Entrevista a Amaral"Nuestro Gobierno ha abandonado a su suerte al pueblo saharaui"
Jose Carmona
Campamentos De Refugiados Saharauis En Tinduf (Argelia)-Actualizado a
Originarios de Zaragoza, el grupo Amaral lleva dos décadas en lo más alto de la música española. Este año han querido sumarse a la delegación que ha viajado a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, al sur de Argelia.
El Sáhara Occidental era una provincia española hasta 1978, momento en el que la potencia europea abandonó el terreno en África. Entonces, Marruecos invadió las tierras y su población tuvo que huir para salvar la vida y proteger su cultura y su legado.
Eva Amaral y Juan Aguirre, miembros de la exitosa banda Amaral, han querido mostrar su apoyo a la causa saharaui este año y poner altavoz a este problema del que el Gobierno español tiene mucho que decir. A raíz del festival de cine FiSahara, que se celebra todos los años, los dos músicos han aprovechado la ocasión para sumarse al evento. Atienden a Público en un jardín de un barrio
¿Es su primera vez en los campamentos? ¿Por que se han decidido a venir este año?
Juan: Esta es mi segunda vez. Vine en 2006, una Nochevieja, a visitar un campamento con cooperantes. Me invitó la gente de prensa y a la vuelta le conté a mis amigos y a Eva cómo era todo. Se quedó entonces el gusanillo de volver, porque es una experiencia que te influye, porque vives en primera persona la problemática de un pueblo tan injustamente olvidado y fuera de sus tierras. Cualquiera de nosotros cuando viene aquí puede imaginar qué supondría abandonar tu casa y vivir en un campamento que se llama igual que tu ciudad de origen.
Eva Amaral: Las condiciones son extremas, el clima es extremo y los medios para infraestructuras son poquísimas. Hay gente que nos contó que cuando llegaron por primera vez, en los setenta, los mauritanos les mandaban camiones con dátiles y atún en latas de comida, y eso era todo. Nos comentaba una saharaui de nuestra jaima que ahora están mucho mejor organizados, que algunos tienen fontanería y la infraestructura ha mejorado algo, pero que en el fondo les da rabia porque ellos no tienen que estar aquí, este no es un lugar para asentarse. El objetivo no es estar más cómodos aquí, es volver a casa.
Este año el FiSahara se celebra después de que Pedro Sánchez aceptara el plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara.
Juan: Nuestro país tiene una responsabilidad adquirida porque tuvimos una presencia colonizadora y ahora mismo tenemos una responsabilidad en el proceso descolonizador para que sea justo y se respeten los derechos humanos.
Hemos visto un documental en el que aparecía Felipe González en los 80 diciendo que no abandonaría al pueblo saharaui hasta la victoria final. Es evidente que no se han respetado las resoluciones de Naciones Unidas y que nuestro Gobierno ha abandonado a su suerte al pueblo saharaui. Como ciudadanos españoles, tenemos que ser conscientes de que esto es tremendamente injusto.
¿Qué es lo más chocante de los campamentos?
Eva: Lo más sorprendente es que te lo dan todo. La hospitalidad es hasta chocante, excesiva [risas]. Los niños, nada más entramos por la puerta, se abrazaron a nosotros, es un derroche de cariño y generosidad constante. Si ellos cogen una pieza de fruta y no hay otra, la parten y te dan la mitad. A mí esto me ha dejado trastornada, es muy bonito. Es algo que llevan en su cultura.
Juan: Además de la hospitalidad, yo he sentido que es un pueblo profundamente pacífico al que han puesto al límite. En esa situación límite en la que viven, empatizas más con ella porque hablan nuestro mismo idioma. Han confiado en la comunidad internacional y es evidente que han ocupado su tierra, hay una dejación del mundo occidental en perpetuar esa situación injusta. Y empatizas mucho más porque hablan en tu idioma, porque el castellano es lengua cooficial para ellos. Me impresiona mucho, además de los paisajes. Los músicos vivimos de viaje permanentemente y vienes aquí intentando que tu música sea un vehículo para visibilizar la situación, pero a nivel personal sirve para llenarte de una experiencia.
¿Entienden el arte sin compromiso? ¿Cómo juegan con esos elementos en su carrera profesional?
Eva: El artista puede ser comprometido o no, para mí es tan válido serlo como no. Eso tiene que salir de tu corazón y a lo mejor hay cosas que no parecen comprometidas y lo están siendo, porque reflejar la belleza es una forma de hacer que la fealdad no llame la atención. Y para mí eso es una forma de activismo. Pero si decides apoyar una causa es para ser altavoz y hacer ver esa causa a gente que no habría mirado en esa dirección. Creo que nosotros, en este caso, tampoco somos artistas que estemos constantemente sintiéndonos comprometidos.
Nuestro mayor compromiso está en nuestras canciones y nuestras letras. Cuando decidimos venir es porque sentimos la necesidad de hacerlo. Muchas veces las cosas no son tan meditadas como puede parecer. Pero nuestro mayor compromiso está en nuestras canciones. Cuando estamos en un escenario y presentas una canción, ahí se va a verter algo: qué te empuja a hacer esa canción o cómo se relaciona con el mundo en el que vives.
Juan: No tenemos una idea de que seamos especialmente comprometidos. Hacemos las cosas dejándonos llevar por la intuición y sin racionalizarlo demasiado, pero siempre hemos sentido que no éramos los protagonistas nosotros, sino que por casualidades de una vida viajera tienes un periodo de silencio en el que compones y de pronto aparecen amigos y te dicen que vayas a tocar a un campamento de saharauis. Tocas aquí, pero los protagonistas son los que vienen todos los años y se dejan la piel visibilizando. Nosotros venimos, observamos y compartimos espacio y te dejas impregnar por esa vivencia.
Eva: Y nuestros compromisos no son siempre públicos. Nos da miedo enarbolar una bandera y que parezca que nosotros salimos beneficiados por ello. Nos da mucho pudor ese asunto.
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