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Miles de jóvenes trasladan la fiesta de fin de año al día uno

“En Nochevieja jugué al parchís, para salir descansada el día siguiente”

VANESSA PI

“Cené con mi familia, jugué al parchís, me comí las uvas y después me fui a dormir. ¿No se nota que me acabo de levantar?”. Lleva el maquillaje impecable, la raya negra del ojo todavía no se ha desplazado por el párpado y se nota que no hace ni tres horas que se ha peinado. “No te creas que los jóvenes estamos siempre de botellón, ¿eh?, esto es especial”, comenta la chica, mientras le sirve un ron con cola a su amiga. Los chicos del grupo ríen y bailan al son de la música que sale del coche.

Una cuarentena de maleteros convertidos en barras de bar se concentraron ayer, a mediodía, en el aparcamiento del pabellón Telefónica Madrid Arena, en la Casa de Campo de la capital. Space, una discoteca afterhours ubicada en el distrito de Chamartín, organizó ayer en el Madrid Arena una fiesta alternativa a la de Nochevieja. “Yo estoy harto de los cotillones, del traje y de la corbata. La Nochevieja ya no vale”. Carlos, vecino de Fuenlabrada de 24 años, prefirió irse de fiesta ayer, uno de enero. Se levantó a las 11 de la mañana, y a la una de la tarde estaba con un cubata en la mano haciendo tiempo para entrar en la sala. “Hasta las tres o las cuatro de la tarde hay tiempo”, calculaba.

“Es el segundo año que vengo, es mejor que salir la noche de fin de año”, explicaba convencido Santi, del municipio madrileño de Daganzo de Arriba. Llegó a la fiesta con un grupo de 15 amigos del pueblo, con bocadillos y una nevera portátil llena de bebidas en el maletero . “Aunque es verdad que no todo el que viene aquí se lo monta como nosotros”, apuntó.

En el coche de al lado del de Carlos, un grupo de amigos confesaba entre risas no haber dormido en toda la noche. Quizás por eso, para poder amortizar los 45 euros de la entrada (que compraron por anticipado), recurrieron a las drogas.

El Pinki, como se hace llamar, celebró ayer su 22 cumpleaños en la fiesta de Space. “No salimos ni bebimos en Nochevieja, y nos hemos levantado a las once”, explica su novia, Leire. “¡Pero esos dos sí que han empalmado!, señala a Manuel y Javier, El Patas, como le conocen sus amigos. Ambos, con traje de raya diplomática y corbata, celebraron la Nochevieja en Algete (Madrid) y no acertaban a explicar qué hicieron hasta las 12 horas, cuando El Pinki y Leire les recogieron en una parada de autobús para ir a la fiesta en el Madrid Arena. “Menos mal que ninguno de nosotros tiene que ir a trabajar mañana”, bromeaban.

Rosi, de Getafe, fue la más prevenida. Sentada en un sillón plegable, tomaba su bebida dando envidia a sus amigas, que tiritaban de frío frotándose las manos. “¿Que qué hice en Nochevieja? Lavar esta manta”, ríe a carcajadas mientras señala a la pieza de lana de cuadros que le cubre las piernas.

En el aparcamiento había de todo: un grupo de amigas, altavoz en mano, recordaba canciones de la infancia emulando a la cantante infantil brasileña Xuxa. Frente a ellas, unos chicos jugaban a tenis y otros a futbol.

La fiesta del año

No había joven en el aparcamiento que no sostuviera un vaso lleno en la mano. A medida que pasaban las horas, crecía el número de coches aparcados, previo pago de seis euros por estacionar. Aunque los amortizarán. La fiesta de Space contó con Dj’s como Bob Sinclar y David Berna. Música ininterrumpida del mediodía a medianoche. En la sala se vendían hasta bocadillos.

Los afterhours abrieron ayer en toda España. El de Madrid se llevó la palma en número de asistentes, que cambiaron el biorritmo tradicional de Nochevieja.

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