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García Pintado impregna de ironía su primer poemario "Crónica del abismo"

EFE

El escritor Ángel García Pintado acaba de sacar a la luz su "Crónica del abismo", un poema del "absurdo" existencial lleno de dramatismo, pero fuertemente vital, que arranca con una inquietante pregunta: "¿Dónde estarán ahora los amigos muertos?"

Con ironía y un golpe de sarcasmo, responde: "Reunidos en la cena de los lunes, sin duda". Una ligera pista en la intriga por la travesía vivencial de este creador experimentado que publica sus primeros poemas después de dos años y medio de trabajo, en los que también puso orden a un conjunto de escritos de años atrás.

Rabia, decepción, "no saber qué hacer con tanto excedente de rencor", ternura, aceptación del sinsentido o el deseo de entregarse desinhibido y liberado de estereotipos y cánones, se conjugan, junto a un ritmo y verbo precisos, en este "poema inacabado" para que "cualquier lector complete -dice Pintado- lo que no logré expresar".

"Uso expresiones de la conversación común para volverlas poéticas desde la distancia humorística, sin lirismos de receta", explica en una entrevista con Efe, o también cómo ha intentado "hacer digeribles" un concentrado de asuntos.

Nombres de amigos o enemigos apenas sugeridos en siglas que bailan, se pierden, se esconden o reaparecen, aluden a seres que existieron y que transitan por "Crónica del abismo" en versos sobre la soledad, la muerte, el cuerpo, la incomunicación...

El desamor, la fugacidad, lo imposible, la fragilidad, la antesala, el dolor... se engarzan "como cerezas en banasta" en menos de cien páginas que publica el sello editorial Contraste con ayuda de la Fundación Cajamurcia.

Ángel García Pintado (Valladolid, 1940) es un escritor que siempre quiso vivir del periodismo, pero nunca abandonó los demás géneros literarios, a los que declara su "infidelidad". "Ser infiel permite no instalarse en los límites endogámicos o autistas de los géneros", sostiene.

Su ensayo "El cadáver del padre" sobre la utopía estética y política de las vanguardias del arte en la Rusia de los soviets, se mantiene, para los que conservaron el libro que editó Akal, como obra de consulta de esa época de grandes artistas y poetas.

En sus novelas "¡Allá va mi cuchillo!" y "El Cielo" quedó reflejado su mirar poético a la realidad, y también en sus numerosas piezas teatrales, como "El Taxidermista" o "La sangre del tiempo", que montaron el Centro Dramático Nacional y el de Nuevas Tendencias Escénicas, respectivamente.

"Alguien puso la ironía sobre el mundo para que hiciéramos uso de ella", asegura este periodista cuya peripecia pasó por varias etapas: en los diarios La Verdad y ABC, como primer director del satírico Hermano Lobo, redactor jefe de Cuadernos para el Diálogo y jefe de Cultura en la Agencia Efe.

Al fondo de su abismo, de esa "compañía inesquivable" -dice-, se fueron acumulando "amores despeñados como desechos de vida" o enigmas, "¿A dónde irá a parar lo que el ser mortal aprendió en su breve peripecia?"

"¿A dónde las páginas de los libros inacabados que a T. ¡y a tantos otros! se le quedaron dentro...?" ... "Sólo tu corazón sollozaba con brincos irregulares; a tu alrededor, el resto era indiferencia", escribe en este libro intenso, casi un testamento de vida.

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