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Tsvietáieva, entre el fuego y la gloria

Tzvetan Todorov recupera a la gran poeta rusa

CARLOS PARDO

Lo mejor que le puede pasar a un autor después de muerto no es convertirse en un clásico. Los clásicos pueden pasar de moda. Lo mejor es que alguien busque entre los papeles dispersos, las notas inacabadas, las cartas de amor y de compromiso, y que con ello componga una obra maestra. Es lo que le pasó a la poeta rusa Marina Tsvietáieva (1892-1941), gracias a la cuidadosa labor de Tzvetan Todorov, Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales de 2008. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores publica en castellano esta biografía de la 'poeta en tiempos de miseria', con el título Confesiones. Vivir en el fuego, en traducción de una especialista en Tsvietáieva, la mexicana Selma Ancira.

Para muchos, los escritos biográficos de Marina Tsvietáieva son superiores a su poesía. 'La prosa del poeta es una prosa excelente, los versos del prosista son unos versos execrables', diría la poeta.

Aunque algunos fragmentos ya habían aparecido en ediciones españolas, la magnitud de Confesiones es un verdadero acontecimiento literario. Notas, epistolarios y textos dispersos, Todorov ha buscado y compuesto una obra biográfica como la propia Marina pudo haberla pensado. No es sólo el diario de una escritora de estilo deslumbrante, conciso e irónico, Confesiones mira los horrores del siglo XX sin intermediarios.

Te seguiré como un perro

Con un genio infrecuente para la poesía y los enamoramientos creativos, Tsvietáieva dividió su existencia entre la creación y la miseria. Por una parte, esposa de un hombre vulnerable y madre de tres hijos. Por otra, estrella de la mejor vanguardia poética desde la aparición de su primer libro, Álbum vespertino, con apenas 18 años.

La Revolución arrasó con sus vidas. El marido de Marina, Serguéi Efron se exilia por su apoyo al Ejército Blanco, su hija pequeña muere desnutrida en un albergue de Moscú y Marina sigue en 1922 a Serguéi al exilio. 'Si Dios obra el milagro de conservarlo con vida, le seguiré como un perro.'

Los años occidentales de la poeta no son precisamente los de apertura a occidente. Marina y su familia viven en los suburbios de la grandes ciudades: Praga, Berlín y París. Desconocida fuera de Rusia y prohibida dentro, construye una obra exigente que no encuentra un lector a su altura salvo el premio Nobel Boris Pasternak y Rainer Maria Rilke.

Los años occidentales de la poeta no son precisamente los de apertura a occidente

Entre ellos tres ha quedado la correspondencia que mantuvieron en 1926. Estas cartas han pasado a la historia de la literatura como un arrollador ejercicio de inteligencia poética, además de como el testamento literario de Rilke. 'Lo importante para un poeta no es descubrir el sitio más alejado, sino el más auténtico', escribirá Marina.

En Confesiones, no todo es poesía. Cuando la joven Marina anota que dios le había avisado ('Te he creado de manera que, inevitablemente, te rompas el cuello'), no sabe lo premonitorias que serán esas palabras. Su marido, que se ha convertido en espía soviético, es llamado de nuevo a Rusia. Su hija Ariadna, prosoviética, también regresa. Y Tsvietáieva, de nuevo 'como un perro', los sigue en 1939 sin saber que comienza el acto final trágico. Estalla la II Guerra Mundial. Marido e hija son arrestados por la tétrica lotería estalinista.

Cansada de huir de los bombardeos alemanes, Tsvietáieva se ahorca el 31 de agosto de 1941. Su hija Ariad-na, recuperará la obra dispersa y olvidada de su madre, una de las cumbres de la literatura del horrible siglo XX.

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