Este artículo se publicó hace 14 años.
¿Tienes tu vuvuzela? ¿y tu makarapa? ¡Ya eres un bafana!
Armados con sus estridentes trompetas vuvuzela y portando con orgullo los imaginativos cascos makarapa, la colorida y ruidosa afición sudafricana promete convertirse en una de las grandes atracciones del primer Mundial que se celebra en suelo africano.
Con su grito de guerra ¡Bafana, bafana! (¡Muchachos, muchachos!), los hinchas locales quieren ser el auténtico jugador número 12 para su selección nacional, convencidos de que su estruendosa y multitudinaria presencia en los estadios será una poderosa arma psicológica contra sus adversarios.
"Esperamos poder intimidar a los equipos rivales. Nuestra selección está acostumbrada al ruido de los vuvuzela, pero las otras no. A lo mejor los desconcertamos", dijo Eddied Dikgale, un operador de radares de 34 años, vestido con la elástica amarilla del conjunto sudafricano y agitando su vuvuzela.
Su amigo Daniel Chokoe, técnico aéreo de 30 años, asintió sonriente y esperanzado, después de ver a su equipo batir en Pretoria por 1-0 a Dinamarca en el último amistoso antes de enfrentarse a México en la apertura del torneo el 11 de junio.
Por las calles de todo el país se puede escuchar el ensordecedor tronar de estas sencillas trompetas, criticadas por algunos jugadores y técnicos que aseguran que el estruendo puede llegar a impedir que los futbolistas escuchen desde el terreno de juego las órdenes del banquillo.
Chokoe aseguró que los makarapa también tendrán un papel fundamental en esta Copa del Mundo, ya que traerán buena suerte a sus ídolos sobre el césped y recordarán a las aficiones contrarias quién tiene esta vez la mayoría en las gradas.
"Es el primer Mundial en África, entiendes. Este es nuestro símbolo y parte de nuestra identidad", dijo Chokoe señalando su casco verde brillante, coronado por una pequeña figurita del delantero estrella sudafricano, Steven Pienaar, hecha a mano con cartón y papel maché.
Los apasionados del fútbol pueden pasarse horas personalizando estos particulares tocados, unos cascos de plástico duro que originalmente eran utilizados por los mineros sudafricanos, y que tampoco se salvaron de la polémica, ya que muchos dicen que su tamaño podría molestar a otros espectadores.
La tradición se remonta a 1979, cuando Alfred Baloyi, un antiguo limpiador de 52 años, decoró de manera recargada un casco que le había regalado un amigo para protegerse de las botellas que en ocasiones volaban en los estadios de fútbol sudafricanos.
Ahora, esta curiosa seña de identidad se está expandiendo hacia otras aficiones y la fábrica que montó Baloyi recibe pedidos desde Brasil, España, Italia e incluso Alemania.
BOMBOS CONTRA VUVUZELAS
La hinchada sudafricana podría revelarse como una de las más animadas y apasionadas de los últimos mundiales, rivalizando con las consagradas aficiones de Argentina, Inglaterra y Brasil, famosas por sus incesantes cánticos de apoyo durante los partidos y el color con el que llenan los estadios.
Los organizadores locales han impulsado una amplia campaña mediática e institucional para promover el apoyo a la selección pese a la poca tradición del conjunto sudafricano en competiciones internacionales, de las que estuvo vetado hasta 1992 por la segregación racial impuesta por el Estado.
Casi todos los automóviles de Johannesburgo y Pretoria llevan algún distintivo nacional, como las populares "orejeras" de la bandera sudafricana con las que los conductores enfundan los retrovisores; mientras que en televisión, presentadores, actores y políticos visten a todas horas la camiseta nacional.
Incluso inventaron el "diski dance", un baile que trata de emular algunos movimientos futbolísticos y cuyos promotores dicen que rivalizará con La Macarena española o el mítico "moon walk" del fallecido Michael Jackson (http://www.footballfridays.co.za/the-diski-dance).
Sin embargo, para Bernán Poch, estudiante argentino de 28 años, no hay discusión posible.
"No tienen chance", aseguró desafiante el joven, sentado en la terraza de un bar en Pretoria junto con un grupo de amigos que llegados de Rosario para animar al conjunto que dirige Diego Armando Maradona.
La hinchada sureña es conocida por sus elaborados himnos de apoyo y la organización de sus "barras", que cantan y saltan acompasadas durante todo el encuentro al son de tambores, trompetas y bombos.
"Esas trompetitas no tienen nada que hacer contra nuestros bombos, de ninguna manera. Les vamos a enseñar cómo se canta en los estadios", le secundó su colega Agustín Baragoba.
Aún así, los sudafricanos esperan que sus vuvuzelas, que se cree provienen de los cuernos kudu con los que los jefes tribales reunían a los aldeanos, hagan su parte en esta Copa.
El ruido combinado de miles de estas cornetas de un metro de largo es comparado por muchos con el sonido de una manada de elefantes (http://www.boogieblast.co.za/sound/PICT0114.WAV) y pese a las quejas de algunas federaciones, la FIFA permitió que los seguidores lleven sus instrumentos a los partidos.
"Esto es poder africano", exclamó Dikgale antes de hacer mugir poderosamente su vuvuzela, copiosamente embellecida con cintas de colores verdes y amarillas.
"¡Bafana, bafana!", corearon sus compañeros entre risas.
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