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Arnaldo Trindade, el impulsor de la banda sonora de la Revolución de los Claveles

El fundador de la discográfica Orfeu desafió a la dictadura salazarista al publicar canciones contestatarias como 'Grândola, Vila Morena', de José Zeca Afonso.

José Afonso, durante la firma de su contrato con Orfeu, junto a Arnaldo Trindade (izquierda).
José Afonso, durante la firma de su contrato con Orfeu, junto a Arnaldo Trindade (izquierda). Archivo

El 25 de abril de 1974, cinco minutos antes de las once de la noche, Rádio Graça emitió una canción que no levantó sospechas en la dictadura salazarista de Marcelo Caetano. E depois do adeus, de Paulo de Carvalho, sonaba a través de las antenas de los Emissores Associados de Lisboa, apenas cien kilómetros de alcance a través de la frecuencia modulada suficientes para alertar a los militares de abril de que el golpe de Estado estaba en marcha.

La historia, en cambio, le reservó a José Zeca Afonso el capítulo del inicio sonoro de la Revolución de los Claveles. A las las doce y veinte, se escuchó el Grândola, Vila Morena en Rádio Renascença, la confirmación de que todo seguía adelante para poner fin, casi medio siglo después, al Estado Novo. Fuera del país, en cambio, pocos saben que el artífice de ambos artistas, de ambas canciones, fue un exponente de la burguesía portuense de nombre Arnaldo Trindade.

El primer tema pasó desapercibido porque dos semanas antes había representado a Portugal en la gala de Eurovisión celebrada en el Reino Unido, tras proclamarse vencedor del Festival da Canção, organizado por la RTP, la radio televisión pública lusa. Las connotaciones políticas del segundo, en cambio, eran de sobra conocidas, aunque podrían resumirse en el verso que proclamaba que el pueblo era quien mandaba. Para no extendernos, aquí pueden leer la fascinante historia de Grândola, Vila Morena.

Infelizmente, toca hablar de Arnaldo Trindade, fallecido esta semana en Oporto, donde había nacido en 1934. Una insigne figura de la que se haría eco nuestro país si, en vez de mirar hacia arriba, lo hiciese hacia la izquierda, aunque en realidad él no era un comunista, sino un socialdemócrata. Porque no se entendería la música portuguesa de la mitad del siglo pasado sin el fundador de la discográfica Orfeu, que supo aglutinar en su catálogo a una nómina de artistas variopintos entre los que destacan los cantores de intervenção.

Trindade, además de difundir la canción protesta, también publicó discos de pop, fado, folclore y saudade, esas composiciones melancólicas tan apreciadas en la emigración que editaba con una intención comercial y que le reportaban beneficios. Porque, en paralelo, no dudó en apoyar discos que, si eran prohibidos por la censura, no generarían ingresos. Con Zeca y Adriano Correia de Oliveira se arriesgó, pero más allá de la influencia política también destacó por su faceta modernizadora en el sector discográfico.

Así, cuando reclutó a artistas que buscaban una producción más profesional, consciente de las carencias en los estudios portugueses, se lanzó a contratar a arreglistas y músicos, algunos extranjeros, y a grabar en Londres, París o Madrid. "Uno crea un sello [discográfico] por gusto. Yo fundé uno porque adoraba lo que hacía. Mi interés comercial era nulo. Hasta hubo grabaciones que tuve que pagar de mi bolsillo", declaraba a la revista Blitz en 2011, cuando los vinilos clásicos de Orfeu ya eran un objeto de culto.

El impulsor de 'Grândola, Vila Morena'

Arnaldo Trindade iba para ingeniero, pero terminó convirtiendo el negocio familiar en una discográfica de referencia. Perteneciente a la burguesía comercial de Oporto, su padre regentaba un establecimiento de electrodomésticos, ese espacio singular que antaño combinaba la venta de lavadoras con la de cadenas musicales y, claro, de casetes y vinilos. Algunos hasta recordarán aquellas tiendas que, entre ventiladores y secadoras, también alquilaban películas de VHS.

El padre de Arnaldo, además de importar radios y televisores Philco, distribuía los discos de Polydor en Portugal. Antes de tomar el testigo del ultramarinos tecnológico, el chaval no destacó por ser un brillante estudiante, pero sí por su cinefilia y sus inquietudes culturales, que lo llevaron a hacerse socio temprano del Cine Clube do Porto y a fundar el Círculo de Cultura Teatral y el Teatro Experimental do Porto. Tejió también un selecto círculo de amistades que compartían sus intereses, incluido el ex primer ministro socialdemócrata Francisco Sá Carneiro.

Arnaldo Trindade (izquierda) y José Zeca Afonso, autor de 'Grândola, Vila Morena'.
Arnaldo Trindade (izquierda) y José Zeca Afonso, autor de 'Grândola, Vila Morena'. Archivo

Sin embargo, no mostró interés por la política activa, aunque sí impulsó la canción protesta y la que luego sería la banda sonora de la Revolución de los Claveles. La relación con José Afonso, al principio laboral, derivó en amistad, pese a que Zeca se posicionaba a su izquierda. Él se definía como republicano y socialdemócrata, al tiempo que consideraba al autor de Grândola, Vila Morena no como un comunista, sino como un revolucionario. Pesaba, por encima de todo, su carácter tolerante y vitalista, sin ocultar su vena burguesa.

Su cuna y sus diferencias ideológicas no fueron óbice para confiar en la palabra de José Afonso, objetivo de la dictadura desde Os vampiros, una canción antifascista publicada en 1963 contra la represión política y los agentes de la PIDE. En ella, canta contra quienes vienen a "chupar la sangre fresca de la manada", "ellos comen todo y no dejan nada".

Fue, junto a O menino do bairro negro, la primera canción censurada por el régimen. Cuando publicó su versión instrumental, el público coreaba la letra: "No chão do medo / Tombam os vencidos / Ouvem-se os gritos / Na noite abafada / Jazem nos fossos / Vítimas dum credo / E não se esgota / O sangue da manada".

Portuense de pro, la influencia de Arnaldo Trindade trascendió a todo Portugal, donde descubrió a muchos artistas entre los años cincuenta y ochenta. A otros les bastó con darles un empujón, aunque algunos, como Fausto, reconocen que sin su papel no habrían sido músicos profesionales. Además de José Afonso y Paulo de Carvalho, en su catálogo figuraban Lenita Gentil, Vitorino, Maria da Fé, Adriano Correia de Oliveira, Teresa Silva Carvalho, Luís Cília, Conjunto Maria Albertina, Teresa Tarouca, etcétera.

De los 'discos falados' a la 'música de intervenção'

Sus inicios como empresario discográfico pasaron por ser un pionero de un curioso género, los discos falados. Es decir, los autores leían sus textos y recitaban sus poemas, que eran grabados en vinilos, entre los que destacó Torga por Torga. El propio Arnaldo Trindade recordaba en una entrevista que "Miguel Torga se emocionó tanto durante la lectura de sus propios poemas que necesitó una inyección de coramina para proseguir la grabación". La citada sustancia era un estimulante que se usaba contra la sobredosis de tranquilizantes.

Luego publicó Adriano Correia de Oliveira, quien evolucionó del fado a la canción protesta y se atrevió a grabar canciones como Erguem-se muros. Y recuperó a Zeca cuando fue prohibido y ninguna discográfica se prestaba a publicar sus trabajos. Él, en cambio, no temió las presiones de la policía política (PIDE) ni de la censura (SNI) y en 1968 editó el disco Cantares do Andarilho, pese a que sabía que la responsabilidad recaería sobre él. De hecho, fue sometido a varios registros en busca de discos proscritos en sus almacenes.

José Afonso, Adriano Correia de Oliveira y Arnaldo Trindade
José Afonso, Adriano Correia de Oliveira y Arnaldo Trindade. Archivo

Aunque despistaba a los censores, ya que los escondía en su casa, en una ocasión unos agentes de la PIDE lo sorprendieron con el single de alto octanaje erótico Je t'aime, moi non plus, de Serge Gainsbourg y Jane Birkin. Todo quedó en un susto cuando uno de los policías se dirigió disimuladamente hacia él y le susurró: "Esconda esos paquetes, pero deme un disco". Quizás encaje lejanamente en el género A Cabritinha, de Quim Barreiros, quien también figura en la escudería de la Orfeu, sección popular.

"Más allá de los mejores artistas, contaba con un núcleo de colaboradores activos y de una extrema lealtad y firmeza de propósitos", comentaba a Blitz el fundador de Orfeu, a la que definía en el libro Desta canção que apeteço como "una barricada y un ariete contra el muro del oscurantismo".

Arnaldo Trindade no solo destacó por su compromiso con la música de intervenção —pese a que definía su discográfica como "apolítica"— y por sus innovaciones en la producción, sino también por su ojo comercial. Para crear una clientela, regalaba un tocadiscos a quien comprase diez vinilos, porque entonces los aparatos de reproducción escaseaban en los hogares de los portugueses.

Una forma indirecta de burlar la censura, pues consideraba que el problema, más allá de los obstáculos para la publicación de ciertos elepés, era que no se radiaban por las emisoras por temor a las autoridades. "El peor sentimiento era el miedo", reconocía en una entrevista al programa Bairro Alto, de la RTP, que también atenazó a algunos autores, quienes optaron por la autocensura.

También fomentó la entrega de los discos de oro y de plata, así como las Convenções do Disco, a las que asistió un bisoño Michael Jackson, al frente de The Jackson 5, y un jovencísimo pianista llamado Elton John, quien grabaría en el mismo estudio parisino que José Afonso. Concretamente, en el Castillo de Hérouville, que frecuentaron artistas de la talla de David Bowie o Iggy Pop.

"Cantigas de maio [que incluye Grândola, Vila Morena] costó una fortuna de la época, aunque valió la pena, porque es una obra extraordinaria", recordaba Arnaldo Trindade, quien conservó hasta su muerte, a los 89 años, un autógrafo de Zeca que rezaba: "Adversariamente, pero con admiración, José Afonso".

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