios deberían empezar por moderar sus ingresos y abaratar los despidos de los directivos. Podrían dedicar una porción mayor de sus beneficios a inversiones productivas, como la innovación, o a la formación de sus empleados, con el fin de aumentar la tan cacareada competitividad. Porque esta no se consigue con sueldos cada vez más bajos, mayor precariedad y escasa preparación, sino con una apuesta seria por el trabajo como medio productivo y, también, como factor de dignificación y cohesión social.
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