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El valor científico de un humilde insecto

La Drosophila melanogaster, la mosca del vinagre, es uno de los animales de laboratorio más productivos

JOSÉ F. DE CELIS

Con tan sólo dos milímetros de longitud, pocos hubieran imaginado que Drosophila melanogaster, la mosca del vinagre, llegaría a convertirse en uno de los animales de laboratorio más productivos que se han conocido. Los estudios realizados desde 1901 usándola como modelo han propiciado que la Genética se establezca como una ciencia madura. Gracias a Drosophila se determinó la relación entre los cromosomas, las mutaciones y los genes, lo que permitió entender la estructura y transmisión del material hereditario. También permitió que se descubrieran los mecanismos por los que los genes controlan el desarrollo embrionario, así como otros procesos tan complejos como la formación del sistema nervioso.

Aunque éstas y otras múltiples investigaciones han avalado el potencial como modelo de Drosophila, su valor cobró especial trascendencia cuando, en 2000, se comparó su secuencia de ADN con la del hombre. Pocos anticipaban que la mayoría de los genes asociados a enfermedades hereditarias en humanos están conservados en la mosca.

Valor de futuro 

En la actualidad, Drosophila se sigue utilizando para entender aspectos básicos del funcionamiento de los seres vivos, como la muerte celular o la formación de órganos y tejidos. También está presente en muchas cuestiones relacionadas con la biología humana, como las enfermedades neurodegenerativas, el cáncer o alteraciones de la conducta que incluyen la adicción a ciertas drogas, el alcohol o la nicotina.

La transmisión de conocimiento entre las ciencias básicas y aplicadas no siempre es fácil ni rápida. Sin embargo, gracias a este humilde insecto, es de esperar que desentrañemos no sólo multitud de problemas biológicos, sino que también ampliemos nuestro conocimiento y mejoremos el tratamiento de innumerables enfermedades humanas.

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